"Eres como un niño" se había atrevido a musitar Michaël.
Y hasta cierto punto, tenía razón.
Por más que Luzbel hubiese sido creado primero, todos consideraban que era el otro el que ocupaba el rol de hermano mayor, el que velaba siempre por él y lo protegía de sus propios conflictos.
"Y tú eres hermoso."
No era muy frecuente su admiración por la belleza de las demás creaciones, pero tal era la de Michaël, que sería hipócrita negar su evidencia.
En momentos así, Michaël sólo le dedicaba una sonrisa débil, incrédulo y presa de las emociones que inducía oír al otro arcángel dedicándole esa clase de cumplidos. No eran muchas las ocasiones en que Luzbel enfocaba toda su atención en él y era por esa razón que Michaël disfrutaba tanto esos agridulces instantes.
"¿Por qué lo quieres más a Él que a mí?" aventuró Luzbel, sin previo aviso, llevando una deliciosa uva a los labios de su hermano. Si debía admitir algo, era que el mundo que el Creador había articulado para sus humanos contaba con más de una conveniente maravilla. Las uvas eran algunas de las más deleitantes de todas.
"Porque..." comenzó Michaël en un susurro. "Porque...," sin embargo, nunca pudo terminar la frase, la dulce mentira que se obligaba a creer.
Luzbel sonrió, consciente de que la respuesta no era la que Michaël esperaba. Podía pretender adorar más al Creador todo lo que quisiera, pero la verdad, al igual que su exquisita belleza, quedaba cada vez más en evidencia.
"No tuyo, Creador. Mío... Eternamente mío."
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Editado: 23.10.2018