Se puso de pie y observó el escenario de su triunfo.
La muerte lo rodeaba y el hedor a sangre era su corona. El mundo estaba en llamas. Había llevado su tormento hacia los humanos, pero no se sentía vencedor.
Era el Rey, se repetía cada segundo.
Era el nuevo Dios... Era... era el culpable de todo. Era todo lo que siempre había aborrecido. Sus creaciones habían muerto en batalla y él lo había permitido, les había dado la espalda y dejado solos. Había sido egoísta, había sido el Creador.
Todo por lo que siempre había luchado, todo lo que siempre había soñado era una mera mentira, un efímero momento de vana gloria que se había convertido en una pesadilla.
Su cuerpo estaba cansado, lloraba mares de sangre por dentro y lo único que deseaba era morir.
Y quería permitírselo, puesto que tampoco sabía cómo seguir viviendo.
Sólo podía recordar el Monte de la Creación. Oía la risa de Gabriēl en su mente y podía sentir la pacífica mirada de Michaël sobre su nuca.
Era peor que el Creador. Era la destrucción hecha ser. Había matado lo único que alguna vez le había importado y ahora sí era el Diablo del que todos hablaban.
"Deténganse."
Por un instante, no pudo creer lo que había dicho. Él había buscado esto, la muerte era su premio. Sin embargo, ya nada importaba, no tenía sentido seguir luchando. El mundo estaba maldito y también lo estaba él. Tenía que regresar al Averno... Jamás debió haber salido de él.
Los demonios lo escucharon, pero ninguno obedeció.
"Soy Lucifer, soy su Creador. Harán lo que yo les digo."
Belzebù lo miró de reojo y se rió en su cara.
"Tú no eres nadie" dijo por fin, mirándolo directamente. "Si no quieres seguir adelante, no lo hagas. Ellos están conmigo."
Los demonios se acercaron a Belzebù, que era su nuevo Rey, y lo defendieron.
Lucifer lo había perdido todo.
"Pero no pueden seguir sin mí..."
"Podemos hacer lo que queramos sin ti. No eres tan importante, Creador."
Los demonios estaban hartos de que los ignorara y dejara morir sólo para satisfacer sus nuevas necesidades. Belzebù estaba dispuesto a darles lo que ellos querían.
"No perteneces con nosotros. Nunca lo has hecho, sólo eres un simple ángel."
Tal vez no era el momento más doloroso de su existencia, pues ese había sido ver a Michaël muerto, pero la simple idea de saber que ya no importaba, era demasiado punzante para él.
Dio órdenes, una vez más, pero ninguna fue cumplida. No tenía control sobre sus demonios, ya nada dependía de él. Había dado inicio al final de los tiempos y ahora ya ni siquiera era el Rey que siempre había querido ser. Y Michaël estaba muerto. Y él estaba vivo sin Michaël...
Fue entonces que lo supo.
No era tristeza lo que sentía, tampoco vergüenza por haber pedido el control. Esa extraña sensación que lo carcomía por dentro era la que jamás había creído poder llegar a sentir.
Sentirla significaba que todo había sido en vano.
Todo.
Incapaz de vivir con ello y sin saber qué hacer, cayó de rodillas al suelo y musitó un derrotado, pero jamás tan certero "lo siento."
"Te perdono..."
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Editado: 23.10.2018