La tarde del lunes, finalmente después de clases, Alejandro decidió ir a reunirse con Sandra pero claramente no se sentía cómodo, ya la había atacado un par de veces, y pese a que no tenía nada que ver, siempre se preguntaba cómo demonios lo había contrarrestado.
La escuela era grande para ser una escuela de paga, tenía varios edificios, cada uno asignado a una carrera, teniendo aproximadamente unos seis edificios, dos para ciencias, uno de ellos enorme donde estaban los laboratorios, mientras que por otro lado los demás también eran grandes pero eran específicos para otras carreras.
Además de tener varios lugares para descansar, con áreas verdes e incluso muchas cafeterías, detrás había canchas para hacer deporte, incluso tenía biblioteca aparte y una hemeroteca lo que la hacía una de las escuelas más completas incluso entre las de paga.
Sentía una extraño subidón de energía, como si su sangre ardiera, su cuerpo estaba caliente y parecía estar listo para pelear.
No, debía evitarlo.
—No te ves bien— Le dijo Sandra en cuanto lo vio acercase a ella— ¿Quieres que nos sentemos? ¿Desde dónde vienes?
—Vengo del edificio de humanidades, pero parece que quiero enfrentarte así que vayamos al grano— Comentó Alejandro dejándose caer en la barandilla— ¿Cómo me deshago de esta maldición? ¿Sabes cómo romper el espejo o algo así?
Sandra mostro su espejo y negó con la cabeza.
—En realidad, sonará raro pero no parecen tan malos— Comentó Sandra mirándose en el reflejo del espejo, con aquel rostro tranquilo.
— ¿De qué hablas?—Preguntó Alejandro mirándola con una ceja levantada desde abajo.
—Bueno, cuando lo encontré, me hizo querer pelear contigo y me hizo sufrir pero si comienzas a escuchar lo que dice, comprendes muchas cosas, quizá más de las que querías notar— Comentó Sandra finalmente con media sonrisa.
— ¿Me estás diciendo que te ayudo a superar un trauma como si fuera una prueba?— Preguntó finalmente Alejandro con una mueca. De alguna manera podía pasar pero eso significaba que…
—Sí, creo que es la mejor forma de descubrirlo— Dijo Sandra asintiendo— Mi consejo es que deberías hacerlo, deberías enfrentar ese problema ahora y el espejo podría serte de más utilidad.
— ¿De utilidad?— Preguntó Alejandro mirando nuevamente hacia abajo.
—Sí, pero no sé cómo explicarlo— Sandra no sabía aun como explicar las cosas, de hecho sabía nada de los espejos por lo que al menos, si tenía uno, debía saber más pero ¿Dónde buscar? En la biblioteca no había nada.
Alejandro lo entendía bastante pero eso quiere decir que su conflicto tendría que ver con su familia, de alguna manera pero ¿De qué manera? ¿Debería a enfrentar a su padre? ¿A los demás? No sabía cómo hacerlo.
— ¿Lo mismo con las pesadillas?— Preguntó Alejandro sin mirarla.
—Creo que ese es solo el primer paso— Le dijo Sandra mientras se encogía de hombros— Pero honestamente no sé cómo lo hice, quizá porque ya no quería quedarme quieta, quería cambiar lo que me mostro el espejo.
Alejandro podía comprenderlo pero él no estaba mal ¿Por qué el espejo lo atacaba a él? El había hecho lo mejor que podía para cuidar a su padre cuando los demás no lo hacían pero con ello también se ganó la violencia de su padre.
—Yo no estoy mal— Dijo Alejandro y se levantó, entonces fue que Sandra noto peligro cerca de ella.
Por poco se alejó del golpe que Alejandro le soltó.
—Espera— Dijo Sandra mientras se preparaba para pelear, muy a su pesar, nuevamente el espejo en su mano despareció para que aquellas llamas comenzarán a arder— Debes controlarlo, puedes hacerlo.
—No, no es necesario— Dijo Alejandro mientras apretaba el espejo, fue entonces que Alejandro el mostro el espejo directamente. Sandra pudo verse reflejado en él— ¡Yo no estoy mal! No estoy mal, yo estoy bien y…
Entonces estaba en un estudio, tenía muchos libros los cuales no podía leerlos, además de varios adornos que no podía reconocer que iban desde armas hasta cuadros con animales de granja.
— ¿Cómo es que estas acá?— Preguntó Alejandro mirando a Sandra con una ceja levantada— ¿Es esto normal?