Luzbell

Capítulo XVIII.

La chica reacciono al  instante y se fue, no sin antes lanzarle una mirada confundida a su compañero y al otro chico que también se estaba recuperando ¿Qué fue eso, una onda de gravedad? No quería explicarlo realmente.

— ¿Estás  bien?— Preguntó          Gabino mientras sobaba su cabeza y la seguía—Esto que paso fue…

—Raro— Dijo finalmente la chica mientras miraba al otro chico que simplemente se fue como si nada— ¡Espera! ¿Qué está pasando? ¿Podrías decirnos?

—Yo tampoco se nada— Le respondió José mientras hacia una mueca y se movía hacia la salida sin más. Lamentablemente era verdad, no sabía más y mencionarles lo de las pesadillas era inútil, pues podían descubrirlo solos.

—Deberíamos irnos—Dijo el chico mientras miraba a la chica—No vale la pena pensarlo mucho, quizá fue el estrés o…

Ambos miraron lo espejos en sus manos con nerviosismo. Era claro que todo tenía que ver con ese hermoso espejo.

— ¿Cuándo descansa tu hermano?— Preguntó Sandra al día siguiente a Irene— ¿Y está en casa? Sé que son preguntas muy raras pero necesitamos hablar con él de algo bastante urgente.

Irene miro a Alejandro con cierto nerviosismo.

— ¿Se metió en problemas o algo así?— Irene les sonrió nerviosamente.

—No, solo necesitamos que nos cuente algo—Dijo Alejandro mientras le sonreía amablemente—Si se mete en problemas, yo lo ayudaré, tu tranquila.

Irene quería mencionar que eso era lo que le daba miedo.

—Bueno, descansará mañana sábado— Irene trato de recordar el horario de su hermano— Dijo que por la mañana vendría aquí a buscar un libro y luego estaría en casa.

—Perfecto ¿Podemos ir a tu casa? Llegaremos cosas para hacer de comer, si no te molesta— Dijo Sandra sonriéndole un poco mientras tomaba su mano. Si decía que no, solo tendrían que interceptarlo en la escuela.

— ¿Pero seguros que no se metió en problemas?— Preguntó Irene sin apartar la vista nerviosa de Alejandro.

—Te lo aseguro— Mencionó Alejandro, sin entender muy bien porque estaría en problemas.

Irene finalmente asintió. En realidad se sentía feliz de poder recibir visitas en casa.

A la mañana siguiente, Diego camino en la biblioteca, esperando que no hubiera nadie, entonces busco los libros de los estantes del fondo y lo tomo, pero ante su sorpresa, no pasó nada cuando lo saco.

— ¿Qué haces?— Preguntó una chica de baja estatura frente a él, vaivén parecía buscar un libro— ¿Buscas un libro para la tarea del viernes?

—Claro— Respondió regresado el libro a su lugar.

—Eso está mal— Le regaño rápidamente la chica mientras también sacaba el libro—No puedes reacomodarlos tú, debes dejar que la dirección lo haga, ellos saben cómo están organizados y eso ayuda a otros a encontrarlos.

—Es el mismo lugar de donde lo saque, no debería haber…—Comenzó Diego pero fue interrumpido por la niña quien negó con la cabeza varias veces.

—Es como en aquella serie—Dijo ella para sí misma, mientras soltaba una débil risita.

— ¿Disculpa?— Diego se mostró muy confundido pero ya no dijo nada.

Esa niña era rara, su nombre era Abigail Galindo. No hablaba mucho en el salón y cuando lo hacía parecía simplemente para hablar de trabajos y hacer referencias que nadie entendía. Era muy linda con sus cabellos castaños cortos, ojos café oscuros, tez acaramelada, labios gruesos, una actitud bastante pasiva y expresiones que dejaban en claro lo que pensaba pero era muy difícil simplemente acercársele o entenderla.

Diego termino renunciando a hacer lo que venía hacer y fingir que le importaba hacer la tarea mientras la chica lo acompañaba y mencionaba uno que otro dato de los libros. Ella si estaba metida en su carrera.

Tras una larga charla donde Diego aprendió más sobre Abigail y la veía más lejos de sus posibilidades, se encaminó a casa sin libro pero solo por poco, pues dijo que había olvidado su credencial de préstamos en casa. Abigail lo regaño.

— ¡Bienvenido!— Saludo Irene mientras veía la televisión y hacia su tarea. Miro hacia él con interés— ¿Encontraste el libro que buscabas?



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En el texto hay: libertad, magia, espejos

Editado: 25.09.2020

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