Luzbell

Capítulo XLI.

— ¿Qué pasa?— Preguntó Celeste mirando a Diego, quien entro con una expresión casi sombría. Más que de costumbre— ¿La cagaste con Abigail? No, no debería ser posible pues ella es…

—No, en realdad quería preguntarte algo a ti— Le dijo sin mirarla.

—Yo ya tengo novio, lo siento— Aseguró ella levantando sus brazos, un tanto nerviosa.

—No seas imbécil— Diego hizo una mueca al escuchar aquello. No quería decir que lo escuchaba a menudo— En realidad quiero hablar de tu Lucero, ya sabes, el espejo en tu bolsillo.

Celeste solo pudo mirarlo con los ojos abiertos, para luego sonreír.

—Bueno, era cuestión de tiempo que me descubrieran— Celeste en realidad no estaba sorprendida— Las cosas se han movido, así que ustedes debían hacer lo mismo si quieren detener el Apocalipsis.

—Parece que no te preocupa— Diego noto aquel tono irónico en su voz.

—En realidad no— Celeste le miro con los ojos muy abiertos— Cuando ocurra, y ocurrirá, todos serán libres de ataduras, serán honestos y claro, entonces se podrá cumplir mi deseo.

— ¿Ayudas a alguien más a que ocurra? Ya veo…— Preguntó.

—Claro, pero ustedes son la amenaza más próxima— Admitió Celeste mientras pasaba sus cabellos detrás de su oreja.

—Vaya, así que todavía faltan preparativos— Diego soltó un suspiro frustrado y luego se dejó caer en la silla— Como sea, al menos, podrías decirme quien es quien te controla, o sea ¿Quién prometió cumplir tu deseo?

— ¿Cómo se, que no lo sabes ya?— Preguntó Celeste mirándolo con astucia.

­         —Tu sueño ¿Es el que yo conozco?— Diego frunció los labios— ¿Y cómo sabes que lo cumplirá? Podría simplemente estarte usando para lograr su objetivo.

—Creo que ambos podemos confiar— Celeste me sonrió como si nada pasará— Estoy segura de que si abogo por ustedes, aceptaría cumplir tus deseos y los de tus amigos si dejan que ocurra la fusión sin rechistar.

—Seguramente si— Diego frunció los labios, completamente de acuerdo— Pero incluso si conseguimos todo lo que queremos, nuestros sueños imposibles, no debería ser razón suficiente para destruirlos a todos.

—A veces me sorprende que seas tan amable— Celeste le sonrió y se recargo en su hombro.

—Además si alguien cumple tu sueño por ti ¿Te sentirías bien?­— Preguntó.

—Solo quiero poder respirar con normalidad, que no afecte a mis estudios—­ Le respondió mientras tomaba su mano con cariño— No importa cuánto me esfuerce, no podré recuperarme pero si mi deseo se cumple, podre seguir luchando.

Diego simplemente se quedó callado.

—Lo plantearé con tus amigos, al fin y al cabo, la otra chica espera que su deseo se cumpla también ¿Por qué no ofrecerle el trato a todos?­— Celeste no quería pelear en primer lugar, pero no tenía elección, eran órdenes.

—Qué bueno que te encuentro— Alejandro saludo a Karla con mucha naturalidad, fingiendo que no la estaba buscando por toda la escuela— ¿No deberías estar en clase?

—Tengo clase libre— Admitió Karla mirándolo con nerviosismo— ¿Buscas detenerme?

—No, claro que no— Se sentó en la mesa junto con ella— Al contrario, busco hablar para que, ya sabes, no tengamos que pelear…

—Las cosas son inevitables a veces— Dijo Karla mientras le miraba sobre sus lentes.

—No es verdad, siempre podemos hablar— Alejandro sonrió nerviosamente.

—Tu siempre peleas— Le dijo ella levantando una ceja.

—Si, como un deporte— Comenzó Alejandro, pero luego negó varias veces— Eso no es lo importante, lo importante que no tenemos que enfrentarnos, debemos más bien, unirnos como portadores de los Luceros.

—Según entiendo, si no pasa pasa, entonces mis deseos no se cumplirán— Dijo Karla mirándolo con seriedad.

— ¿Qué deseas con tanta fuerza?— Preguntó Alejandro, interesado.

—Quiero que finalmente me reconozca como la única mujer— Se lo dijo sin pensárselo— Sé que me quiere y yo lo quiero, así que solo quiero que él se dé cuenta, ya sabes, que lo reconozca para siempre.

Alejandro negó con la cabeza.

Cuando la conoció, termino con su novio y el vio la oportunidad, la quería mucho, pero al final, ocurrió lo que ocurrió y todo porque al final, ella seguía clavada con su novio. Las cosas no habían cambiado.

— ¿Puedo ver tu espejo?­— Preguntó Alejandro finalmente.

—Eh, claro ¿Para qué?­—— Preguntó Karla algo confundida, en realidad no veía problema, se supone que son enemigos pero ellos también tenían espejos. Quizá pueda sacar algo para poder terminar con las pesadillas.

Alejandro termino reflejado en el espejo y todo cambio.

Estaba en lo que parecía una sala del trono, con columnas griegas, tapetes rojos con fotos del rey que a Alejandro se le hacían de mal gusto. Las ventanas no dejaban ver hacia afuera.  

Y sobre el trono, estaba el novio sentado, mostrando toda su masculinidad, mientras estaba rodado de mujeres, muchas, pero cada una de ellas, eran completas copias de Karla.



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En el texto hay: libertad, magia, espejos

Editado: 25.09.2020

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