Luzbell

Capítulo L.

—Lamento llegar tarde— Saludo Alejandro llegando un poco tarde a la reunión. Se sentó en la mesa donde quedaron de reunirse y los miro a todos— No pude haber llegado tan tarde ¿Verdad?

Al día siguiente de la gran pelea, todos estaban regresando a su rutina normal, incluyendo ir a la escuela, solo que sin preocupaciones de que el mundo se acaba o sin preocuparse de que los alumnos y los maestros se golpearan entre sí.

— ¿Solo me preguntaba donde esta Catherine?­— Preguntó Sandra mirando a su alrededor— O Karla.        

—Oh, a Karla le están haciendo unos últimos exámenes— Explico Alejandro con despreocupación— Catherine se está encargando de la clase de hoy, pero estará presente, hasta se ofreció para hablarle ella.

—Es bueno escucharlo— José se veía satisfecho.

— ¿Y qué ocurre con Lety, ahora que lo pienso?— Pregunto Abigail hacia Gabino quien estaba en su estado impasible de siempre.

—Ella estará bien, ya despertó— Gabino se mostró totalmente tranquilo— La verdad es que no la he ido a ver, pero la verdad es que no lo veo necesario, creo que ella estará bien, y yo lo estoy, la verdad.

Los chicos lo veían calmado, cosa que los hacía sentir bien.

— ¿Y bueno, que han visto para la reunión?— Preguntó Alejandro aplaudiendo suavemente.

—Oh, en realidad es tan poco sutil— Admitió Sandra y todos asintieron dejando totalmente consternado a Alejandro.

Diego se encontraba sentado en una de las bancas leyendo un libro de fantasía con un chico y un tridente de portada, mientras hacía algunas notas en un cuaderno.

—Hola— Saludo Sandra acercándose con tranquilidad. Incuso si no la recordaba, seguía siendo su amigo y era fácil hablar con él— ¿Qué estás leyendo? ¿O estás escribiendo?

—Ambas cosas— Diego la miro con cierta desconfianza.

—Te gusta mucho ¿Verdad?— Preguntó Sandra acercándose poco a poco— La verdad es que me gustan tus escritos, ya sabes, a veces pueden llegar a ser sorprendentes, pero el cliché también está bien ¿No crees?

Diego la miro de nuevo, pero esta vez con cierta curiosidad.

—Gracias— Dijo sin pensárselo más.

Sandra se fue después de eso, dejando a Diego bastante confundido, pero bastante feliz en el fondo.

A la hora de la salida, Alejandro detuvo a Diego.

— ¿Qué pasa?­— Diego estaba muy confundido.

—Solo quería preguntar si quieres entrenar, sí que no es lo tuyo, pero seguro que te gustaría, ya sabes, aprenderás a defenderte y prometo que no te golpearé fuerte— Alejandro se crujo de brazos— Y eso nunca lo hago.

— ¿Es tu forma de llamar la atención a los talleres deportivos?— Diego alzando una ceja— Porque es pésima ¿Sabes?

—Nada te gusta ¿No?— Alejandro frunció labios y se fue, solo fingiendo desgana.

El día de Diego estaba siendo muy raro.

Al día siguiente Diego tuvo que ir a la biblioteca a buscar una tabla de resultados, solo tomaría un foto y se iría, pues estar en la biblioteca no le gustaba para nada, era sofocante de alguna manera.

—Ese libro es bueno, si es lo que buscas— Abigail se lo señalo con tranquilidad— Deberías llevarte, porque yo no me lo llevare, obvio.

—De todos modos aquí hay otro— La reconocía de algún lado, pero no podía entender de donde exactamente— Gracias por la sugerencia de todos modos.

—En realidad la biblioteca es sofocante ¿No crees?— Le dijo Abigail mientras sonreía de lado— Deberíamos irnos pronto, bueno, yo me iré antes…

Diego quedo completamente consternado.

Al salir se fue a sentar en una de la mesas para comenzar a pasar los datos que necesita para completar su tarea.

— ¿Me puedo sentar?— Preguntó Gabino sentándose rápidamente en la silla contraría— Hace mucho calor ¿No? Pensar que estamos solo a unos meses de invierno y aun no hace frio.

—Tienes un punto— Dijo Diego regresado al celular.

— ¿Y no deberías estar haciendo otra cosa?—­ Preguntó Gabino sin razón aparente.

— ¿A qué te refieres?— Preguntó Diego alzando una ceja.

—No sé, como escribir ¿Quizá?— Gabino se encogió de hombros y se levantó como si nada.

Diego rasco su mejilla con cierto nerviosismo. Es tipo…

Diego termino sus asuntos y se preparó para ir al trabajo, fue entonces que se encontró con José quien está jugando con un una consola portátil como si nada, algo muy raro en  la entrada de la escuela.

Un grito que hizo que Diego casi saltara.

—Ayúdame—Le detuvo José con cierta emoción, cosa que hizo retroceder a Diego.

— ¿Por qué yo?— Preguntó frunciendo fruncido el ceño.

—No lo sé— José se encogió de hombros y le enseño el juego— Solo es este nivel, por favor.

—Oh, yo tenía este juego pero…— Diego frunció la ceja, entonces negó con la cabeza— Pero no recuerdo donde lo deje, en realidad, como sea, deberíamos terminarlo rápido para irme a trabajar.



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En el texto hay: libertad, magia, espejos

Editado: 25.09.2020

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