Luzbell: Reflejos

Capítulo II.

El chico no pudo sino sentirse emocionado de que la chica se mostrará tan emocionada por el combate como él, por lo que lo único que pasaba por su cabeza era el hecho de que no se limitaría ni un solo instante, ni porque ella fuera una chica.

Por otro lado Sandra no podía evitar pensar que había algo malo en todo esto, pero a la vez la adrenalina y la emoción la invadían como una oleada de energía que la hacía querer enfrentarlo.

El chico se preparó, y claramente no iba a lo tonto, pues el chico se puso en posición del arte marcial que practicaba, nada menos que Lima Lama.

El chico se arrojó sobre ella al no poder resistirlo, y Sandra, de alguna manera logro ver sus movimientos esquivándolo nada grácilmente pero con la velocidad de él, recibió un segundo golpe directamente en su quijada por lo que cayó al suelo. Podía verlo pero sus reflejos eran lentos en comparación.

—Esperaba más de ti— Dijo finalmente el chico sonriéndole ampliamente mientras su expresión se tornaba aburrida— Pero nunca debí, la gente no tiene ni idea de lo que significa ser un guerrero, siempre humillándote sin saber la verdad… Por eso es mejor estar solo… ¡Eres una patética perdedora!

Sandra sostuvo su quijada, le dolía terriblemente, de hecho sentía el sabor de la sangre en su boca.

Sandra sin pensárselo dos veces término por lanzar un golpe al aire con el espejo, y el chico, pese a que estaba lejos por alguna razón vio el golpe más cerca de lo que parecía, por lo que del retroceso termino torciéndose el tobillo tan feo que no pudo evitar caer de rodillas de rodillas.

— ¿Qué mierda acabas de hacer?— El chico se sostuvo el tobillo herido, pero ¿Cómo mierda lo había hecho alejarse de ella? Seguramente el brillo de su espejo también este influyendo en él.

—No voy a dejar que hables así sobre mí— Dijo ella levantándose finalmente con una expresión molesta en el rostro— ¡No me conoces ni mucho menos! ¡No voy a ser aplastada por ti!

—La gente que no sabe que significa vivir, no merece ni mucho menos tratar de oponerse a mí— Dijo el chico mientras el espejo brillaba mucho más, como si de repente estuviera sosteniendo un foco brillante en la mano— Aplastaré a los débiles para demostrar que soy mejor.

—No puedo dejarte hacer eso— Dijo Sandra mientras le miraba— No dejaré que te pares sobre mi… Nadie puede ni podrá hacerlo nunca…    

—No te dejes llevar— Dijo una suave voz en su cabeza.

Entonces por un instante ella regreso a la normalidad, sus ojos habían dejado de brillar de color rojo, y simplemente podía ver al chico con aquella expresión molesta.

—Espera, espera, espera ¿Qué está pasando? ¿Por qué de repente estamos pelando? ¿Por qué nadie nos ha visto con el ruido que hacemos?— Preguntó ella finalmente, entonces el chico abrió los ojos como si también se acabará de dar cuenta de lo que estaban haciendo.

—Yo…— Comenzó el chico pero al final solo pudo sostener su cabeza y retirarse caminado por el pasillo por el que salió, como si nada hubiese pasado.

Sandra se quedó en el suelo, confundida, con el dolor en si quijada y con un tremendo dolor de cabeza.

Sandra no supo que hacer así que solo entro a su salón, todo parecía normal, ya nadie la miraba, o bueno, un poco pero no de manera rara, era como si de un momento a otro todo hubiese vuelto a la normalidad. El espejo estaba en su mano pero no brillaba. 

Sandra comenzó a pensar que se estaba volviendo loca de verdad.

Al llegar a su casa, el espejo seguía en su mochila pese que nuevamente trato de deshacerse de él. Definitivamente estaba maldito.

No pudo evitar pensar en todo lo que dijo sobre no ser derrotada ¿Por qué habría dicho cosas de esas? Ella jamás había sido conflictiva con nadie y no podía serlo en realidad así que… Definitivamente la estaban controlando. La maldición debía ser vudú o de ese estilo.

Se miró en el espejo, brillante, entonces sus ojos se pusieron rojos y nuevamente le fue imposible moverse, una Sandra con ojos rojos y sonrisa amplia la miraba fijamente.

—Tu eres débil, no puedes hacer nada por ti misma pero yo puedo hacerlo todo, puedo hacerlo todo yo sola y sin que nadie me lo diga, puedo tomar mis propias decisiones, puedo hacerlo— Dijo la nueva Sandra en su reflejo— Solo dejarme hacerlo...

Sandra por primera vez en mucho tiempo se sintió aliviada.

Aliviada de no tener que cargar con el futuro de su familia, tener que ser la mejor en todo como sus padres siempre habían querido, se sentía aliviada de no tener que cumplir con las expectativas de otros y se sentía aliviada de no tener que hacer algo que no le gustará con el fin de complacer a otros. No, en realidad ya había dejado de sentirse así hace mucho tiempo.

—Déjamelo a mí— Volvió a decir la voz de la Sandra de su reflejo.

—No te dejes engañar por ti misma, lucha— Dijo aquella suave voz en su cabeza y de un momento a otro el espejo había salido volando hacia el suelo mientras ella estaba llorando, derramando lágrimas en el suelo.

¿Qué mierda le estaba pasando?

A la mañana siguiente todo estaba raro de nuevo, sentía la mirada de todos, juzgándola pero sobre todo y como si se tratara de una maldición, escuchaba ecos de sus voces tratado de presionarla y de glorificarla.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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