Luzbell: Reflejos

Capítulo V.

Sandra disfruto bastante su día, y vaya que lo hizo, no paro de reír, los chicos de su grupo eran todos muy graciosos, aunque claramente había de todo, muchos no parecían chicos típicos ricos, y otros por el contrario entraban en tal estereotipo a diversos niveles.

— ¿Por qué estás tan callado?— Preguntó Sandra hacia uno de los chicos que hasta hace un rato estaba hablando enérgicamente sobre la aburrida clase anterior.

Era un chico de tez pálida, bastante pálida, ojos color negro profundos, y cabellos cortos, como de militar, era delgado, muy delgado, pero como Sandra se dio cuenta con el intercambio de ideas anterior, el chico era muy sociable y no le importaba comenzar a ser negativo con algunas cosas. 

—Oh, lo siento, solo pensaba— Dijo el chico en respuesta mientras la miraba finalmente, pues por alguna razón estaba perdido en el pizarrón— ¿No te pasa? ¿Qué necesitas desconectarte de todos?

—Sí, entiendo— Dijo Sandra en respuesta mientras asentía— Yo siempre suelo hacerlo, sobre todo cuando tengo mucho en la cabeza pero no sé qué manera es la correcta de hacerlo…

— ¿Manera correcta?— Preguntó el chico mirándola con una ceja levantada y con una expresión de sorpresa— ¿Cómo lo haces normalmente? ¿De cabeza? ¿Pones tus manos en orina de vaca?

Sandra no pudo evitar temblar al recordar la orina.

—No, supongo que suelo tomar una copa o dos— Dijo ella finalmente tratando de desviar el tema y la mirada atenta del chico— O tener sexo pero es difícil por el momento.

— ¿Difícil?— Preguntó el chico mientras se lo pensaba— No tienes una pareja ¿Eh? No te preocupes, seguro la encontrarás pronto, los chicos aquí realmente son bastante enérgicos así que alguno surgirá. Les llamarás la atención por tu baja estatura.

—Supongo que tienes razón— Dijo Sandra en respuesta, en realidad los chicos eran lindos, la mayoría— Espera ¿Por qué mi estatura es un factor importante?

—Por cierto, déjame decirte otra cosa— Dijo el chico sacando a Sandra de su interés por la respuesta de la pregunta anterior— No importa cómo te desconectes de las personas, solo hazlo, muchas veces es necesario.

Sandra solo pudo asentir ante la sonrisa tan extrañamente amable del chico.

— ¿Cuál era tu nombre?— Preguntó Sandra finalmente con cierta vergüenza.

—Claro, creo que no nos presentamos directamente— Reconoció el chico mientras extendía ambas manos hacia ella— Soy Uriel Martínez.

Sandra termino presentándose también tomando una de sus manos, algo que al menos pareció sacar de onda al chico quien había extendido ambas manos sin razón, en realidad Sandra no entendía esa acción.

— ¿Cómo te fue?— Preguntó su abuelita mientras ella iba llegando, cosa que de alguna manera termino haciéndola saltar— Oh, lo siento, no debí hablarte tan alto.

—No esperaba que estuviera hoy en casa— Dijo Sandra en respuesta mientras cerraba la puerta tras ella— ¿No fuiste a ayudar con el puesto de verduras? ¿Te lastimaste o algo? ¿Chayo está bien? 

—Calma, calma— Respondió su abuelita mientras se acercaba para poner su mano de forma cariñosa en el hombro de Sandra— Todo está bien, simplemente hoy no abrimos, quisimos tomarnos un día libre.

—Es bueno ver que ya llego, señorita— Dijo Carmen asomando su cabeza desde la cocina con una gran sonrisa.

—No me digas señorita cuando no están mis padres, es algo incómodo ya que tenemos la misma edad— Sandra se sentía avergonzada de verdad, ella era Carmen Castró, una chica de cabellos largos enchinados, ojos color ámbar y piel blanca, era hermosa y muy lista pero trabajaba en lugar de estudiar.

—Lo siento, no quiero equivocarme y decirle Sandra o Sand delante de sus padres, señorita— Respondió Carmen regresando la cabeza dentro de la cocina— Pronto estará la comida, la señora me ayudó mucho.

—No te preocupes, de verdad, hablaré con…— Sandra carraspeo y entro a la cocina por lo que al instante el aroma del pollo en salsa de tomate y el caldo con arroz invadió su nariz— ¡Huele delicioso! ¿Lo preparaste tú?

— ¿Le parece imposible?— Preguntó Carmen mirando a Sandra con una peligrosa sonrisa, era amable y hermosa pero definitivamente parecía haber dicho algo mal— Su abuelita solo me dio algunos consejos pero parece ser que necesito más para que siempre huela delicioso.

— ¡No es por eso!— Exclamó Sandra restregando su rostro en el de Carmen quien la dejo hacerlo— Me gusta como cocinas, solo digo que es de las pocas veces que entro en la cocina y olfatearlo de cerca, es diferente.

—Vale, vale, te salvaste— Dijo Carmen apartando a Sandra con un leve sonrojo en el rostro, pese a mostrar un rostro orgulloso— Terminaré en un segundo y le serviré ¿De acuerdo? Señora, debería ir a sentarse también…

— ¿Necesitas que este contigo?— Preguntó sus abuelita con aquella amable sonrisa que hacia tranquilizar a Sandra.

—No hablaré hoy con ellos, creo que aún no estoy lista— Dijo Sandra sonriendo de lado mientras ocultaba el temblor de sus manos— Tengo que preparar algunas cosas antes y necesito pensar que diré exactamente.

—Bien, entonces supongo que tomaré mi comida en mi habitación, estoy algo cansada y ya saben que no puedo estar mucho tiempo de pie— Dijo su abuelita hacia Carmen quien asintió— Gracias, hija.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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