Luzbell: Reflejos

Capítulo XIV.

—Cuando encontré mi espejo, no sabía que pensar pero yo… Aún tengo pesadillas pero no son diariamente— Comentó Irene mientras miraba a ambos chicos que ya habían contado sus historias— No las comprendo pero por lo que veo es diferente con ustedes, yo jamás entre en ese extraño frenesí y desde  el principio pude usar mi poder elemental.

—Debe ser diferente para cada persona, aunque debe haber cosas similares entre uno y uno— Dio Sandra mientras se lo pensaba para luego tomar su mano— Te ayudare con tu pesadilla ¿Vale? Si no se presenta ese estado de frenesí, que mejor, pero lo resolveremos cuanto antes por si acaso.

Irene se mostró aliviada de tenerla ahí. 

—Ya veo— Comentó Alejandro tras escuchar la historia de las chicas con suma atención— Cuando dijiste que trataban de ponernos a prueba, sospeche que se trataba de algún tipo de enlace psíquico pero ¿Cómo? Esto es realmente magia. Los elementos no solo estaban dentro de nuestra mente, creo. Además, es un alivio saber que si esa criatura me atrapaba, no me mataría.  

Sandra termino contándoles todo obre su experiencia con los espejos saltándose la parte de esa noche húmeda en el mal sentido. Era su forma de estar a mano tras lo que vio dentro de su mente o dentro de ese mundo.

Irene hizo lo mismo pero no podía contar mucho, sus pesadillas habían sido extrañas con ese extrañó diamante gigante. Todos estaban incomodos respecto a esa pesadilla por alguna razón y no solo porque no había terminado.

—La verdad es que no se nada más— Dijo Sandra mientras soltaba un largo suspiro— Incluso  si somos tres, no creo que podamos entrar una respuesta, ni siquiera sabemos si la escuela es el origen o el origen es otro lado.

—Tendremos que investigar— Dijo Alejandro mientras se miraba tranquilo en el reflejo de su espejo— Quizá en la biblioteca encontremos algo.

—Y-yo ya busque en la biblioteca pro no encontré nada— Menciono Irene mientras fruncía los labios hacia los chicos— Pudo escapárseme uno que otro libro pero ninguno parecía salirse de lo normal, ni siquiera los de fantasía para la distracción tenían detalle sobre esto…

—Eso es un problema— Dijo Alejandro mientras se lo pensaba un poco— Podríamos darle otra oportunidad y quizá buscar en internet…

—Hagamos la investigación y reunámonos para buscar en la biblioteca— Dijo Irene mientras asentía suavemente— Es un buen plan.

Con eso dicho, los chicos se separaron y decidieron dejarlo por el momento.

Cuando Sandra llego a su casa se dejó caer en la cama y soltó un suspiro casado. Estaba agotada. Usar su poder si le cansaba de alguna manera, pero no era nada del otro mundo.

Su mente, pese a pensar en lo que pasará este fin de semana con sus padres, también pensaba en eso de saber más, claro que quería pero comenzaba a pensar que sería peligroso, sobre todo si los espejos eran realmente maldiciones o peor, algo que ellos no podrían llegar a comprender.   

Alejandro termino de cocinar cuando llego a su casa, para llevarle de comer a su padre. En realidad no se sentía nervioso, pese a lo que estaba por hacer, al contrario, se sentía extasiado.

Su padre se movió para que Alejandro pusiera el plato en su lugar, y dispuesto a decirle algo, se detuvo. Alejandro lo miraba severamente, una mirada que le recordó la suya propia.

—Voy a ser el jefe, lo mejor será tomar el control ahora, honestamente no creo que estés haciendo un trabajo bueno, estas viejo— Dijo su hijo mientras se cruzaba de brazos de manera autoritaria.

— ¿Eh?— Su padre se mostró sorprendido por el cambio de actitud de su hijo pero no dijo nada, simplemente bajo la cabeza y se levantó— Si vas a hacer eso, entones yo ya no tengo nada que enseñarte.

—Nunca me enseñaste nada— Dijo su hijo y asintió— Me las arreglaré solo, siempre he podido hacerlo.

—Ya veo— Su padre finalmente comenzó a caminar con su plato en las manos— Los documentos están en el escritorio ordenados, la llave esta tras la foto, pero supongo que los ordenaras de nuevo. Solo ten cuidado con...

—Lo sé, yo me encargo, gracias— Le dijo Alejandro sentándose en el lugar que era de su padre.

Su padre salió y solo por un breve segundo lo vio sonreír.

Alejandro soltó un suspiro aliviado y comenzó el trabajo. Iba a ser duro pero estaba preparado, se había mentalizado desde el principio, pero debía hacer algo. Al menos por el momento.

Cuando comenzó a ordenar los documentos, encontró una foto, en ella estaba él con sus dos hermanas mayores, su madre y su padre. Estaban frente a la casa y todos estaban sonriendo. Sobre todo él que tenía sujeta a su madre.

Debía buscar un portarretratos.

Mientras tanto Irene tuvo esa pesadilla, como esperaba, y claramente sin ningún cambio.

En ella, seguía sin poder moverse, muy diferente a como los chicos describieron la suya, pues ese dialmente sin forma no hablaba solo al asfixiaba hasta que finalmente despertaba.

Los días avanzaron con tranquilidad para los tres, más allá de que Alejandro tuvo que dejar su práctica solo esa semana mientras arreglaba los papeles de su casa y sus múltiples negocios. No esperaba que fuera tanto pero tampoco le sorprendió con lo ocupado que siempre estaba su padre.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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