La chica reacciono al instante y se fue, no sin antes lanzarle una mirada confundida a su compañero y al otro chico que también se estaba recuperando ¿Qué fue eso, una onda de gravedad? No era momento de buscarle explicaciones…
— ¿Estás bien?— Preguntó su compañero mientras sobaba su cabeza y la seguía—Esto que paso fue…
—Raro— Dijo finalmente la chica mientras miraba al otro chico que simplemente se fue como si nada— ¡Espera! ¿Qué está pasando? ¿Podrías decirnos?
—Yo tampoco se nada— Le respondió José mientras hacia una mueca y se movía hacia la salida sin más. Lamentablemente era verdad, no sabía más y mencionarles lo de las pesadillas era inútil, pues podían descubrirlo solos.
—Deberíamos irnos—Dijo Gabino Luna mientras miraba a la chica—No vale la pena pensarlo mucho, quizá fue el estrés o…
Ambos miraron lo espejos en sus manos con nerviosismo. Era claro que todo tenía que ver con ese hermoso espejo.
— ¿Cuándo descansa tu hermano?— Preguntó Sandra al día siguiente, a Irene, a quien había alcanzado antes de salir— ¿Y está en casa? Sé que son preguntas muy raras pero necesitamos hablar con él de algo bastante urgente.
Irene se mostró muy nerviosa. Su hermano ya le había dicho que no era buena idea buscar nada sobre los espejos.
—Verán, es algo bastante curioso…— Irene les sonrió nerviosamente tratando de explicarse.
—No, solo necesitamos que nos cuente algo. Tú también debes de tener muchas dudas—Dijo Alejandro mientras le sonreía amablemente. Ya había escuchado la advertencia de Diego— Y se nota que él sabe mucho más que nosotros.
Irene quería decirle que eso ya lo sabía.
—Bueno, descansará mañana sábado— Irene trato de recordar el horario de su hermano— Dijo que por la mañana vendría aquí a buscar un libro y luego estará en casa todo él día, en ese momento quizá podamos hablar con él.
—Perfecto ¿Podemos ir a tu casa, entonces? Llegaremos cosas para hacer de comer, si no te molesta— Dijo Sandra sonriéndole un poco mientras tomaba su mano. Ella también quería saber más, pero para terminar con ello.
—Pero, como les decía, él me dijo que lo mejor sería alejarnos de los espejos, por nuestro bien— Continuo Irene ganando valor— Quizá se moleste si seguimos insistiendo. Me dijo que también lo interceptaron ayer.
—Es verdad pero no podemos quedarnos así ¿Verdad?— Alejandro se mostró molesto mientras miraba a Irene—Debería compartirnos algo de lo que sabe, entonces no lo molestaremos más.
—Creo que lo hace para protegerme y de paso a ustedes—Irene estaba segura que era por eso que lo hacía, más que por ser puramente egoísta.
—Intentémoslo de nuevo, si nos rechaza, entones lo dejaremos finalmente— Dijo Sandra frunciendo los labios. Diego sabía que era peligroso y eso solo hacia querer salir a Sandra más pronto que tarde de ese problema.
Irene finalmente asintió. En realidad se sentía feliz de poder recibir visitas en casa.
A la mañana siguiente, Diego camino en la biblioteca, esperando que no hubiera nadie, entonces busco los libros de los estantes del fondo y lo tomo, pero ante su sorpresa, no pasó nada cuando lo saco.
— ¿Qué haces?— Preguntó una chica de baja estatura frente a él, parecía buscar un libro también— ¿Buscas un libro para la tarea del viernes?
—Claro— Respondió regresado el libro a su lugar.
—Eso está mal— Le regaño rápidamente la chica mientras también sacaba el libro—No puedes reacomodarlos tú, debes dejar que la dirección lo haga, ellos saben cómo están organizados y eso ayuda a otros a encontrarlos.
—Es el mismo lugar de donde lo saque, no debería haber…—Comenzó Diego pero fue interrumpido por la niña quien negó con la cabeza varias veces.
—Es como en aquella serie—Dijo ella para sí misma, mientras soltaba una débil risita.
— ¿Disculpa?— Diego se mostró muy confundido pero ya no dijo nada.
Esa niña era rara, su nombre era Abigail Galindo. No hablaba mucho en el salón y cuando lo hacía parecía simplemente para hablar de trabajos y hacer referencias que nadie entendía. Era muy linda con sus cabellos castaños cortos, ojos café oscuros, tez acaramelada, labios gruesos, una actitud bastante pasiva y expresiones que dejaban en claro lo que pensaba pero era muy difícil simplemente acercársele o entenderla.
Diego termino renunciando a hacer lo que venía hacer y fingir que le importaba hacer la tarea mientras la chica lo acompañaba y mencionaba uno que otro dato de los libros. Ella si estaba metida en su carrera.
Tras una larga charla donde Diego aprendió más sobre Abigail y la veía más lejos de sus posibilidades, se encaminó a casa sin libro pero solo por poco, pues dijo que había olvidado su credencial de préstamos en casa. Abigail era muy insistente.
— ¡Bienvenido!— Saludo Irene mientras veía la televisión y hacia su tarea. Miro hacia él con interés— ¿Encontraste el libro que buscabas?
—Ah, no— Diego recordó que ese también había sido su pretexto para ir a la escuela un sábado— No, parece que se agotó de momento, esperaré el lunes. Parece que tarde demasiado.