—Entonces creo que deberíamos…— Comenzó Irene hablando del trabajo que tenían que hacer.
—Lo siento ¿Creen que podríamos hablar?— Les dijo una chica interrumpiéndolos rápidamente. Irene la conocía, una amiga de su hermano— Necesito hablar con Gabino y María.
Los chicos se levantaron e Irene se quedó ahí junto a Mauricio. Había algo extraño ahí pero no podía explicarlo.
— ¿Qué estará pasando?— Preguntó Mauricio hacia Irene.
Irene no tuvo más opción que encogerse de hombros.
Diego miraba de lejos a su pequeña amiga Abigail, la cual estaba hablando despreocupadamente con sus amigas. Diego pensó que era increíble que alguien la aguantará pero su punto ahora era protegerlas, no solo a ella.
Ella también tenía un espejo, la había visto experimentar la fiebre mágica hace unas semanas, pero no enfrento a nadie. Lamentablemente desde el caso de aquel chico, comenzó a pensar que alguien estaba manipulando para mal a los usuarios de los espejos.
Tenía aprovechar ahora que su amiga estaba haciendo no sé qué cosas con otros tipos. Algo sobre buscarlos para un trabajo.
— ¿Qué se supone que haces?— Preguntó su amiga detrás de él, cosa que lo hizo saltar un poco.
—No me asustes así— Dijo Diego soltando un suspiro al reconocer a la chica— Estaba por soltarte un golpe.
— ¿En serio?— Preguntó Celeste Vázquez. Una chica de baja estatura, ojos negros, cabellos chinos largos morenos y piel bronceada, labios delgados y una expresión de siempre estar riendo.
—No— Le dijo Diego para girarse directamente hacia ella— ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas algo de mí?
—Solo quería saber si íbamos ir a comer ¿O prefieres seguir espiando a Abi?— Le pregunto totalmente despreocupada.
—No la estoy espiando, solo comprobaba alguna cosas— Le dijo Diego mirándola, visiblemente molesto— Como sea, vámonos, no creo que pase nada malo, de momento… No ha pasado nada en mucho tiempo.
—Deja de ser negativo— Le sugirió Celeste.
Una sensación extraña lo invadió pero ¿De dónde? No era Abigail pues ella estaba ahí, como si nada, hablando.
Las clases terminaron, y ese día no hubo práctica de karate o lima lama por lo que los tres chicos se juntaron como hacían siempre dispuestos a practicar sus poderes. Ya llevan tiempo haciéndolo.
Irene llegara tarde a su entrenamiento pues tenía que atender un trabajo con sus amigos de grupo.
Sandra, pese a que no quería formar parte del grupo mágico, quería aprender a usar más sus poderes, pues el espejo parecía no querer irse nunca y quizá podría ser útil en un futuro.
Por otro lado José y Alejandro se veían más emocionados, no solo por usar un poco más sus poderes, sino porque para ellos, sabían lo suficiente, pero aún quedaba mucho por descubrir sobre los espejos.
—No hemos encontrado nada en meses, me parece que no sabemos nada— Los contradecía siempre Sandra.
—Es verdad pero creo que el caso de Pepe nos ha dejado algunas cosas interesantes, mientras tratamos de encontrar tiempo con la apretada agenda de Diego— Dijo Alejandro de nuevo, convencido de que tenían algo.
Sandra estaba siendo injusta. Era verdad que tenían algo.
El caso de José no solo les dejo en claro, aunque gracias a Diego, que alguien estaba controlado a los que tenían espejos que aún no podían controlarlo. También les dejo en claro, gracias a José, que cada uno tiene su propia forma de enfrentar sus miedos y de terminar la pesadilla.
Pero Diego era su pista más grande, solo que los había estado evitando con tal gracia que no podían discutir con él.
—Además hemos avanzado mucho con nuestros poderes— Dijo José mientras se sentaba a comer con ellos. Normalmente comían ahí por si el tiempo se les iba volando. Eso y que Sandra comía demasiado.
Eso era verdad pero aún les quedaba mucho por aprender.
Alejandro había ayudado a Sandra con práctica física y respecto a los poderes se complementaban uno con otro conforme los usaban.
Por otro lado también habían descubierto que cuando ellos usaban sus poderes, la gente irregular no estaba presente, quizá fuera por magia de los espejos y cuando una persona normal los veía usando sus poderes, esta no parecía para nada sorprendida. Su teoría era que olvidan que los vieron pero no estaban seguros.
—Además, estamos olvidando a esos dos…— Comentó José mirando a sus amigos mientras hacia una mueca.
José les había hablado de aquellos dos chicos que lo atacaron. No podía recordar mucho debido a la fiebre y esa era su única pista.
—Mientras no nos ataquen, creo que estamos bien— Le dijo Sandra con despreocupación.
—De hecho tengo una pista— Dijo Alejandro sonriendo orgulloso mientras se cruzaba de brazos.
— ¿Una pista?—Pregunto José mirándolo— ¿Sobre ellos?
—Quizá, no recuerda mucho así que podrían ser otro dos— Dijo Alejandro mirándolo y luego mirando a Sandra— Catherine me conto que últimamente han visto a dos actores por ahí, dando vueltas y peleado con la gente.