Luzbell: Reflejos

Capítulo XXII.

—Sí, eso me pareció también ¿Y están saliendo?— Preguntó Sandra mirándola con una ceja levantada. Solo podía sospechar que los controlaban, Irene era más diestra en eso— Parecen muy unidos, al menos.

—E-es complicado— Irene no sabía que decirles. Parecían pareja, si, a simple vista pero María era una persona insegura hasta en sus relaciones y Gabino tenía un problema con su propia autoestima.

— ¿Qué tanto?—  Preguntó Alejandro con cierta curiosidad.

—La verdad es que no creo que sea correcto que se los cuente— Dijo Irene mirándolos con cierta vergüenza— La pregunta es ¿Quién los estaba controlando? ¿Por qué hasta ahora atacarnos? 

—Quizá quería tomarse una pausa— Le dijo José con despreocupación— Sonará a cliché pero seguro requiere mucha energía controlar espejos ¿No creen? 

Irene solo pudo mostrarse de acuerdo ante eso, por alguna razón lo sabía.

Sandra se preguntó porque la fiebre se detuvo cuando ella apareció. Antes no había pasado. Era casi como si Irene también fuera una irregular.

Gabino jalo a María con suavidad, y esta última simplemente se dejó arrastrar.

—Lo siento— Se disculpó Gabino, deteniéndose cerca del edificio de ciencias. Miro a otros lados y soltó un suspiro cansado. Él era consciente de que era la única forma de salvarse.

—Ya puedes soltarme­— Le dijo María finalmente, pero sin apartar la mano en ningún  momento.

—Si— Le dijo Gabino soltándola finalmente con nerviosismo.

El silencio se hizo bastante pesado entre ellos.

—Supongo que lo mejor sería irme— María hizo una mueca casi imperceptible mientras comenzaba a caminar. Gabino la siguió de cerca, ellos iban en la misma dirección, al fin y al cabo.

—Debemos hacer algo con los espejos—­ Le dijo María finamente mirando a Gabino— Siento que es incómodo para ambos.

Gabino quería decir que no. A él no le incomodaba caminar a su lado, aunque sea de esa forma. De hecho casi podía ser la única forma en que podría estar con ella. El aroma que desprendía era tan familiar que incluso caminar a su lado era bueno para él.

María pensó como desde el principio había encajado con Gabino Luna, pese a ser mucho mayor de edad, era un chico que lo escuchaba y la hacía sentir segura, además, no podía descartar que sentía algo por él pero no podía solo decírselo pues algo se lo impedía.

La noche llego finalmente y Gabino miraba el espejo con curiosidad. Sus ojos rojos y aquella sonrisa lo hacían sentir incomodo pero no podía dejar de verlo, incluso cuando no decía nada.

—Eres un animal— Dijo el Gabino del espejo mientras ampliaba más su sonrisa— Pero eres consciente de ello ¿No? Actúas duro para con las personas pero eres alguien que no ha hecho más que actuar como un niño. Y no solo eso, actuar como un niño mimado frente a otra niña mimada.

Gabino no dijo más. Él pensaba que escuchando podría comprender y cambiar.

El cerró sus ojos finalmente dispuesto a entrar en la pesadilla.

Caminaba por la escuela, todo parecía normal, incluso las personas que pasaban por ahí dispuestos a ir a su salón o a algún taller. A su lado estaba María Pantoja mirando hacia algún lado.

—Bonita ¿Verdad?— Preguntó ella sin mirarlo.

—No tanto como tú— Dijo Gabino con una sonrisa, mirándola a ella directamente.

— ¿No te das asco?— María se detuvo finalmente sin mirarlo, pero esbozado una mueca de asco— Nunca vas a llegar a nada, yo tengo novio y tú sigues aquí, buscando algo de mí, desesperadamente como un niño que quiere atención.  

—Eres como yo, también quieres atención de mi parte— Dijo Gabino con su vista fija en ella— No finjas que todo lo que hemos hecho en mi casa no pasó…

—Una simple herramienta para mi entretenimiento y mi falta de atención— Dijo la chica, entonces se giró para verlo. Sus ojos ya eran cuencas vacías y sus dientes habían desaparecido para dejar ver un enorme agujero negro por boca.

Gabino se alejó del monstruo rápidamente.

—Eres una herramienta de mis placeres— Dijo de nuevo María, no había cambio en su cuerpo, solo en sus rostro que parecía deformarse más alrededor de su boca— No serás más pero siempre puedes ser menos.

—No creo que eso sea verdad— Él pensaba que realmente hablaba con María. Que realmente sus espejos estaban conectados— Tu mejor que nadie sabes que esas son puras mentiras.

—No te engañes, te desechare cuando termine— Dijo María nuevamente acercándose a Gabino, este rápidamente retrocedió— No eres más que un placer necesario para mi mientras lo real me espera.

Gabino pensaba que era realmente María debido a esas palabras. María siempre hablaba de lo seguro y lo real. Con su novio.

Gabino solo debía correr de aquella María y gritarle todo lo que sentía. Esa era su forma de enfrentarla pero también estaba convencido de que no habían salido porque aquella María no admitía la verdad.

Gabino estaba convencido de que era una prueba conjunta.

Mientras tanto, María enfrentaba también su pesadilla.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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