Luzbell: Reflejos

Capítulo XXVIII.

—Entiendo— Daniel se veía bastante tranquilo pero por dentro estaba algo dolido, lamentablemente su autoestima no le permitía tomar una decisión tan a la ligera— ¿Qué sigue?

—Yo te amo— Le dijo María con el rostro cargado de pesar.

— ¿Cómo puedo saberlo?— No quería saberlo, realmente.

—Es la verdad, al que quiero es a ti, ya tenemos planes ¿No?— Le apunto María evitando hacer una mueca de dolor— Pero es verdad que traicione tu confianza y no podría culparte por la decisión que tomes.

María admitió que estuvo con Gabino como una pareja un tiempo, como una especie de prueba.

—Lo entiendo, necesito pensarlo— Dijo el chico asintiendo y levantándose para irse— Eres mi vida ¿Sabes? Ahora mismo solo necesitamos pensarlo, ambos ¿De acuerdo?

Daniel finalmente se fue, dejando a María ahí, la cual se sintió miserable. Sabía que en algún momento eso pasaría, más bien solo se sentía decepcionada de cómo fue que se enteró.

Debía terminar con eso.

—No podrás, nunca podrás— Le dijo la voz del espejo, su propia voz— Eres tan insegura que regresarás con él y seguro él hará lo mismo. Deberían ser adultos y tomar una verdadera decisión.

—No sabes nada de mí— Le respondió.

—Yo lo sé todo, por eso puedo decirlo— La voz se tornó divertida— ¡Y tu necedad te matará!

María aun no quería creer nada de eso. No era ella y aunque supera de ella, no significaba que dijera la verdad. Ese espejo trataba de cambiar su forma de ver la vida pero no lo haría tan fácilmente.

—No, yo solo quiero que te des cuenta de tus errores y los aceptes— Le dijo la voz nuevamente, sacándola de sus pensamientos— Si cambias o no tu asquerosa vida, depende de ti.

No estaba segura ni pensando.

La noche finalmente llego y María le hizo frente a su pesadilla, que había cambiado ligeramente.

— ¡Eres mala!— Le gritaba su novio tan fuerte que hacia retumbar todas la paredes— Ahora tendré que quitarme la vida ¿Entiendes? Ya no tiene sentido que esté vivo.

—Lo sé, pero debes saber que realmente te amo, siempre estaré contigo, nuestros planes son inquebrantables, eres mi futuro— Ella trato de tranquilizarlo acariciando sus cabellos.

— ¿Me amas?— Daniel sonrió tétricamente, como si su rostro se desencajará totalmente— ¿Seguridad? Pero arriesgas tu seguridad por una diversión momentánea ¿Es lo que me estás diciendo? ¡Ni siquiera tienes idea de lo que quieres!

María quería decirle que lo sabía pero Daniel tomo su mano con fuerza.

—Tengo una idea perfecta— Le dijo mirándola fijamente levantando el rostro— Te mataré y luego me matare, ese será nuestro futuro asegurado ¿Lo entiendes? Tendremos un futuro asegurado, como quieres...

— ¿Matarnos?— Preguntó ella con nerviosismo.

­—Claro, así nadie se interpondrá entre nosotros, es el futuro más seguro ¿No lo crees, mi amor?— Le dijo su novio en un suave susurro— Si dices la verdad, entonces tan fácil que es hacerlo ¿No?

—No te muestres inseguro ahora­— Le dijo abrazándolo por detrás— Podemos hacerlo juntos, no pasará de nuevo, eres mi seguridad, mi amor, todo estará bien… 

— ¿No lo entiendes?— Le dijo su novio apretándola contra sí mismo— Tu eres la insegura, tomando la salida segura para ti, creyendo que es lo mejor, incuso cuando y te detengo, cuando mii inseguridad te causa miedo.

El corazón de María comenzó a latir muy rápido mientras su novio apretaba sus brazos con mucha fuerza.

—Estar atada a una persona no es sano, mi amor— La voz de su novio se escuchaba mucho más segura, más profunda, como ella nunca lo escucho hablar— Si crees que puedes salvar a una persona insegura solo porque si, te equivocas, ni tú misma eres segura… Aceptas unas cadenas argumentando tu seguridad y tu propia libertad pero no tienes idea de lo que eso significa.

María ya había empezado a forcejear pero fue imposible soltarse. Ahora Daniel comenzó a devorarla, como si fuera malvavisco.

—Te consumiré, y no solo yo…— Dijo otra voz, era Gabino que se acercó a comerla también.

Ella termino saltando de la cama debido al dolor. Aun podía sentir como su piel era arrancada pero nada pasaba realmente. Su cuerpo dolía y no pudo evitar soltar lágrimas de desesperación.   

Al día siguiente, Irene estaba sirviendo los desayunos en los trates cuando dejó caer gran parte del arroz en la mesa. Se sentía inquieta por lo que pudiera pasar en el salón con esos dos.

— ¿Estas bien?— Preguntó su hermano mirando el arroz en la mesa— El arroz va dentro del traste.

—L-lo siento, solo pienso en otra cosa, chistosito­— Se disculpó rápidamente con una mueca indignada.

— ¿Algo te preocupa?­ —Pregunto nuevamente su hermano ayudándola a servir los trastes de comida— Puedes contarme, si quieres.

—No es nada grave— Le dijo su hermana con una sonrisa nerviosa—­ Son peleas de pareja.

— ¿De pareja?— Pregunto Diego mirándola con los ojos entrecerrados­— ¿Tu pareja?



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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