Luzbell: Reflejos

Capitulo XXIX.

Al final Gabino solo la hojeo, pues tenía que hablar con María antes de que salieran del salón y ella corriera de él, seguramente.

—Suerte— Le deseo Sandra— Cuando todo termine podremos hablar, si quieres, amigo.

—No sé si con lo duras de tus palabras me podrás reconfortar pero lo haré—­ Le dijo Gabino finalmente despidiéndose de ella.

Sandra se quedó pensando un breve momento.

—Espera ¿Qué se supone que eso significa?— Preguntó cuándo Gabino ya se había ido.

Gabino no pudo evitar pesar en su resolución. En realidad él sabía que no era una solución, solo era una forma de actuar a la larga. Si todo sale bien, ya no tendrá nada que ver con él.

La pesadilla comenzó como siempre, con él caminando con María por toda la escuela.

Recordó que esa María es la de su subconsciente, no la verdadera y que nada de lo que le diga la hará cambiar ni mucho menos. Más bien era su forma de gritarse si mismo con esa forma tan linda.

—Es bonita ¿No?—  Le preguntó como siempre.

—Si, como tú— Gabino se mostró tranquilo al responderle.

— ¿No te das asco?— Preguntó la chica con una mueca de desagrado en su rostro— Ahora ya sabes que todo pasa en tu mente y sigues aferrado a una idea estúpida ¿Qué quieres? ¿Seguridad? ¿Amor? ¿Sexo? No pudo darte eso, yo estoy con alguien más.

—Y no puedo cambiarlo ¿Verdad?­—Gabino sonrió de lado.

—No puedes, nunca podrás— Le respondió ella mirándolo fijamente.

—Te amo y te lastime y creo que es nuestro punto de quiebre— Le dijo Gabino deteniéndose en medio de aquel patio.

—Hiciste algo más que lastimarme— Le dijo María deteniéndose de manera muy dulce pero cuando su rostro se mostró, ya estaba deformándose.

Gabino se preparó.

La boca de María comenzó a expandirse y a deformarse mientras un vórtice oscuro  profundo parecía tragar la vida y los colores que antes los rodeaban. A su alrededor las personas se veían como siluetas negras sin personalidad o forma.

— ¡Que ingenuo!—Le dijo María acercándose a él con lentitud— ¿Sabes que puedo destruirte solo diciendo algunas simples palabras? ¿De verdad quieres eso?

—Sé que puedes hacerlo y lo harás—Le respondió Gabino soltando un suspiro— No puedo elegir a quien amo pero se perfectamente que no me harás ningún bien. Ni yo a ti.

— ¿Que tonterías estas diciendo?— Preguntó la criatura avanzando más rápido.

—Eres al único que usa­— Irene le dijo aquella con una expresión molesta totalmente impropia de ella.

Eso era verdad. Ella no dejaría a su novio, incluso cuando cortaban y regresaban de vez en cuando, no lo haría, nunca lo haría y lo que él hacía era comerse las sobras, y eso era molesto. Por eso hizo lo que hizo.

Pero era consiente de todo eso incluso cuando lo hacía, entonces ¿Por qué lo hacía?

En el fondo pensaba que ella cambiaría, que le daría la oportunidad verdadera pero hasta ahora solo eran fantasías suyas que no estaban ni cerca de lograrse.

—La verdad es que su novio no es para ella, la limita mucho— Dijo Gabino en algún momento hacia Irene, una de las veces en que María no se había presentado a clases por cualquier razón.  

—Por lo que sé, si— Respondió Irene medio asintiendo.

—Todo dependerá de ella— Dijo finalmente Gabino encogiéndose de hombros.

—Como que estas esperando mucho de ella— Irene inclino levemente su cabeza— Si realmente quisiera dejarlo, entonces ya lo hubiera hecho, ella necesita tener a alguien a su lado para soportar las cargas. Para sentir cariño de vez en cuando.

—Tu sabes como yo que eso es dependencia— Le dijo esté frunciendo los labios.

—Sí, lo es, pero actualmente depende ambos— Observo Irene acomodando sus lentes. Solo los usaba durante clases— Tu no le darás cosas diferentes, quizá mayor libertad en sus amistades y en sus cosas, así como menos preocupaciones de tu estado mental pero eso no quita el hecho de una que estás olvidando algo.

Gabino solo se mostró curioso.

—Te lo puede hacer a ti— Irene le miro con seriedad.

—Lo sé­— Solo pudo responder.   

—Me pregunto hasta qué punto es cierto— Irene frunció los labios y continuo— Son mis amigos así que me preocupan, quizás deberían valorar estar solos y buscar lo que realmente quieren en lugar de perseguirse.

—Te devoraré­— Le dijo la María deformada mientras se acercaba Gabino con lentitud. Ya había comenzado a succionar todo a su alrededor desde su vórtice profundo y negro— No podrás escapar.

—No quiero hacerlo, quiero decir que te amo y al final, dejare que las cosas tomen su curso, no lo presionaré más­— Le grito desesperadamente­— ¿Lo entiendes? No es lo que esperarías tras muchas veces de intentarlo pero es mi solución de momento.

—Una solución tan patética­— María se acercó a él para comerlo.

Gabino sabía que nada pasaría sin importar el tiempo pero debía tomarlo con calma, no quería perder la fe y su ingenuidad y mucho menos a ella, así que al menos la dejaría ser y no se metería a menos que ella quisiera.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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