Luzbell: Reflejos

Capítulo XXXIV.

— ¿Y te gusta alguna chica?—­ Preguntó Alejandro a José. En ese momento solo los chicos estaban en la piscina— Yo tengo novia y pues Gabino está preocupado por la chica que le gusta pero ¿Ustedes dos?

—No era momento de sacar eso a colación— Gabino frunció los labios.

—La verdad es que me gusta alguien— Respondió José.

— ¿Quién es?— Preguntó Alejandro mostrándose interesado.

—Sandra— José respondió sin pensárselo dos veces.

Los chicos abrieron mucho los ojos, no por lo directa de la respuesta, si no por quien era la chica que le gustaba.

—Es linda— Aseguró Alejandro con cierta preocupación en su rostro— Pero quien sabe que tan accesible sea… ¿Se lo vas a decir?

—Ya la invite a salir— Aseguro José asintiendo.

—Sí que vas por todas— Gabino estaba sorprendido—­ ¿Y te respondió positivamente?

—Por el momento— José se sumergió.

— ¿Y tú?—Preguntó Alejandro hacia Diego quien miraba el agua como perdido— ¿Estás aquí?

Alejandro le arrojo agua que lo hizo despertar.

— ¿Qué? ¿Sobre quién me gusta?— Diego se restregó el agua de la cara— La verdad es que hay alguien pero si te soy franco, no quiero avanzar con ella, ya no, quizá antes pero ahora me parece un tanto incensario.

— ¿Por qué?­— Preguntó Gabino a su lado.

—Simplemente me quiero evitar la molestia, tanto a ella como a mí— Diego miro al agua de nuevo.

—Yo creo que no puedes descartarlo por eso— Alejandro se cruzó de brazos en el agua— Al menos deberías sacarlo del pecho, para entonces poder descartarlo ¿No crees? Quizá salga bien…

Diego se llevaba bien con ella y sabía hasta donde llegaban sus sentimientos, por una simple razón…

—Supongo que tienes un punto— Aseguró Diego mirando al cielo.

— ¿Verdad?— Fue una pregunta en forma de confirmarlo— Pero bueno ¿Qué les parece si salimos? Las chicas dijeron que iban a cocinar pero creo que ya ha pasado mucho tiempo.

—Deberías darles tiempo— Aseguró José mirando hacia la entrada.

—Podrían estar comiendo sin nosotros— Alejandro se mostró traicionado y salió de la piscina para entrar a la casa— Yo iré entrando, me bañare para poder comer.

—Ya vamos—­ Dijo José también saliendo de la piscina.

— ¡Aun no hemos terminado!— Aseguró Catherine mientras detenía a Alejandro de avanzar— No deberías venir antes de que acabemos ¡Ninguno de ustedes!

—Podemos ayudar— Aseguró Gabino.

—No, ustedes hicieron lo propio ayer, así que nosotros debemos hacerlo nosotras— Aseguró Sandra mientras se cruzaba de brazos— Así que no pueden ayudar esta vez.

—No me molestaría ayudar— Aseguró Diego.

—No, hermanito, tu  cocinas demasiado bien y seguro terminas cargando con todo, así que déjamelo a mí— Irene se mostró emocionada.

Al final el grupo comió entre bromas y demás. Se habían vuelto cercanos uno con otros, pese a no tener nada en concentro que los uniera.

Sandra se sentía segura con ellos, podía ser ella misma sin pensárselo y ellos, con todo y sus excentricidades, lo aceptan totalmente,  sin juzgarla. Algo similar pasaba por la cabeza de todos.

La excursión termino, pero claramente era algo que se alejaba de lo que querían en realidad.

José y Sandra tuvieron varias citas.

Alejandro y Catherine tuvieron varias citas.

Gabino visito mucho a María, incluso con los problemas que podría ocasionar con sus padres o su novio. Aunque el acepto que se limitó mucho en las visitas.

Diego incluso organizo otra salida con ellos, pero a menos escala.

—Ya son tus amigos ¿No?— Le dijo Irene antes de que este se fuera— Me alegra que finalmente tengas amigos.

—No lo digas así, suena triste— Diego frunció los labios­— Ya tenía amigos antes, que te quede claro.

—Sebastián, pero me refiero en la escuela— Le dijo su hermana.

—Es tarde— Sandra regaño a Diego cuando lo vio llegar.

—Lo siento­— Diego se disculpó sin vergüenza en su rostro.

— ¿Y José?— Preguntó Alejandro que también tenía un rato de llegar y que también había sido regañado por Sandra.

—En el baño— Les dijo Sandra.

—Qué lindo ¿Paso por ti?— Le preguntó Gabino con una sonrisa astuta.

—Cállate— Sandra se sonrojo pero no pudo evitar sentirse emocionada.

—Ya llegaron, bueno, entonces podemos pasar a ver lo de las entradas para el cine— Dijo José saliendo del baño y mirando la extraña expresión que todos le lanzaban— ¿Ahora qué pasa?

—Yo me siento entre ellos— Diego levanto la mano.

José le miro extrañado pero con una sonrisa.

Los chicos se acercaron, pero había algo raro, alguien estaba peleándose en la taquilla con la cajera, a nadie le parecía raro que alzaran tanto la voz. De hecho era demasiado raro que todos los ignoraran.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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