Luzbell: Reflejos

Capítulo XXXVI.

—Tengo que llegar al trabajo— Irene reviso su teléfono con los ojos muy abiertos. No quería llegar tarde al tener tan poco tiempo trabajando— Debo irme bueno, debemos irnos.

—Cierto, entonces supongo que se quedan en su casa— Diego levanto la voz y tomo su mochila con despreocupación— Salgan en parejas o en grupo, de tal manera que sea seguro moverse. De momento solo ocurre en la escuela así que una vez cerca de sus casas deberían estar seguros.

— ¿Cómo lo sabes?— Preguntó Alejandro alzando un ceja.

—Tomando en cuenta que María fue la primera controlada, bueno, y Gabino, y ahora Karla, que estaban en la escuela, tendría sentido— Agrego Sandra con una expresión pensativa.

Diego que solo asintió para confirmar las sospechas. 

Abigail quería preguntar si solo se iba por su trabajo o porque estaba molesta con ella.

—Bueno, entonces debemos irnos— Les dijo Diego revisando su reloj de pulsera con despreocupación. 

—Entonces debemos irnos todos, tú mismo dijiste que debemos moveros con cuidado y en grupo de ser posible ¿No?— Le dijo Abigail con cierto nerviosismo— Tengo que leer el libro de todas maneras.

—Creo que de momento, todos deberíamos ir a casa— Señalo Sandra frunciendo los labios.

— ¿Y qué pasará con Karla?— Preguntó Alejandro con preocupación mientras rascaba su mejilla.

—Sabemos que hay que detenerla, pero de momento no podemos hacer nada. Mañana seguro que ella sola se presenta de nuevo— Gabino comenzó a recoger sus cosas con tranquilidad— Esa vez viene por nosotros directamente.

—Sea quien sea quien la controle, nos ve como una amenaza directamente— Confirmó Sandra realmente preocupada.

Irene parecía dispuesta a hablar de algo pero su hermano la interrumpió en el último segundo tomando su mano.

Los chicos tenían mucho que pensar. Mucho más que antes.

— ¿Estás bien? ¿Estás pensando en algo? Yo si­— Preguntó Sebastián mientras se mantenía pensativo en la barra— Este verano siento que hice mucho pero no sé cómo explicarlo ¿Me entiendes?

—Creo que te entiendo, yo también hice mucho o tengo esa sensación— Diego rasco su cabeza con despreocupación mientras acomodaba los platos limpios que no habían ordenado correctamente.

Un par de clientes comenzaron a pelear afuera de restaurante con aquellos ojos rojos.

—La gente ha estado muy irritable últimamente— Observo Sebastián con una mueca de preocupación.

—Las cosas se moverán mucho un tiempo, queramos o no— Diego fingió no ver la pelea.

—El semestre acaba de empezar, no deberías estar tan preocupada— Le dijo Carmen a Sandra mientras le servía el plato con pechuga de pollo empanizada con ensalada de verduras y aderezo— O estás pensando en otras cosas que ni al caso…

—Quizá van mucho al caso— Sandra hizo una mueca.

—Te entiendo, incuso yo me preocupo por otras cosas ahora—Carmen se mostró un tanto positiva pero también reconocía que algo andaba mal a su alrededor, no solo con su amiga.

— ¿Estás bien?—­ Preguntó Catherine hacia Alejandro mientras estaban en la casa de esté, sin mucha ropa encima.

—Claro que estoy bien— Alejandro beso suavemente su mano mientras la miraba.

—Es que te he notado ido por eso lo pregunto— Catherine rasco su mejilla con vergüenza— Incluso estando yo aquí, parece que tu cabeza esta en otro lado, y me parece raro, al menos me preocupa.

—Supongo que este segundo semestre podría ser más complejo, eso es todo— Aseguró Alejandro acariciando su rostro con cariño.

— ¿Te parece que serán difíciles? A mí me parecieron tan de broma— Catherine se sentía sorprendida consigo misma.

—Es que tú eres lista— Aseguro Alejandro besándola apasionadamente, listo para otra embestida— Vamos, me toca ponerte más atención.

—Vaya, eso me gusta— Catherine no pudo evitar sonreír con emoción.  

Irene salió del pequeño local donde trabajaba. Una papelería grande donde no solo debía trabajar atendiéndola, también hacia trabajos que iban desde maquetas hasta la impresión de materiales importantes.

—Finalmente sales— Le dijo Diego que estaba recargado en uno de los letreros de la calle.

—No esperaba que vinieras por mí— Le dijo su hermana, entonces bajo el rostro para nada complacida, pese a que se alegraba mucho de verlo— ¿He hecho algo nuevo? O sea, supongo que sí pero…

—Solo quería venir por mi hermanita— Diego le sonrió golpeando su cabeza suavemente.

—Gracias— Irene tomo su mano.

— ¿Quieres cenar?— Preguntó Diego apretando su mano— Vayamos por una hamburguesa.

—No, déjame hacerlo a mí, ya me pagaron al fin de cuentas— Irene se mostró emocionada ante ese hecho. 

Los hermanos disfrutaron de una cena, despejados de sus propios problemas.

A la mañana siguientes, dos chicos peleaban en el salón de clases, no a golpes, a palabras, sobre una exposición que se debía entregar hasta el final de ese semestre, algo pronto para discutirlo tan enérgicamente, y más cuando se tienen aquellos ojos rojos.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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