Abigail estaba encantada de haber entrado en la Academia Luzbell, no solo por el prestigio que daba, pese a ser una escuela de paga, sino porque tenían muchísimos medios de práctica y su carrera requería muchas de esas cosas.
Pero como siempre, entablar conversación con la gente sería difícil.
Algunos chicos le hablaron el primer día, su apariencia de niña pequeña, aunque le molestará, era parte de su atractivo inicial. Lamentablemente ella sabía que su tipo de comedia o de sus temas de conversación no eran nada fáciles de seguir.
A la semana, pese a que tenía amigas con las que hablar o hacer trabajos en equipo, aún no terminaba de encajar con su grupo.
No le afectaba, la verdad es que convivir después de la escuela también era muy raro para ella. Estaba totalmente concentrada en los estudios y eso no estaba mal.
Ella solía estar en la biblioteca durante las horas libres, adelantando sus trabajos o estudiando simplemente para variar.
— ¿Puedo sentarme?— Preguntó una chica alta, de cabellos largos, atados en una cola. De tez clara, ojos castaños y labios gruesos— Te he visto varias veces aquí y siempre me pregunto cómo haces los trabajos en equipo.
Abigail se mostró nerviosa así que no respondió.
— ¿Así que estudias Física?— Peguntó la chica con cierta emoción— ¿Es difícil? Yo quería eso pero las matemáticas no se me dan ¿Sabes? Me fui directamente psicología, con eso de que las mates con casi nulas ahí.
—Sí, mucho hacen eso— Aseguró Abigail escondiéndose en su libro— Yo tampoco soy buena con los números. Tampoco es que haya metido física, solo me gusta estudiarla de vez en cuando.
—Pero haces el esfuerzo pese a todo, eso es genial— La chica le sonrió con admiración.
Abigail nuevamente no respondió.
—Si eres buena, ayúdame con los números— Le rogo la chica con vergüenza— Tengo una beca y no me gustaría perderla, digo, no creo poder quedarme aquí si no la cuido ¿Sabes? ¡Y estar aquí es genial!
—Si tienes beca, ya eres lo bastante buena— Observo Abigail.
—Sí, pero nunca se es demasiado buena ¿No?— La chica le sonrió.
Abigail asintió levemente.
—Perfecto, mañana te veré aquí, nos vemos, hoy que tengo que ir jugar futbol con los de mi grupo— La chica se levantó, olvidando completamente que también iba a estudiar esa tarde.
Abigail regreso a sus estudios.
—Por cierto, soy Katia Villanueva, un gusto— La chica regreso solo para tenderle la mano con amabilidad.
—Abigail Galindo— Respondió la chica estrechando su mano con nerviosismo. Su tacto era cálido y suave. Esperaba que Katia no notara que estaba sudando.
— ¡Ya llegue!— Exclamó Katia un poco más alto de lo permitido en la biblioteca, al día siguiente, ganándose algunas miradas incomodas— Lo siento, como sea, ya viene, estoy lista para las lecciones.
Abigail casi había olvidado aquello.
—Bueno, supongo que debo ir por material para las matemáticas— Abigail se levantó avergonzada de la mesa.
—Oh, claro, yo aparto la mesa— Le respondió Katia con una sonrisa.
Abigail bajo al piso donde estaban los libros, no necesariamente a buscar un libro de matemáticas sino más bien a regularizar su respiración. Se sentía nerviosa y abrumada por aquella chica tan enérgica.
Una vez se tranquilizó, tomo un libro de matemáticas básicas que algunos de sus profesores le recomendaron para las ecuaciones y subió donde ella estaba.
Jugueteaba con un lápiz.
— ¿Cuáles son tus dudas?— Pregunto al sentarse.
—Creo que las series son el problema, ya sabes, esas donde extraes una ecuación de no sé dónde para saber que numero sigue— Explico la chica con cierta vergüenza— Desde la prepa nunca entendí como se hacen y… Creo que nunca las vi como aquí.
—En realidad ningún tema lo ves como aquí— Aseguró Abigail.
—Creo que yo nunca las vi, en realidad— Sonrió Katia.
—Es normal si vienes de escuela pública— Abigail lo dijo con aquel tono juguetón que nadie entendía.
—Ya lo creo, nunca había comido comida tan rica en una escuela con cafería y menos en una publica— Aseguró Katia mientras hacia una mueca graciosa— En mis otras escuelas la comida se movía por si sola.
—Toxica y radioactiva— Agrego Abigail riendo suavemente.
— ¡Hala, si te puedes reír!— Observo Katia riendo abiertamente— ¡Te ríes como gatito, que lindo!
—Como gatito con rabia, si— Termino Abigail con cierto sonrojo en el rostro.
Aquella tarde Abigail se dedicó a explicarle sobre las series, como extraer la ecuación así como algunos otros detalles de las ecuaciones lineales que le causaban uno que otro conflicto a Katia cuando le tocaba enfrentarse a ellas.
—Gracias— Le dijo Katia con una sonrisa amplia. Se sentía orgullosa de haber progresado— Se hizo tarde pero de verdad lo disfrute.