Luzbell: Reflejos

Capítulo XXXIX.

— ¿Seguirás huyendo?­— Preguntó la Abigail reflejada en aquel espejo, con sus ojos rojos brillantes cargados de malicia.

Abigail solo podía observarlo en silencio.

Aquel espejo definitivamente estaba maldito, aparecía en su mochila o en su bolsillo cuando podía, incluso cuando lo dejaba en casa. Hablaba con ella como si nada y gracias a eso había confirmado que nadie más que ella podía oírla.

Quizá estudiar demasiado le estaba afectado la cabeza de manera negativa.

Se encontraba en la biblioteca con la única compañía de Diego con quien a veces hablaba de temas irrelevantes y otros tantos no tan irrelevantes, al menos para ella.

— ¿Estás bien?—Preguntó Diego mirándola con seriedad.

— ¿Eh? ¿Yo? Si— Respondió Abigail saliendo de su ensoñación.

—Parece que nos has dormido mucho.

—Bueno, algo hay de eso— Admitió Abigail, luego sonrió débilmente— Pero no te preocupes, no necesito dormir. Esos animes no se verán solos.

Sabía que Diego era de confianza, pero seguramente la vería como loca si hablaba de un espejo parlanchín. Tampoco podía contarle sus pesadillas porque… Sentía una extraña sensación de miedo de simplemente mencionarlas o pensarlas.

—Vale, no te obligaré a decirme.

—No se trata de eso, solo te preocupas demasiado— Le tranquilizo Abigail.

Terminaron hablando de cualquier otro tema.

— ¿Cuánto más vas a huir?— Preguntó nuevamente su amiga, en aquella pesadilla, mientras sus ojos y sus boca se secaba. Gusanos salían constantemente de sus nuevos orificios mientas su piel se pudría— ¡No huyas de mí!

Abigail corría, escondiéndose de vez en vez por las gradas del campo de futbol.

—No puedes esconderte por siempre— Gritó su amiga.

Lo más horrible es que realmente era la voz de su amiga.

Lagrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras se mantenía en movimiento.

— ¡No más cobardía!—Grito la criatura con furia.

Abigail si era una cobarde, lo sabía pero no podía simplemente detenerse, ya no. Ella debía seguía así, asegurarse de seguir así para mantener todo en su lugar, por el bien de ella, de ambas.

La criatura la atrapo finalmente tirándola al suelo con una fuerza descomunal.

— ¡Te atrape, ahora, la verdad!— Katia dejo caer todos aquellos gusanos desde su boca y sus ojos, acompañados de tierra los cuales subieron a Abigail y la cubrieron casi totalmente.

La enterrarían viva con la verdad…

Despertó con una sensación de asfixia, tan real que lágrimas se derramaron por sus ojos y una tos, una tos dolorosa de alivio por respirar bien, la acompaño durante un largo tiempo.

¿Cómo acabar con eso? Ya no lo soportaba.

—Deberías dejar de ver ese anime— Sugirió Diego con la misma expresión de preocupación— Yo solo digo.

Diego para ese tiempo casi había confirmado que tenía un espejo, pero tampoco quería mencionarlo. Quizá ella no estaba lista, y si algo sabía, es que los espejos deben enfrentarse solos pese a las intervenciones exteriores.

Aquella tarde se quede sola en la biblioteca acompañada de otras tantas personas que estudiaban o simplemente aprovechaban el wifi gratis.

—Hola— Saludo Katia.

—H-hola— Abigail saludo de regreso.

—Sabía que estarías acá­— Le dijo ella sentando frente a ella— ¿Sabes? Creo que fui un tanto dura, ya sabes, no haber dicho nada y solo haberme ido, no era justo, yo sé que la escuela es muy importante para ti.

¿Por qué se disculpaba ella?

—Así que lo siento, espero que vayas bien con tus estudios— Katia saco su celular con despreocupación— Encontré algo que quería enseñarte pero no había podido ¡Mira!

¿Ahora todo estaba bien?

Su corazón latía con fuerza y pensó que debía disculparse, sobre todo, debía ser honesta, del porque no se quedaba con ella, del porque huía, pero ¿Por qué lo hacía en primer lugar? Ni ella lo sabía…

—Lo sabes, solo no lo dirás— Aseguró la Abigail del espejo.

—No, no es verdad…— Susurró para sí misma.

— ¿Eh?— Preguntó Katia con cierta confusión— ¿No es verdad qué?

—Debo rime— Aseguro ella mientras tomaba sus cosas— Mañana hablamos bien ¿Si? Me siento algo mal.

—Huyendo de nuevo ¿Eh?— La voz del espejo sonaba peligrosamente tranquila.

— ¿Estas bien? ¿Vamos a la enfermería?— Preguntó Katia levantándose también, mostrándose preocupada.

—No, estaré bien, solo necesito dormir— Y eso era verdad, pero sería la única verdad que diría ese día.

—Te llamare en la noche, para ver como sigues­— Le dijo Katia cuando Abigail salió corriendo.

Pero era lo que menos quería. Ahora se sentía culpable.

—Huir de la verdad es el camino más fácil— Admito la Abigail del espejo mientras sus voz se profundizaba, algo que raramente hacía— Veré como termina contigo, como lo ha hecho siempre.



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En el texto hay: traumas, espejos, luceros

Editado: 03.04.2021

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