La escuela aún estaba abierta, pero en ese momento lo mejor que podían hacer era reunirse en casa de Diego, pues podrían hablar y era lugar que también Celeste conocía y donde se habían quedado de ver.
Sandra no paraba de lanzarle miradas nerviosas a Diego, pues su expresión era totalmente sombría. Y ni mencionar a la pobre Irene quien parecía totalmente alicaída y triste.
—Seguro que todo está bien— Le tranquilizo José tomando su mano.
—Si todo sigue así ¿Karla también terminará en coma?— Preguntó Alejandro hacia Diego pero simplemente lo ignoró.
—Parece serio, mejor tomémoslo con calma— José también lo tranquilizo.
Gabino también reconocía que las cosas estaban tensas. Abigail por poco quería desaparecer.
El grupo entro a la casa en silencio y se acomodó en los sillones o en la mesa.
—Les daré un poco de agua— Diego se fue hacia la cocina. Irene le siguió para ayudarle.
— ¿Y cómo va tu trabajo, Irene?— Pregunto Sandra mirando hacía la cocina.
—No me quejo la verdad— Le respondió Irene desde la cocina, con aquel tono tranquilo de siempre— He estado trabajando en algunas maquetas y olvide lo difícil que era hacerlas.
—Suena muy duro— Le respondió Sandra.
Sandra lo pregunto para que las cosas se aligeren lo más posible, pero el silencio seguía ahí.
—Es muy bonita— Afirmo Abigail en voz baja hacía Gabino.
—No lo hagas— Diego salió de la cocina y dejo los vasos con agua delante de todos ellos. Irene hizo lo mismo con otros pocos y se sentó a un lado de su hermano, con aquella expresión en su rostro.
Le preocupaba a Sandra, porque siempre era tan animada.
—Si se preguntan qué pasa, bueno…—Diego soltó un suspiro cansado— Ustedes mismos decidieron si detenemos o no el Día Cero.
— ¿Detenerlo o no?— Preguntó Alejandro en voz alta mientras los otros le lanzaban miradas curiosas a Diego por aquella extraña expresión— ¿Por qué no habríamos de detenerlo? Es malo para todos al fin y al cabo.
—No lo sabremos hasta que no lo escuchemos— Dijo Diego bajando la mirada.
Entonces finalmente alguien toco la puerta.
Celeste apareció delante de todos y le sonrió como si los conociera de toda la vida. Se sentó al otro lado de Diego con una expresión tranquila. Diego le tendió el último vaso de agua y esta la bebió enseguida.
Irene le lanzo miradas nerviosas.
—Esta es Celeste Velázquez— Diego los presento a todos.
—Bueno, los había visto de lejos. Que despertaran su espejo era algo que no se tenía previsto— Admitió Celeste mientras les sonreía— No tengo nada personal contra ustedes, pero parecían empeñados en investigar más y más, entonces se volvieron una molestia, al menos para…
—Vayamos al grano— Diego la interrumpió.
—Les hare la misma proposición que me hicieron a mí— Celeste soltó un suspiro cansado— Verán, para que todo esto pasará necesitaba algunos espejos, que como saben, es parte del poder de un brujo o lo era.
—Sabemos eso— Volvió a interrumpir Diego.
—Bueno, el poder mágico se nos fue arrebatado por ser imprudentes y humanos, por el mismo dios que nos lo entrego, Prasma— Les contó Celeste mientras su expresión se endurecía— Ahora él busca entregárnosla de nuevo, pero los humanos de ahora, bueno, no son especialmente estables.
—Espera ¿Una dios llamado Prasma?— Alejandro sonrió con nerviosismo— ¿Me tomas el pelo?
—No, está hablando muy enserio— Le dijo Diego seriamente, por lo que Alejandro solo se quedó callado.
—Ahora que nos lo quiere entregar, lo hará sin limitaciones, sin espejos— Dijo Celeste— Para muchos será la muerte, quienes no puedan usarla, se volverán locos inconscientemente, pero otros, como nosotros, lo tendremos libre y podremos usarlos siempre, como nuestros poderes o hasta de mejor manera.
—Los descendientes de brujas ¿No?— Le preguntó Abigail.
Celeste asintió.
— ¿Y los demás?— Preguntó Gabino recordando que María era descendiente de bruja, no un usuario circunstancial como Diego— ¿Se volverán locos sin más? ¿Incluso los demás descendientes de brujas que no lo controlan?
—Si— Le dijo Celeste pasando sus cabellos detrás de su oreja— Pero con el tiempo se recuperan, tardaran años, pero se adaptaran a la magia, entonces todo regresara la normalidad, una mejor, con poderes. Los que tengan espejos, bueno, tendrán la ventaja de recuperarse antes una vez pasen sus pruebas.
— ¿Y no te preocupan que tus amigos se maten o tu familia no bruja?— Preguntó Sandra mirándola con severidad. No podía ser tan fría.
—Pues, me ofreció un trato— Celeste le miro con la misma severidad— Espero que lo escuchen con atención y entonces me puedan dan una respuesta ¿Apoyarnos o no?
— ¿Un trato? ¿Quién?— Preguntó José levantando una ceja.
—La que lo comenzó todo— Celeste le sonrió de lado— Prasma.