El globo de los sueños, es algo infinito que da a entender miles de posibilidades y que te lleva a diferentes universos en los que estás obligado a pasar hasta por las más caóticas pesadillas, en donde cuyas imágenes, ocultan una realidad que nosotros negamos fervientemente, o en donde nuestro subconsciente, intenta ponernos al tanto de lo que nos pasa. Sin embargo, esto era más que un simple viaje a una realidad cercana, era más bien, el trasbordo de un mundo a otro, de modo, que la vuelta fue brusca, ya que apenas despertaron, tuvieron la sensación de que aterrizaron en sus colchones después de ser arrojados desde un rascacielos.
—¡Dios, qué experiencia! —dijo Abel mientras se sentaba lentamente sobre la cama y se pasaba una de sus manos por sobre sus cabellos.
Aún le temblaba un poco el cuerpo, y los músculos los notó tensos ante el primer movimiento. ¿En verdad había pasado una noche tan agitada como para amanecer tan mal? Sí… ¿y cómo no estarlo si las criaturas que vieron (no en sí todas), le despertaron un estado de ánimo muy intenso?
Pero bien, el nuevo día había comenzado, así que Abel se levantó, tomó una ducha, se alistó, y empezó a mensajearse con su intrépido grupo, en donde apenas le contestaron un par. Las voces que se destacaban en aquel momento, pertenecían a Alan y a Uriel, los cuales se despertaron a las siete en conjunto.
—Muy buenos días Abel. ¡No sé tú, pero yo tengo el cuerpo hecho trizas! —declaró el pelinegro, en cuanto al más joven, él hizo otro tipo de comentario.
—Yo en realidad me levanté bien. No me duele nada, pero admito que lo de anoche fue grandioso. ¡Nunca había experimentado algo así de sobrenatural! ¡Incluso tengo algunos raspones cuando se tiraron de la planta! —aseguró desde un audio que envió.
—Sí, y al final pudimos realizar aquello. Me pregunto qué habrá pasado con la rosa cuando nos fuimos, porque nosotros no podíamos simplemente quedarnos a protegerla —informó Alan.
—Quizás Seitán haga algo al respecto —opinó Abel.
—Sí, a todo esto… mi collar se ha puesto algo gris —esta vez habló Uriel.
—El mío también.
—Y el mío. Quizás deberíamos simplemente contactar a Seitán para saber qué debemos hacer ahora con esto —dio como idea el rubio—. Ah, lo que me recuerda que también debemos preguntarle acerca de las almas que estaban encerradas en la planta.
—Cierto, las almas… —escribió Alan, quien se quedó un momento meditando sobre Dina. ¿Por qué precisamente alguien tenía la forma de ella?
Mientras la charla se estaba desarrollando rápidamente como de costumbre, Seitán se conectó sin dar aviso alguno, y de inmediato, comenzó a interactuar con sus allegados.
—Muy buenos días mis elegidos, hoy vengo a felicitarlos por haber cumplido con éxito su primera misión, además, me he enterado de que también recuperaron muchas almas el día de ayer, así que muchas de esas personas que salvaron ahora están recuperándose —declaró.
—Buenas. ¿De modo que salvamos gente al obtener de vuelta la rosa? Por cierto, ¿qué hacían las almas atrapadas ahí? —respondió enseguida Abel.
—Como mencioné antes, las almas de las personas estaban siendo robadas por estas criaturas de oscuridad, y por lo que he investigado al dar con la rosa, al parecer la usaron de contenedor porque la semilla que creaste es tan pura, que tiene la habilidad de contenerlas; probablemente esté pasando lo mismo con las otras semillas —aclaró la líder extraterrestre.
—¿Y qué hay de Dina? —dijo a secas Alan—. Había alguien ahí que nos encaró y, que se parecía a ella.
—Por lo que sé, pueden usar manifestaciones de las almas que tienen bajo su control, así que digamos que era ella, pero al mismo tiempo no —hizo saber Seitán.
—De modo que era una… ¿especie de copia? —preguntó Uriel.
—Bueno… si quieres llamarlo así, podría ser —declaró la albina.
—Por cierto, la planta… ¿qué harán con ella ahora que la encontramos? Estoy seguro que van a atacarla de nuevo después de lo que pasó —habló Abel.
—De eso ya nos hemos encargado. Ella ha sido trasladada a una dimensión en donde no podrá ser hallada tan fácilmente —después de ser mandado ese mensaje, rápidamente apareció otro que nos les dio tiempo a hacer más cuestionamientos a los chicos—. Después de haber respondido a sus inquietudes, sólo me queda decirles que, debido a que han usado sus collares, ahora su magia está obsoleta, así que deberán ir a recargarlos a la isla Friendship. Ahí los estará esperando la embarcación llamada “Mytilus II” con algunos de nuestros camaradas que les brindará una guía hacia la isla —explicó detalladamente Seitán.
Aquellos detalles no se los hubieran esperado jamás en la vida, especialmente cuando ellos, siendo fieles chilenos, habían escuchado y dado por hecho que aquello no eran más que leyendas infundadas en la región que no llegaban a más. No obstante, aquellos rumores ahora se volvían hechos, lo que desconcertaba aún más a los presentes.
—¿Es enserio? —Abel estaba en estos momentos boquiabierto por la invitación hecha por su líder. Nunca imaginó que debería ir hasta allá para atender el tema de los collares, es más, creyó que quizás a Seitán se le ocurriría alguna otra forma de hacer que esto funcionara sin tener que trasladarse a ningún sitio en particular, pero… según parece, las cosas no se desarrollarían de otra forma.
—¡No! ¡Qué impresionante! ¡Quiero ir! ¿Cuándo vamos a ir? —decía emocionado Uriel, apilando cada vez más mensajes uno detrás de otro, hasta que la extraterrestre respondió para calmarlo y sacar de su impresión a los demás.
—Lo mejor es que vayan lo más pronto posible, ya que no sabemos cuándo será que les toque ir de nuevo al otro mundo —aconsejó la muchacha—. Ahora que ya no tengo más cosas que decirles, me retiraré por ahora. Hasta otro momento mis guerreros —fue así que volvió a desaparecer del chat.
Como siempre, aquella mujer venía para decir lo justo y necesario, no obstante, eso no era suficiente para borrar el impacto que causó esa revelación, cosa que más tarde también causaría revuelo en Lena como en Kadmiel, ya que eran los únicos que no estaban enterados de la nueva información que les había brindado la extraterrestre. A todo esto, Uriel retomó el mando de la charla.