Lycoris Merveilleux

Capítulo 31: "¡Vendido!"

Capítulo 31: “¡Vendido!”

La nictofobia, puede ser subestimada por las almas de aquellos que viven completamente en la ignorancia, o por otras que creen que con el sólo hecho de encender una vela, las sombras son despejadas, y es entonces que sacan la conclusión de que ya no hay que tenerles miedo, pero… que algo no se vea, no significa que no haya nada ahí. Así como el terror puede tomar múltiples formas, lo que nos encontrábamos hoy, era la figura de una fosa semejante a un calabozo, en donde aterrizó nuestro dúo, de modo que, al principio, los chicos se encontraron completamente desorientados ante la falta de luz, permitiendo que así, se colara una sensación aterradora de vacío, que es una de las sensaciones más espeluznantes que te puede transmitir un sueño, pues los sentidos en plena oscuridad, son casi todos (exceptuando el habla) descartados.

—Ese desgraciado… —se quejó Alan en lo que se sentaba en el arenoso suelo—. ¿Dónde hemos caído? —giró su cabeza a sus alrededores, sin embargo, no se veía nada.

—No lo sé, aun así, me siento asfixiado en este lugar —le hizo saber a su compañero, a quien, por milagro, logró tomar de su brazo—. Creo que te tengo. ¿Me sientes Alan?

—Claro que te siento, pero no te me apegues tanto —le advirtió, a lo que muy pronto ambos estuvieron de pie de nuevo—. ¿Cómo se supone que saldremos de aquí ahora? Ni siquiera sabemos dónde hemos caído.

—Aún te queda algo de poder en tu collar, ¿no? —le preguntó.

—Claro.

—Bien, entonces úsalo para que nos sirva de lampara —le pidió.

—Ah, tienes razón, aunque… ¿estás seguro? ¿Qué tal si tengo que usarlo para alguna emergencia? —dijo inquieto.

—No te preocupes por eso, igualmente, no creo que nos sirva de mucho si lo que mencionó ese tipo era cierto. Por otro lado, tampoco parece que él piense matarnos por mano propia, de otro modo, ya lo hubiera hecho —le informó.

—Tienes razón… Otra vez se ha repetido ese patrón —el pelinegro cayó en la cuenta de que las circunstancias eran las mismas, aunque la diferencia residía en que no había secretos de por medio—. Bien, entonces la encenderé—apenas el editor procedió a realizar lo que le correspondía, la luz tocó a unos cuantos metros de ellos, hasta chocar con unos barrotes negros, en donde una sombra dio unos pasos hacia atrás como si hubiera sido amenazada con algo; esta nueva aparición, sobrecogió a los dos muchachos.

—¡Qué es eso! —gritó Alan dando un paso para atrás; por fortuna, el par estaba lejos de los barrotes.

—No lo sé —indicó el rubio, quien notó que esa cosa, tenía una forma parecida a la de una quimera, y que ésta rondaba impaciente de un lado a otro—. Creo… que está vigilándonos —dio como idea.

—Genial, lo que nos faltaba, más monstruos. ¿Qué sugieres entonces que hagamos Abel? —dijo el pelinegro tragando en el trayecto algo de saliva.

—No tienen que hacer nada —de repente, la sombra se detuvo, y como ese tono profundo no fue reconocido por ninguno de los muchachos, ellos dieron por hecho, que se trataba de esa criatura.

—¿Nos estás… hablando? —curioseó Abel.

—Sí. ¿Acaso es tu primera vez… humano? —la quimera se sentó luego de decir aquello.

—Bueno… somos bastante nuevos en esto —argumentó.

—Ya veo. Por otro lado, si están intentando escapar, me temo que no lo lograran con tan poco poder —señaló, y los chicos miraron el dije que aún funcionaba, el cual ahora estaba titilando; de seguro que en cualquier momento caerían en penumbras, dejándolos completamente desprotegidos.

—¿Estás diciendo que debemos resignarnos hasta que el oscuro venga por nosotros? —alegó Alan, quien más tarde tragó saliva de nuevo.

—Así es… Ese hombre vendrá por ustedes, y terminará el trabajo. Así que… no malgasten sus energías; su muerte… es inminente.

La conversación, no llegó a mucho más, ya que el collar finalmente falló, dejando así a oscuras a los tres personajes, que cayeron en un ahogado como espeluznante silencio. Aunque ninguno de esos chicos sufriera de nictofobia, lo cierto es que, estando acompañados de ese ser que de vez en cuando, soltaba gruñidos junto a los sonidos de una serpiente, les daba irónicamente, un poco de calma para mantenerse cuerdos dentro de ese pozo ciego.

***

En la oficina de Seitán no se escuchaba ningún sonido; ninguna queja, y casi; ninguna respiración, aun así, eso no significaba, que la tensión en el ambiente no existiera. El trío estaba preocupado por Abel y Alan, sin embargo, la que más lo disimulaba, era la albina. La extraterrestre, ahora tenía más participación en esta aventura, pero la falta de comunicación en ella seguía estando vigente.

—Ya ha pasado media hora —mencionó Kadmiel, el cual estaba apoyado contra una pared de brazos cruzando, y que atinó a hacer ese comentario mientras observaba un reloj fijado en lo alto del muro.

—¿Por qué aún no llega? —la ansiedad se expresaba vivamente en la voz de Lena.

—Paciencia —indicó la albina, y justo después de dar esa orden, alguien entró por la puerta con el dije en mano.

—Vengo a hacer la entrega —avisó uno de esos subordinados, a lo que Lena fue hacia éste a pie ligero, y recibió la encomienda.

—¡Por fin! —expresó aliviada en lo que se lo colocaba.

—Muchas gracias por tu colaboración —se dirigió a su lacayo la albina, y éste le hizo una reverencia, para luego retirarse. Apenas la escena terminó, la líder de la luz, se dirigió a la puerta adelantándose a sus elegidos, a quienes se dirigió antes de salir—. Vamos a buscarlos —a lo que sus camaradas asintieron.

Nuevamente, una de las habitaciones de ese misterioso escondite había sido reservada, en donde cuya cama, fue ocupada por la castaña, para así, entrar de vuelta a ese mundo. En cuanto a la extraterrestre, ella se introdujo usando otro tipo de método. Por otro lado, unos minutos antes de que fueran a buscar a sus camaradas, Lidciel se había reunido con una misteriosa chica encapucha al terminar con nuestros dos héroes.




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