El arrepentimiento es un sentimiento al que se suele llegar cuando nos damos cuenta de lo que hemos perdido o, de cuanto nos hemos equivocado en algo, por lo que, en algunos casos, buscamos desesperadamente remediarlo, cosa que no podía hacer en estos momentos el príncipe Lidciel, el cual estaba guiando al grupo de Seitán para reencontrarse con los otros dos chicos desaparecidos que seguían envueltos en penumbras.
—Es por aquí —indicó con una mano, señalando así unas escaleras que daban al calabozo del palacio y que, obviamente, fue él el primero en bajar.
Tal vez no era buena idea ir detrás de alguien que se supone los había traicionado, no obstante, Seitán no flaqueó a la hora de creer que decía la verdad, así que el trato fue simple; él debía llevarlos a la celda en donde se encontraban sus amigos, y luego, lo entregarían a las autoridades de su propio mundo, por lo tanto, no había mucho más que hacer porque la albina se molestó en tomar medidas antes de venir, es decir, avisó a sus lacayos del percance; ella era realmente perspicaz. Ahora, entre más se internaban, los rugidos de cierta criatura empezaron a poner en alerta a la pareja que caminaba detrás de la líder de la luz.
—¿Qué son esos ruidos? —preguntó inquieta Lena.
—Suena a una bestia… —expresó Kadmiel por lo bajo.
—Es una quimera —aclaró el ex heredero—. La puse fuera de la celda para vigilar a sus compañeros y así también, para evitar que fueran rescatados con facilidad; no se preocupen, ella no les hará daño mientras yo no se lo indique —a todo esto, el castaño se quedó pensando en su invitada, la cual, de seguro, se fue por donde vino al escuchar que la poderosa amiga de esos elegidos arribó a su palacio.
—Quizás con más razón debería yo intervenir —comentó Seitán, quien se adelantó al príncipe, el cual se vio sorprendido por su atrevimiento, aun así, no le impidió el paso.
A medida que los tacones de la bella extraterrestre resonaban sobre las escaleras de piedra, se encendían innumerables antorchas que le permitían ver el camino, hasta que al final de éstas, se encontraron con el dichoso animal, el cual rugió al comienzo y que, sin esperarlo, retrocedió ante la presencia de esa mujer tan imponente.
—Abre la puerta —le ordenó la muchacha a Lidciel. Apenas el joven recibió la indicación, éste asintió, y atendió a su mandato.
—¿Esa es…? —la voz del dueño del café fue la primera en escucharse.
—¡Oh! ¡Son los chicos, Abel! —indicó su mejor amigo al levantarse para posteriormente, aferrarse a las rejas—. ¡Me alegra que hayan venido! —en el instante en que Alan expresó su alegría, Lidciel abrió por fin la puerta, permitiéndoles salir.
—A nosotros también nos pone contentos verlos bien —mencionó el samurái, quien se acercó con la extraterrestre y su inseparable compañera.
—Pensé por un momento que no volveríamos a verlos —declaró Lena.
—Nosotros pensamos lo mismo en cuantos los collares perdieron su poder —aseguró Alan.
—Pero, ¿cómo fue que nos encontraron? —preguntó Abel.
—Eso se los contaré una vez volvamos al otro lado —avisó Seitán, quien en ese mismo momento creó un portal, lo que le permitió la entrada a la celda a unos cuantos tipos que vieron en la guarida de la isla Friendship, los cuales apresaron a Lidciel.
—¡Tú te vienes con nosotros por traición! —aseguró uno de los extraterrestres.
—¡Esperen un poco! —rogó el de piel tostada, y entonces esos sujetos se detuvieron unos segundos, lo cual aprovechó el capturado para dirigirse a la persona que hizo tanto el papel de salvador como de su verdugo—. Líder de la luz, por favor… cumpla su palabra.
—Lo haré —con un semblante solemne, ella asintió, y entonces, después de ver la sonrisa triste de Lidciel, éste fue llevado a través de ese portal al otro lado, a lo que ella se dirigió a sus elegidos—. Es el turno de ustedes de regresar.
Apenas la albina dijo eso, a la pareja liberada, no le surgió ninguna incógnita más que realizar antes de su regreso, puesto que era evidente que Seitán como Lena junto a Kadmiel, descubrieron que Lidciel los había capturado al detectar que estaban en su reino y, aunque no supieran sobre el trato de su líder con este traidor, no mostraron interés en ello, pues entendían que no había ningún otro problema para zanjar. Por último, al llegar a su mundo, los chicos despertaron al día siguiente cada uno en su respectiva morada. En primer lugar, Abel fue incordiado por los estimulantes mensajes del grupo de whatsapp, así que se sentó en la cama confundido.
—¿Cómo…? —se preguntó, y aún con pereza, tomó el teléfono para así ponerse a leer los mensajes.
En el celular, destacaban todos los posts de Alan, quien se mostraba eufórico por el repentino cambio de escenario, así también lo hacía Lena, aunque no lo estaba tanto como él, pero se veía molesta de alguna forma, es decir, ella terminó por irritarse debido a la oleada de mensajes, así que el rubio, se introdujo a la charla.
—Hola chicos, veo que están desbordando en energía. ¿También aparecieron en su casa, así como si nada?
—¡Sí! ¡Me sigue pareciendo increíble! —declaró Alan.
—No es para tanto; recordemos que Seitán es una extraterrestre o algo así —explicó la castaña.
—Lo que me recuerda que nos debe una explicación sobre el cómo nos encontraron —comentó Alan—. ¿Tú sabes algo Lena?
—Sí; nos lo platicó Seitán cuando íbamos a buscarlos, también nos dijo que les contáramos porque ella estaba ocupada —informó.
—¿Y cómo fue el asunto? A mí también me pica la curiosidad —admitió el dueño del café, quien recordó la situación de Lena después—. Ah, y casi me olvido. ¿Enserio estás bien al quedarte con tus padres?
—Primero te responderé lo más corto —informó la chica—. No tengo muchas opciones; mi trabajo no es muy bueno y apenas me alcanza para pagar mis estudios, pero no te preocupes, mientras tenga conmigo a Kadmiel, no hay nada de qué preocuparse.