En la escuela, muy a menudo nos hacen realizar trabajos en equipo, los cuales, en algunas ocasiones, suelen ser un poco tediosos porque en ciertos casos, nos encontramos con gente que se niega a colaborar en el proyecto, lo que termina afectando al resto en su calificación y, en el caso del grupo de Abel, era una situación similar, aunque en lugar de nota, aquí tenían la posibilidad de acabar con la vida de sus miembros, lo cual inquietaba bastante al rubio, ya que había experimentado la impotencia que se sentía al no poder salvar una vida, es así, que intentó intervenir, pero CN no lo dejó solo en eso.
—Sé que todos son diferentes entre sí y que no están obligados a llevarse bien, sin embargo, recuerden que el mundo depende de ustedes, elegidos, así que necesitamos que dejen sus diferencias a un lado para llevar a cabo su misión —les recordó el recién llegado, y su intervención pareció funcionar, por lo tanto, el ambiente se relajó en cuanto ambos muchachos que estaban enfrentados soltaron un suspiro.
—Bien… Voy a admitir que Uriel tiene razón, además, no sabemos si hay otras flores en este lugar, y por lo que vemos a simple vista, el instituto es demasiado grande —indicó elevando un poco las manos hacia arriba.
—Buena observación —declaró CN—. Esta es tan sólo un aula, es por eso que les he pedido que se dividieran en pares.
—Ya veo. Tiene sentido —dijo Lena llevándose una mano a la barbilla pensativa.
—¿Cómo nos dividiremos? —preguntó Abel.
—Creo que deberíamos aprovechar que CN está aquí y que haga pareja con Uriel —aconsejó Kadmiel, pues lo pensó a base de cómo se llevaba con el resto, pero el mencionado por este samurái, tenía otros planes.
—No, me temo que no es lo más provechoso para mi reina —señaló el enviado, lo que hizo que todos levantaran una ceja.
—¿Qué quieres decir con eso? —expresó Lena. Apenas la castaña añadió ese comentario, el atractivo chico, se llevó sus manos detrás de su cintura, se enderezó de forma elegante, y empezó a recitar.
—Lena irá con Uriel, Kadmiel irá conmigo, y por supuesto, Abel se mantendrá en compañía con Alan —especificó.
—¡Qué! ¿Por qué? —se exaltó enseguida la chica, pues no podía creer que la obligaban a ir con ese idiota, en cuanto al resto, a Kadmiel no pareció importarle ir con CN, y los dos mejores amigos tampoco, aunque sí se les atravesó por la cabeza de que la formación de los equipos... estaba algo errada.
—Uriel debe practicar su poder, y creo que fue la mejor decisión emparejarlo contigo por el hecho de que eres la que menos cree en él, así que… es la oportunidad perfecta para que empieces a creer en sus habilidades —hizo saber mientras posaba una mano sobre su pecho en señal de cortesía. Ahí mismo, Lena miró a Kadmiel buscando ayuda, aun así, éste encajó sus orbes sobre su compañera y admitió.
—No veo fallas en su lógica —respondió encogiéndose de hombros al no encontrar el cómo oponerse, en cuanto a los demás, les dirigió la misma mirada, a lo que también se negaron.
—Ah… está bien, le daré una chance —accedió finalmente.
—Bien, entonces no hay tiempo que perder —CN sonrió—. Por ahora tengamos este sitio como punto de encuentro, y nos veremos dentro de… una hora al menos.
Todos asintieron, así que otra vez, se dispersaron, comenzando así con la exploración del edificio, y a su paso, la gran institución, sorprendía con su impecable arquitectura, al igual que con su extenso repertorio de libros que se encontraban desparramados aquí y allá; se notaba que el símbolo de semejante escuela, era el conocimiento, aunque… ¿qué clase de conocimientos necesitabas siendo un súcubo o un íncubo? Tal dato era un misterio para nuestros protagonistas. Por lo pronto, se dejó atrás la admiración y las dudas para seguir el proceso de Lena y Uriel, quienes se encontraban caminando por algunos de los corredores exteriores que daban al patio, justo allí se les aproximaron unas chicas súcubos, las cuales rodearon a Uriel, y empezaron a hablar enérgicamente con él.
—Pero ¡qué diab-…! —Lena fue empujada de inmediato a un lado apenas lo abordaron.
—¡Nunca te habíamos visto antes! ¿Eres nuevo? —preguntó una rubia.
—¡Eres muy lindo! —señaló otra.
—¡Hey! —gruñó la compañera del chico aclamado, quien a pesar de haber gritado, no se le hizo ningún caso, e incluso el mismo Uriel no le dio importancia ya que, de algún modo, este muchacho se había adaptado rápidamente a la situación haciéndose el interesante con esas estudiantes, lo que terminó por cansar a la castaña—. Ahí va con sus tonterías otra vez —murmuró para sí, sin embargo… ella recordó lo que le dijo CN, por lo tanto, decidió darle una oportunidad a ese engreído, así que se apoyó en una columna cercana para luego notar el absurdo paso del tiempo. Cabe aclara que Lena no era una mujer que se caracterizara por su paciencia, y por lo mismo, no aguantó más, por lo que Uriel obtuvo como resultado, que su compañera lo abandonase decepcionada de él… de nuevo. A todo esto, el del mechón rojo, desestimó la situación, pues consideraba que la atención que había recibido, le traería beneficios, de los cuales, quizás, luego se arrepentiría. Mientras tanto, Kadmiel también se encaminaba con su nuevo compañero de grupo por otro corredor, el cual llevaba a las recamaras de los estudiantes.
—¿En verdad crees que encontraremos algo por estos lares? —interrogó con amabilidad el samurái a su compañero.
—No estoy del todo seguro, ya que es Abel el que más siente la presencia de las flores, aunque ustedes terminaron en el mismo lugar que él, lo que nos hace llegar a la conclusión, de que puede que haya alguna por aquí —avisó CN mirando las paredes, lo cual hizo sospechar un poco a Kadmiel, pues le parecía raro… ¿Acaso no era mejor seguir a Abel y echarle una mano dado el caso?
—Entonces por qué… —apenas doblaron en una de las esquinas, CN desapareció de la vista del samurái, quien abrió los ojos parándose en seco—. ¡Qué rayos! —es aquí cuando se llevó una mano a la cabeza encontrándose completamente pasmado mientras se frotaba un poco ésta, pero entonces, no tuvo tiempo de pensar qué hacer, ya que una estudiante se topó con él, lo que lo hizo tambalear en su lugar—. Perdón —se disculpó por chocarse con ella.