Lycoris Merveilleux

Capítulo 39: "Héroes y villanos"

En la cotidianeidad sostenemos muchas relaciones que, por más bien que nos llevemos con la otra persona, de alguna u otra forma, ésta decide traicionarnos, de modo que podemos asegurar que estamos cada uno de nosotros destinados a experimentar esta amarga respuesta por parte de los que fueron alguna vez nuestros aliados, cosa que les tocó revivir a Alan y a Abel otra vez. Entre los dos compañeros casi de sangre, salieron a toda prisa de la biblioteca teniendo en cuenta las consecuencias que tendrían al encontrarse con aquel sujeto. Sin embargo, CN estaba un paso más adelantado que ellos, aunque la segunda guardiana lo estaba aún más, lo que nos lleva de vuelta a la situación que sostenían Lena y Kadmiel con esa desconocida.

—Ambos tienen una misma esencia, estoy segura —volvió a señalar la muchacha, quien tenía unas particulares cruces en sus ojos.

—¡Ah! ¡Señorita, mejor olvide eso, y hablemos acerca de lo que estaba mencionando antes! ¿A dónde se supone que intenta llevarme? —la interrogó rápidamente Kadmiel para cambiar de tema, a lo que Lena levantó una ceja cuando fue desviada la conversación; no es que no se hiciera una idea al respecto, no obstante… tampoco quería ondear mucho.

—Oh, tienes razón. Deseo llevarte a ti y a tu amiga a un lugar más adecuado para hablar —les mencionó la chica—. Este no es el sitio más conveniente —advirtió a lo que un dejo de ansiedad empezaba a manifestarse de su parte al realizar pequeños saltos en su lugar.

—¿Y eso por qué? ¿No puedes hablar con nosotros aquí mismo? —preguntó Lena, quien después de lanzar esa interrogante, vio a CN doblar la esquina a lo lejos de ese pasillo—. Oh, ahí veo a CN volver. ¿Pero qué hace? ¿No estaba contigo ahora que recuerdo? —se dirigió a Kadmiel.

—Él se desapareció de repente —agregó el muchacho que aún tenía bien pegada a la desconocida a él.

—Ese hombre es peligroso —habló rápido la alumna, quien se encogía en su lugar, y con una expresión llena de decisión tomó a ambos y los obligó a correr con ella, alejándolos así de CN. Sin embargo, esa maniobra le pareció graciosa al mano derecha, porque no importaba qué tanto corrieran, ya que terminaría por alcanzarlos; estaba convencido de eso. Es así cómo de este modo, la confusión que se instaló en los dos permitió que la misteriosa alumna los arrastrase a su merced, hasta que lo que parecía ser las instalaciones de una iglesia, en donde al detenerse, la pareja se hincó sobre sus rodillas en busca de algo de aire.

—¿Qué… es lo que pretendes hacer alejándonos de nuestros aliados? —preguntó el muchacho enderezándose apenas recuperó algo el aliento.

—¡Sí! ¡No había motivos para que nos apartaras así de él! —comunicó la castaña apenas se incorporó también.

—Ustedes no lo entienden. Yo soy la segunda guardiana de esta institución, y ese sujeto es un traidor —les aseguró al girarse hacia ellos, mostrando así esos ojos brillantes con una cruz en su centro, lo que los dejó sin palabras un breve instante—. Él llevó a sus otros compañeros a la biblioteca, en donde casi fueron devorados por los seres espectrales que habitan ahí de no ser por la otra guardiana, quien es la que vigila aquel sector —los puso al tanto.

—¿Qué? —respondieron en conjunto brindándoles paso a la impresión.

—Pero él es la mano derecha de Seitán… —refutó Kadmiel sin creerlo aún.

—Sé bien quién es… —ella bajó la mirada—. Miren… a mí también me ha tomado por sorpresa, pero no pueden quedarse de brazos cruzados, porque este sujeto viene para matarlos y sé perfectamente que la misión de ustedes es vital para nosotros —en lo que intentaba explicarles la realidad, la puerta de la capilla explotó, haciendo que los tres se cubrieran—. Diablos… fui demasiado lenta al explicarme.

—Aunque digas eso… al final lograste tu cometido —aseguró Kadmiel al echar una mirada en la entrada, divisando entre el polvo que se levantó al muchacho del que hablaban; su presencia y sus acciones desvelaron su naturaleza por sí sola llevándolos así a la verdad que tanto esa guardiana intentó plantearles.

—¡Tomen esto y escapen! —de entre sus ropas, la alumna sacó una esfera con la rosa—. ¡No tengo tiempo de contarles toda la historia!, pero ustedes… ¡El destino del mundo está en sus manos! —la situación se dio enseguida, así que CN no contó con que la guardiana esperara por él, pues ésta le entregó la rosa a Kadmiel, y apenas tocó su mano, todo el escenario se tornó blanco, y lo mismo le pasó a la visión de sus demás compañeros quienes aún vagaban perdidos buscándolos. A todo esto, la confusión no les duró mucho, ya que el golpe que se dieron contra el asfalto, los hizo caer en la realidad… literalmente hablando.

—¿Qué…? —jadeó Alan mientras se sentaba en el suelo.

—¿Dónde estamos ahora? —preguntó Abel ya acomodado.

—¡Ah! ¡Abel, Alan, están bien! —comentó alegre Lena al verlos.

—¡Y ustedes! —agregó el editor.

—¡Hey! ¿Se olvidan de mí? —se quejó el menor.

—Sí, sí, también nos alegramos de que estes bien puberto —alegó Lena sacando la lengua.

—Me las pagaras —gruñó Uriel.

—Chicos, creo que tenemos que dejar un poco de lado el reencuentro —señaló Kadmiel, quien veía algo que estaba sobre sus cabezas sumamente impactado, hecho que después imitaron sus allegados. Al enfocar todos la mirada al cielo, de entre los edificios, sobresalía un gigantesco tallo que pertenecía a una flor de loto, la cual estaba absorbiendo incontables estelas de luz.

—Qué diablos… —expresó Alan boquiabierto.

—Creo que eso no es lo peor de todo —anunció el samurái, quien fue el primero en levantarse y, en consecuencia, los otros lo siguieron—. Si miran a alrededor… parece que estamos en la ciudad; de hecho, hay mucha gente desparramada por el suelo, lo que significa que esas luces… son sus almas.

—¿Qué? ¿Entonces estamos…? —gritó preocupado Alan sin terminar la oración, frase que complementó el rubio.




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