Las criaturas noctívagas salían de sus escondites, las pequeñas luciérnagas adornaban la noche, a pesar de estar en medio de un hermoso lugar, mi pecho aún cargaba con el pavor que sentía, permanecer en el exterior, tan indefensa, sería como lanzarme directo a las fauces del lobo, permanecer en éste lugar podría llevarme a caer en un abismo tan profundo en el cual las probabilidades de sobrevivir no existen, es hora de tomar una decisión a pesar de que desconozca a lo que me enfrento, todo se volvió a oscurecer en mi mente y mis ojos cayeron ante el sueño que me doblegó apoderándose de mi voluntad.
El sol con su radiante resplandor y el cantar de las aves me despertó con la misma calidez que el abrazo de una madre, lentamente volví a retomar las riendas de todo y caí en cuenta de que me había quedado dormida abrazando la caja de madera y la ceniza había teñido mi ropa de negro debido a ésta. Me incorporé y sentí la necesidad de ver nuevamente aquella casa, la cual se veía tan inestable, podría derrumbarse en cualquier momento, podía experimentar el magnetismo de aquella casa, la cual me incitaba a acercarme y a examinar bajo la luz del día la verdadera condición de ésta. Intenté tomar el deteriorado pomo de la puerta con una suprema delicadeza, para mi sorpresa, la puerta quedó sujeta a mi mano, después de superar mi desconcierto, comienzo a adentrarme a lo que posteriormente se convertiría una de mis más grandes pesadillas, el suelo rechinaba bajo mis pies, mi corazón, lentamente se aceleraba, un nudo se formó en mi garganta y un olor a hierro se apoderó de mis fosas nasales, cada vez el olor aumentaba y se veía mezclado con un aroma totalmente desconocido para mí. Mi paso se vió interrumpido por una puerta, la cual estaba guardada por una cadena ¿qué secretos guardará detrás de sí? La curiosidad invadió mi cuerpo al punto de desbordarse, lo noté al ver mis manos frías y un poco de sudor entre mis dedos -¡hazlo! ¡Rompelo!- La voz en mi interior se hizo tan fuerte que me ensordeció, tomé rápidamente un trozo de madera que se veía lo suficientemente resistente para poder romper esa cadena que se interponía en mi camino, lo golpeé una y otra vez hasta que por fin logré deshacerme de él, pero algo me seguía diciendo que siguiera golpeando la puerta con ese pedazo de madera hasta que se partió en dos.
Me sentí satisfecha, liviana y plena, la adrenalina corría por mi cuerpo a toda velocidad -Podríamos hacernos adictas a eso, ¿no crees?- Esperé un momento a que mi corazón volviera a un ritmo normal y avancé a esa habitación -Vaya por fin algo interesante- me encontré con un cuerpo calcinado por completo, me sorprende que aún esté en una pieza ya que el fuego ayer parecía que estaba dispuesto a acabar con cualquiera que estuviera a su paso, no le di tanta importancia al cuerpo en ese momento y me puse a explorar la habitación.
Parecía que desde hace tiempo vivía solo o a lo mejor siempre fue así ya que no se veían pertenencias de alguien mas solo el; ropa, algunos objetos de aseo personal y un frasco de pastillas -¿Se suicidó?- La verdad no me importaba, solo estaba explorando, no iba a hacer una investigación de esto, al no encontrar nada interesante me acerque al cuerpo, estaba boca arriba, su rostro quedó con una expresión de desesperación...al parecer no fue suicidio además había una cadena en la puerta -¿Qué raro no crees?- Esa voz aparecía en los momentos más inoportunos. Me dí una leve vuelta, algo me decía que era hora de salir, cuando me dirigía a la salida tropecé con algo, parecía una especie de compuerta, la curiosidad nuevamente me atrapó y no pude negarme, me acerqué a ella suavemente y la elevé, habían unos papeles arrugados, otros completamente estropeados, pero entre ellos pude ver uno que al parecer sobrevivió al incendio, lo tomé entre mis manos y mi corazón se detuvo por unos momentos, -¿qué es esto?- nuevamente esa voz, la desdoblé con suprema delicadeza para poder conocer los secretos que escondía, era una carta, la letra de una niña, éso lo logré deducir por su tipo de letra, la carta era algo breve, pero sus palabras penetraron como una daga: