“Algunos combaten por gloria.
Otros lo hacen para demostrar que siguen vivos.”
Tres semanas antes del torneo
El amanecer se filtraba entre los árboles, bañando de luz el campo de entrenamiento.
El viento olía a tierra húmeda y a sangre seca.
Lyra golpeaba el tronco de un árbol con los puños vendados hasta que la corteza se astillaba.
Cada impacto era un rugido contra el silencio.
Mike O’Niell, su entrenador, la observaba con los brazos cruzados.
—No es un árbol lo que estás golpeando, Lyra.
Ella no se detuvo.
—Entonces imagina que es el miedo —añadió él.
Lyra exhaló con rabia y lanzó un último golpe que partió el tronco.
El sudor le corría por la frente.
Su cuerpo estaba preparado… pero su mente todavía ardía.
Durante las siguientes semanas, Lyra se enfrentó a todos los torneos locales previos.
Nadie logró resistirle un solo asalto.
Su nombre empezó a correr entre los entrenadores y comentaristas como un fuego indomable.
- “Lyra Washington: la Tormenta de Ciudad Eclipse.”
Ronda De Ignagural – Torneo Mundial Juvenil
El estadio internacional brillaba con luces cegadoras.
Miles de personas llenaban las gradas.
Banderas ondeaban, cámaras giraban y los altavoces rugían nombres de países.
Lyra subió al cuadrilátero con paso firme.
Del otro lado, su oponente para la ronda Ignagural de argentina, Abril Suárez, hacía girar sus muñecas con una sonrisa confiada.
Era una pelea a cinco puntos: técnica, velocidad y precisión.
El silbato sonó.
Abril atacó primero, pero Lyra esquivó cada golpe con movimientos perfectos.
Era una danza letal: un giro, una barrida, un bloqueo.
El público rugía con cada impacto limpio.
Cinco minutos después, todo había terminado.
Resultado: Lyra Washington (EE.UU.) – 5 vs Abril Suárez (ARG) – 0
El estadio entero se puso de pie.
Lyra levantó el puño al aire.
Por un instante, el mundo entero le pertenecía.
Esa misma noche, mientras Lyra celebraba con su equipo, una sombra se movía entre los pasillos del hotel donde se hospedaban los competidores.
Sabrina Los Santos, la representante mexicana, caminaba sola, su expresión era una mezcla de furia y ansiedad.
Había oído hablar del combate.
De la “Tormenta de Eclipse”.
Y algo dentro de ella se encendió: no era admiración… era desafío.
Esa noche, Abril Suárez fue interceptada por Sabrina.
Testigos recordaron gritos, una discusión en español y luego silencio.
Cuando el personal del hotel llegó, la encontraron sin vida.
Sin señales de lucha. Sin explicación.
La noticia corrió al amanecer.
“Fallece la representante argentina Abril Suárez.”
Los medios hablaron de un paro respiratorio, pero nadie creyó la versión oficial.
El torneo, sin embargo, siguió su curso.
Así que injustamente el rival de Argentina avanza de ronda dejando a Alemania como el primer clasificado de ronda
Damas y caballeros! —gritó el presentador desde el centro del estadio—.
¡Da comienzo la primera pelea oficial del Torneo Mundial Juvenil!
Lyra Washington (Estados Unidos) vs Sabrina Los Santos (México)
Los reflectores iluminaron el cuadrilátero.
Lyra respiró profundo. Recordó las palabras de su guía espiritual:
“Lo que no entiendes, te domina.”
Sabrina la observaba con una sonrisa helada.
—Espero que no te rompas tan rápido como la argentina —susurró.
Lyra la ignoró.
El juez levantó el brazo.
—¡Comiencen!
El primer golpe vino de Sabrina, directo al abdomen.
Lyra bloqueó, giró y contraatacó.
El ritmo era brutal.
Ambas se movían con velocidad sobrehumana, como si el mundo se hubiera ralentizado a su alrededor.
El marcador subía rápidamente: Sabrina 4 – Lyra 0
La mexicana sonreía con cada punto ganado.
El público gritaba su nombre.
Lyra respiraba con dificultad.
Su visión se nublaba por la frustración.
— ¿Eso es todo lo que tienes? —burló Sabrina, mientras el juez ordenaba reiniciar la posición.
Lyra apretó los dientes.
Su mente se quebró por un instante.
El sonido del público desapareció.
Solo escuchó el eco de su respiración y una frase interior que ardía como fuego:
“A la mierda la tranquilidad.”
El siguiente golpe fue un relámpago.
Un puño directo a la tráquea.
Un sonido seco.
Un silencio absoluto.
Sabrina cayó al suelo sin aire, las manos en el cuello.
El juez se agachó desesperado.
— ¡Detengan la pelea! ¡Llamen a emergencias!
El estadio quedó mudo.
Miles de espectadores se pusieron de pie.
El cuerpo de Sabrina temblaba sin respirar.
Los paramédicos corrieron al ring.
Intentaron reanimarla.
Durante minutos que parecieron horas, Lyra permaneció inmóvil, con los puños bajos y los ojos vacíos.
Entonces, una voz retumbó por los altavoces:
— Sabrina Los Santos… no responde.
El llanto de su familia rompió el silencio.
Los espectadores comenzaron a evacuar el estadio entre gritos y sollozos.
Lyra sintió que el aire se volvía pesado, que el suelo desaparecía bajo sus pies.
Un oficial se le acercó con mirada grave.
—. Lyra Washington… queda detenida.
Ella no resistió.
No dijo palabra.
Solo bajó la cabeza mientras las luces del estadio se apagaban.
La tormenta había terminado.
Pero dentro de Lyra… recién comenzaba.
"Hay golpes que no se lanzan con los puños.
Algunos se quedan tatuados en el alma.”