M A L D I T A S

Mi historia: Anna Göldin

Recuerdo el día en que todo cambió. Era un día como cualquier otro en nuestro pequeño pueblo suizo. Mi esposo, Johann, había salido a trabajar en el campo y yo estaba en casa, ocupada con las tareas domésticas.

De repente, escuché un golpe en la puerta. Era el alguacil del pueblo, acompañado de varios hombres. Me preguntaron si era yo, Anna Göldin, y les respondí que sí. Entonces, me dijeron que estaba acusada de brujería.

No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Brujería? ¿Qué sentido tenía eso? Yo era una mujer devota, una esposa y madre amorosa. No había hecho nada malo.

Pero no importaba lo que yo dijera. Los hombres me llevaron ante el juez del pueblo, que me acusó de haber hecho un pacto con el diablo. Me preguntaron si tenía un familiar o amigo que pudiera testificar en mi favor, pero yo sabía que nadie se atrevería a hablar en mi defensa.

El juicio fue un proceso rápido y cruel. Me sometieron a torturas y me obligaron a confesar algo que no había hecho. Pero yo no confesé. Yo sabía que era inocente.

Finalmente, el juez me condenó a muerte. Me llevaron a la plaza pública y me decapitaron en presencia de toda la comunidad.

Mi último pensamiento fue para mi esposo y mis hijos. ¿Qué les pasaría ahora que yo no estaba? ¿Quién se ocuparía de ellos?

Mi historia es un ejemplo trágico de cómo la superstición y la intolerancia pueden llevar a la muerte a personas inocentes. Pero también es un recordatorio de la importancia de luchar por la justicia y la verdad.




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