Juana De Arco

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Me llamo Juana de Arco, y nací el 6 de enero de 1412 en la aldea de Domremy, en la región de Lorena, Francia. Mi familia era de origen campesino y vivía en una pequeña granja. Mi padre, Jacques d'Arc, era un agricultor, y mi madre, Isabelle Romée, era una mujer devota y piadosa.

Crecí en un entorno rural y religioso. Recibí una educación básica en la iglesia local y me crié con una fuerte fe católica. Tenía tres hermanos, Pierre, Jean y Jacques, y una hermana, Catherine.

Mi vida cambió drásticamente cuando tenía 17 años. Comencé a escuchar voces que creía eran de Dios, San Miguel y Santa Catalina. Me ordenaban liberar a Francia de la ocupación inglesa. Me sentí llamada a cumplir con esta misión divina.

Convencida de mi misión, me dirigí a la corte del rey Carlos VII de Francia, quien estaba luchando por recuperar su trono. A pesar de la inicial incredulidad del rey y sus consejeros, logré convencerlos de mi sinceridad y determinación.

Lideré un ejército francés en la Batalla de Orleans, que había estado bajo asedio inglés durante más de un año. El 8 de mayo de 1429, las fuerzas francesas, lideradas por mí, lograron romper el asedio y liberar la ciudad.

Sin embargo, mi éxito fue efímero. En 1430, mientras lideraba un ataque contra la ciudad de Compiègne, fui capturada por los burgundios, aliados de los ingleses. Fui vendida a los ingleses, quienes me llevaron a juicio en Rouen.

El juicio fue un proceso injusto y politizado. Me acusaron de herejía, brujería y vestirme como un hombre. Me interrogaron durante varios meses, intentando hacerme confesar mis supuestos pecados.

Me defendí con valentía y determinación, afirmando que mi misión había sido ordenada por Dios y que no había cometido ningún pecado. Sin embargo, el veredicto ya estaba decidido de antemano.

El 30 de mayo de 1431, fui declarada culpable de herejía, brujería y vestirme como un hombre. Fui condenada a muerte por quemación en la hoguera.

¡Claro! Después de mi muerte, mi legado y mi historia comenzaron a ser reevaluados. Aunque la Iglesia católica había sido instrumental en mi condena y ejecución, con el tiempo, comenzaron a reconocer mi inocencia y mi devoción a la fe.

En 1456, solo 25 años después de mi muerte, el Papa Calixto III ordenó una investigación sobre mi caso. Después de revisar las evidencias y los testimonios, el Papa declaró que mi condena había sido injusta y que mi ejecución había sido un error.

En 1909, el Papa Pío X beatificó, es decir, declaró beata, a Juana de Arco. Esto fue un paso importante hacia mi canonización.

Finalmente, el 16 de mayo de 1920, el Papa Benedicto XV me canonizó, es decir, me declaró santa. Esto significaba que la Iglesia católica reconocía oficialmente mi santidad y mi martirio.

Mi canonización fue un momento histórico, ya que marcó la primera vez que una mujer había sido canonizada como mártir y santa por la Iglesia católica.

Desde entonces, soy conocida como Santa Juana de Arco, y mi festividad se celebra el 30 de mayo, el día de mi muerte. Soy patrona de Francia, y mi legado continúa inspirando a personas de todo el mundo.

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Juana de Arco fue encarcelada y sometida a un juicio injusto. Después de su captura en Compiègne en 1430, fue llevada a la prisión de Rouen, donde estuvo encarcelada durante varios meses.

Tiempo en prisión:

Juana de Arco estuvo encarcelada desde el 23 de mayo de 1430 hasta su ejecución el 30 de mayo de 1431, lo que significa que pasó aproximadamente un año en prisión.

Tortura:

Sí, Juana de Arco fue torturada durante su encarcelamiento. Aunque no hay registros detallados de las torturas que sufrió, se sabe que fue sometida a interrogatorios intensos y que se le aplicaron técnicas de tortura para intentar hacerla confesar.

Algunos historiadores creen que Juana de Arco fue sometida a la "tortura de la cuerda", que consistía en colgarla de una cuerda para que se sintiera como si estuviera a punto de ahogarse. También se cree que fue sometida a la "tortura del fuego", que consistía en aplicar fuego a sus pies y piernas para intentar hacerla confesar.

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