M y M

Lienzos y Flores.

Martin Garcias, sabía que su trabajo no era el mejor. 

Su arte, se caracterizaba por ser repetitivo y no tan sorprendente como se solía considerar a otras obras que entraban a ser parte de lo surreal. Desde muy niño, supo que su admiración hacia las flores, no era un gusto pequeño, sino un gusto completo, como para dedicar su vida a ello. En su caso a pintarlas en superficies, desde paredes, hasta lienzos.

Por eso, consideraba sus cuadros bastante repetitivos; sin embargo, a las personas les gustaba lo que él hacia, aunque, con respecto a su sentir, poco le importaba lo que pensaran los críticos de arte de Santa Marina. Solía tener algunos comentarios presentes, que habían marcado en cierto modo su trayectoria, pero aquellos que provenían con sátira, no se daba la molestia de escucharlos o leerlos. A él solo le apasionaba pintar flores para sentirse extasiado.

Debemos aclarar, que él no solo pintaba flores, también le atraía mucho la anatomía del ser humano, por lo que muchas veces, mezclaba estos dos conceptos. Como aquella vez, en la que dibujó un bosque cuyos árboles, eran de color morado tenue y los lagos eran verdes. En ese bosque, colocó muchas personas de color amarillo y solo una estaba de un color distinto, de blanco. Cuya figura estaba alejada del resto de amarillentos.

Este cuadro según él, era una metáfora. En la cual el morado en los árboles, significaba que estaban a punto de morir. El verde en los lagos representaba para él, sufrimiento, por contaminación extrema. Las personas eran amarillas, por simple riqueza. En sus términos se traducía a que ellos tenían riquezas a costa de la naturaleza y el ser humano de color blanco, era él.

Trabajo que al final terminó desechando, porque aquella historia no le terminó de convencer por parecerle muy trivial y un tanto ilógica.

Su estudio de trabajo, era un completo caos, cuando él dejaba volar su mente y sus ideas.

Su estudio era un espacio no muy grande, pero cómodo. La suciedad del estudio no era por mugre, era la pintura al oleo que usaba la que manchaba las paredes, el piso, entre otras cosas.

La falta de orden en sus herramientas era otro problema; sin embargo, Garcias, entre tanto desorden estaba seguro de donde estaba cada cosa. Por lo que su carencia de colocación, no afectaba para nada su rendimiento.

Lo que si estaba afectando su rendimiento, era esa cosa suya de quedarse sin ideas. Su trabajo parecía fácil, lo que en definitiva no era. Teniendo en cuenta los bloqueos artísticos, era casi imposible para él poder desarrollar una buena historia, una buena presentación de cada cuadro.

Porque antes de realizar una pintura, esta debe tener una historia para él. De qué sirve pintar un par de rosas negras y no darles el debido significado o el debido mensaje. Después de todo, más allá de ser su entretenimiento, también era su trabajo y si ya te están pagando por ello, hombre, pues hazlo bien y con ganas.

Aquellas veces que no tenia la suficiente motivación como para crear alguna idea y plasmarla en un lienzo, Martin, salía de su zona de confort, para interactuar con el mundo. Con mundo estamos hablando de los seres vivos que son capaces de llevar el proceso de fotosíntesis.

La naturaleza, era su fuente de energía, era ese clímax, qué le impulsaba a crear, junto a otras cosas. Como lo era el escuchar música italiana, jazz, opera, etc.

Porque sí, Martin era un fanático del sonido, un amante empedernido de lo que se transmite mediante notas musicales. Tenía un oído para encontrar sonidos armónicos dentro de cualquier  algarabía.

por ejemplo, si estaba en el centro de la ciudad, lugar que se consideraba como el que tenia más almacenes y restaurantes de toda Santa Marina, tenía esa capacidad de encontrar fácilmente a aquel que estuviera tocando un violín o una trompeta y casi que automáticamente perdía el interés en escuchar las voces de las personas a su alrededor.

Le ocurría exactamente lo mismo, cuando veía una película y esta poseía bastante sonoridad de fondo, como en las escenas de besos románticos, encuentros impresionantes, declaraciones inesperadas, etc. Muy pocas veces, se concentraba completamente en ver la escena, simplemente cerraba sus ojos y escuchaba.

Las películas que más le encantaban por la musicalidad solían ser en mayoría aquellas animadas, a pesar de ser un adulto ya. Como aquellas que hacían parte de las creativas historias del estudio Ghibli. Era increíble como estas películas te llevaban a sentir tantas emociones, con solo ser metáforas animadas.

Pero, como no siempre esta segunda opción, le daba tanta motivación o inspiración, prefería la primera opción. nada se comparaba a la sensación de poder admirar la naturaleza.

Siendo las seis en punto de la tarde, Martin, había decidido salir a dar un paseo no tan lejos de su casa para desestresar un poco su aura. Mientras caminaba por las calles, pensaba en lo maravillosa que estaba la tarde y lo mucho que apreciaba que su ciudad fuera tan bella y que sus habitantes, fueran bastante respetuosos con mantenerla impecable.

Estaba tan concentrado que no se percató, que se encontraba bastante aislado de lo que se consideraba lo cercano de su casa. Otra vez en la que sus pensamientos lo dejaban desconectado de la realidad.

Se encontraba en una esquina de pie, junto a un semáforo. Conocía esta calle por simple vista, pero no conocía a las personas que vivían en ella, ni había entrado a los negocios ubicados en ese lugar.

La razón de su desconocimiento era muy simple, Martin, llevaba muy poco de haberse mudado.

Se podría incluso decir, que había vivido en quince casas en todo lo que iba de su vida, por lo que esta de más decir que se mudaba constantemente.

A estas horas al parecer, no se observaban muchos transeúntes, todo a su alrededor se veía bastante tranquilo y silencioso. Las tiendas, la mayoría ya estaban cerradas a excepción de una floristería que aún tenía las luces encendidas.




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