M y M

Desconocida.

En la madrugada, no pegó el ojo. No se le ocurría  para nada ir a dormir teniendo tanto en su cabeza. Tantas cosas que quería dibujar, tantas mezclas por hacer. Si no aprovechaba el entusiasmo en esa misma noche, para el día de mañana, las ideas se esfumarían y quedaría bastante decepcionado por no aprovechar semejante fuente de inspiración.

La inspiración había llegado en el momento más justo, tan conveniente para Martin. Era solo cuestión de cuarenta y ocho horas para que la galería, volviera a abrir sus puertas después de un tiempo de cierre temporal por remodelación. Decir que todo lo dejaba para última hora, era un cincuenta por ciento nada más. Al otro cincuenta por ciento, pertenecían los dibujos que había realizado antes, los cuales estaban inconclusos. El pobre se había estresado tanto que los dejó tirados, pero lo importante en ese momento no eran sus cuadros fallidos. Lo más relevante en ese instante: "Su pintura en desarrollo".

Cada pincelada que daba sobre el lienzo, la hacía con bastante lentitud. Detallaba cada linea casi que a la perfección. Después de rellenar las formas, se alejaba un poco, observaba su trabajo y aquello que no se veía bien de lejos, lo corregía. Cada cierto tiempo descansaba para darle una probada a un trozo de pan que humedecía en café amargo. Luego, retomaba su trabajo con el mismo entusiasmo.

No es común para él, la pintura nocturna. Prefería el día porque tenia más energía, después de haber descansado toda la noche. Idea, que analizando, tal vez, no estaba del todo correcta, porque en esa noche, avanzó bastante. No pudo terminar ese cuadro en una noche, pero si fue capaz de realizar lo esencial. A las cuatro y cuarenta de la mañana, ya su cuerpo le rogó por descanso y fue exactamente lo que hizo.

Agradecía mucho que Mirian, lo hubiera motivado de cierta forma, en su visita a la floristería el día de ayer. De tal manera, que las personas al decir que contarle tus problemas a un desconocido es de la cosas más efectivas que hay, es un hecho muy cierto. En relación con este tema, sí, los psicólogos son de buena ayuda.

La conversación con la dueña de la floristería fue bastante amena. Primeramente la conversación inició muy formal, en otras palabras, temas de un cliente con un vendedor; sin embargo, los temas fueron surgiendo por si mismos.

─Soy nuevo, por este lado de la ciudad. ─Dijo Martin, sentándose en el sofá de la mini biblioteca─ supongo que por eso no me había visto por aquí.

─Supongo, suelo conocer las caras de mis clientes. Tengo clientes seguros y constantes. ─contestó, sentándose en el mismo sitio de Martin, en la otra esquina del sofá─ con respecto a usted, no me ha dicho su nombre, en cambio yo lo he dicho a penas usted ha puesto un pie dentro de mi tienda ─Sonrió con cierta burla. Acto, que el joven imitó.

─Martin Garcias, con S al final. 

En cada ocasión, debía aclarar que su nombre terminaba  así, porque las personas se ponían de acuerdo, en decir su apellido mal y eso que solo es por una S.

─Mucho gusto Martin. Tu nombre me suena mucho, pero no recuerdo donde lo he escuchado, aunque bueno, muchos tienen tu nombre en esta ciudad. 

─Soy pintor, a lo mejor has visto alguna de mis obras.

─Hizo silencio y después se mostró sorprendida, como si recordara algo grandioso ─ de casualidad tú pintaste aquel cuadro de ahí ─ Señaló un cuadro colgado en la pared ─Lo compré en la galería Laconis, el año pasado.

─¿En serio? ¡Dios mío!, qué coincidencia, lo he hecho yo─ «¿Cómo es que no lo he visto?» pensó Martin, pero no fue capaz de decirlo en voz alta. 

Mirian, le platicó acerca de como su obra, le llamó tanto la atención y de como fue capaz de tener una conexión con esa obra de arte. Mientras, ella le felicitaba por su esplendido trabajo. Algo en él se sentía eufórico. Como es que  aquella mujer, sin saber exactamente que estaba provocando dentro de su mente, fue capaz de llegar hasta lo más profundo de su corazón. Recordándole lo mucho que amaba transmitir mediante sus lienzos. Fue un momento de ternura que le ayudó a rememorar su tenacidad.

Muchos temas surgieron en la conversación, pero el más profundo fue cuando Martin, decidió hablarle de su problema de inspiración.

─Francamente, te tengo que decir. Que últimamente no he estado en mi mejor momento como artista. ─soltó como si hablara con un amigo de infante, así se sentía él. Sentía que conocía a esta mujer de toda la vida─ ¿has sentido alguna vez, esa sensación de perdida?─ bajó la mirada con pena, observando sus manos.

─Sí, lo he sentido... No sé si de la misma forma que tú, pero he sentido ─Respiró hondo, y luego retomó lo que decía─ Como si todo a tu alrededor no tuviera un sentido alguno, ya no se disfruta la vida, ni las pequeñas cosas que antes solían divertirnos.

─Sí... es extraño sentirse así, Mirian. ─Por alguna razón decir su nombre en voz alta, le dio más confianza─ Creo que es algo de los treinta, de más joven nunca me sentí así. Intento que la inspiración llegue a mí, con el solo hecho de caminar por la ciudad, pero últimamente ya no me está funcionando del todo.

La mujer asintió, le sonrió y se levantó. Acción que asustó a Martin, porque pensó que ella ya no estaba cómoda en la conversación.

Se tranquilizó, al ver que solo se había puesto de pies, para tomar un libro de una vitrina y dárselo.

─No sé si te guste leer, pero, dale una oportunidad a este libro, habla acerca de la mente humana y como no sentir que te pierdes en tu mente, bueno, más bien a como controlar los vacíos.

Martin, leyó la cubierta del libro. Cuyo titulo decía: "tragédias em mim mesmo".

No fue necesario preguntarle a la muchacha, qué idioma era ese, porque ya sabía que era portugués. fue fácil llegar a la conclusión de que era un libro extranjero traducido al español.

─Gracias, te lo devolveré cuando lo haya terminado.




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