Macht en alta mar

Capitulo 14

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Competencia absurda

Lo bueno de estar atrapados en una isla es que el panorama es… pintoresco. Lo malo es que después de dos días, todos empezamos a aburrirnos de comer cocos y discutir por hojas de palmera. Fue Daniel —el chico que parecía creer que seguía en un reality show— quien tuvo la brillante idea de organizar “juegos de supervivencia”.

—¡Será divertido! —exclamó, con esa energía que solo un tipo con demasiadas endorfinas podía tener—. ¡Competencias para mantener la moral en alto!

Yo pensé que se refería a cosas útiles como quién recogía más leña o quién lograba pescar sin enredar la cuerda… pero no. Resulta que su idea de “competencias” incluía carreras de equilibrio con cocos en la cabeza, lanzamiento de piedras a un tronco y, para rematar, un concurso de baile en la arena.

—¿Esto es en serio? —pregunté, mirando a Olivia con incredulidad.

—Relájate, Brooke, podría ser divertido. —Ella estaba fascinada con la idea, como siempre.

Y ahí estaba él: Oliver. Con una rama en la mano que usaba como bastón de mando y una sonrisa que me decía claramente: esto es perfecto para fastidiarte.

—¿Lista para perder? —me susurró mientras se acomodaba junto a mí.

—Por favor, yo nací para ganar —respondí, intentando sonar confiada aunque mi historial en educación física contara otra historia.

Ronda 1: Equilibrio con cocos

Nos dieron un coco enorme a cada uno y la instrucción era simple: caminar sobre una línea en la arena sin dejarlo caer.

—Fácil —dije, colocándome el coco en la cabeza.

Lo que no mencioné fue que mi cabeza parecía diseñada para no sostener absolutamente nada. A los tres pasos, el coco rodó y casi me parte la nariz.

—¡Fuera, Brooke! —cantó Diego, actuando de juez con demasiada emoción.

Mientras yo me sacudía la arena de la cara, Oliver avanzaba como si fuera modelo en pasarela, con el coco perfectamente equilibrado. Al llegar al final, me miró y se inclinó en una ridícula reverencia.

—El talento natural, princesa. Tú sigue practicando.

—¿Talento natural o cabeza plana? —repliqué.

La risa de los demás me consoló un poco, pero ya lo veía venir: Oliver iba a usar cada derrota mía como arma personal.

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Ronda 2: Lanzamiento de piedras

Aquí pensé que tenía ventaja. Después de todo, en la secundaria fui bastante buena tirando borradores a los chicos molestos de la última fila.

El reto era golpear un tronco marcado con una cruz. Me concentré, lancé… y mi piedra salió disparada hacia la izquierda, asustando a unas pobres gaviotas.

—¡Wow, precisión militar! —rió Oliver, lanzando la suya con elegancia. Su piedra golpeó justo en la cruz.

El grupo lo ovacionó como si acabara de ganar medalla olímpica.

—¿Sabes qué? —le dije, cruzándome de brazos—. Seguro que practicas esto cuando nadie te ve.

—No lo niego —respondió, divertido—. Pero admitámoslo: tu puntería podría matar a cualquiera menos al objetivo.

Rodé los ojos, pero no pude evitar reírme un poco.

Ronda 3: Concurso de baile en la arena

Cuando Daniel anunció esta ronda, pensé que era una broma cruel del destino. Bailar. En la arena. Sin música decente. Y, por supuesto, las parejas serían elegidas al azar.

—Brooke y… Oliver. —La voz de Olivia, que estaba encargada de sacar los nombres de un sombrero improvisado, resonó como un trueno.

—¡No, no, no! —protesté de inmediato.

—¡Sí, sí, sí! —respondió Oliver, con una sonrisa de triunfo.

—Me niego.

—Las reglas son reglas —sentenció Daniel.

Y ahí estábamos, de pie en medio de un círculo, mientras los demás aplaudían y tarareaban algo que pretendía ser música. Oliver extendió la mano hacia mí.

—¿Quieres que te cargue para que no te caigas también aquí? —bromeó.

—¿Quieres que te dé una patada y termines bailando solo? —respondí, apretando su mano solo porque todos miraban.

Al principio fue un desastre: él intentaba guiar, yo lo pisaba, y terminamos riéndonos más de lo que bailábamos. Pero poco a poco, la risa se fue transformando en algo distinto.

Sus manos en mi cintura, firmes. Mis dedos enredados en su camisa, buscando equilibrio. La distancia entre nosotros reduciéndose sin que nadie lo ordenara.

Por un momento, olvidé que había gente alrededor. Sentí su respiración cerca, su mirada fija en la mía, y un calor que no tenía nada que ver con el sol de la isla.

—No bailas tan mal —murmuró.

—Tú tampoco… para ser un fastidio profesional. —Mi voz salió más suave de lo que esperaba.

Estábamos tan cerca que juro haber sentido que iba a besarme. Pero entonces Eva gritó:

—¡Ganadores por química evidente!

Todos aplaudieron y nos separamos de golpe, como si nos hubieran descubierto robando galletas de un frasco.

Después del juego

Me senté en la arena, todavía con el corazón acelerado. Oliver se dejó caer a mi lado, con esa expresión de satisfacción que me sacaba de quicio.

—¿Admites que fue divertido? —preguntó.

—Admito que sobreviví. —Intenté sonar indiferente, pero mi voz tembló un poco.

Él me miró de reojo, y sus labios se curvaron en una sonrisa lenta, peligrosa.

—No tienes que decírmelo ahora, Brooke. Pero tarde o temprano vas a aceptar que no somos tan malos juntos.

Me reí, nerviosa, lanzándole un poco de arena en la pierna.

—Sigue soñando, Oliver.

Lo que no le dije fue que tal vez… solo tal vez… empezaba a pensar lo mismo.

Lo bueno de estar atrapados en una isla es que el panorama es… pintoresco. Lo malo es que después de dos días, todos empezamos a aburrirnos de comer cocos y discutir por hojas de palmera. Fue Daniel —el chico que parecía creer que seguía en un reality show— quien tuvo la brillante idea de organizar “juegos de supervivencia”.

Ya habían pasado las primeras rondas: cocos en la cabeza, lanzamiento de piedras, y lo que yo definí como el peor momento de mi vida: un concurso de baile… con Oliver. Sí, el tipo que parecía haber nacido con la misión de irritarme. Y sí, admito que casi me olvidé de odiarlo cuando sus manos me sostuvieron con fuerza, cuando sus ojos se clavaron en los míos, y cuando por un instante sentí que el mundo se reducía a los dos. Pero no, yo no iba a darle esa satisfacción.



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En el texto hay: #amorverdadero, #amor-odioo

Editado: 22.09.2025

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