—¡Señor presidente! ¡Ya están acá!
Gritó la alterada María Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de buenos aires. Ella había entrado a la gran oficina del presidente dando un portazo, pero a él no le temblaba el pulso ni siquiera un poco.
—Ya vi, Mariu.
De espaldas a su escritorio, Mauricio Macri se volteó lentamente sobre su sillón giratorio y miró seriamente a su compinche.
—¿Están listos todos los preparativos?
—Así es, Mauricio —dijo la mujer mientras revisaba una tableta digital—. En primera fila armamos a todos los hombres de Rodríguez Larreta con una pala, para ahuyentar al ejército de Cristina. Van a creer que les ofrecemos trabajo y después van a perder la razón.
—Excelente. El plan va a ser llevado a cabo a la perfección. Cuando intenten atacar, le vamos a quitar los planes sociales y no les quedará otra que trabajar—. Con una mueca sonriente, el mandatario dio un chasquido—. El ejército de Cristina no tiene escapatoria.
—No va a ser tan fácil —interrumpió Gabriela Michetti, la vicepresidente de la nación. Entrando a la habitación en su silla de ruedas, se puso al lado de la gobernadora y sacó un pequeño control remoto. Lo accionó y una gran pantalla comenzó a proyectarse desde el techo: allí, se podía ver el enfrentamiento entre los hombres de Macri y de Cristina.
—¿Qué pasa, Gaby? ¿Cuál es el problema ahora?
—Es Hugo Moyano. Está bloqueando el paso de nuestros hombres con piquetes ¡Estamos rodeados!
Furioso, Macri golpeó su escritorio y se levantó de su escritorio.
—¡Ese maldito ingrato va a pagar las consecuencias! ¡Gabriela! ¡Necesito que privaticés todos los sindicatos posibles! Hay que quitarle fuerza a Hugo.
—Sí, señor presidente —respondió Michetti, retirándose de la habitación.
—¡Eugenia! Tenemos que darle refuerzos a nuestros hombres ¡Soltá los globos!
—¡Ahora mismo!
María Eugenia realizó unos comandos con la tableta y el techo de la casa rosada se abrió, lo que permitió salir a un ejército de globos aerostáticos amarillos piloteados a control remoto.
Una vez que estos llegaron y flotaron por encima del campo de batalla, inmediatamente dispararon contra el ejército de Cristina una lluvia de choripanes. Así, mientras estos eran distraídos por la comida gratis, los hombres de Rodríguez Larreta comenzaron a tomar fuerza y a atacar con sus grandes palas metálicas.
—¡Funciona, Mauri! Están superando al batallón de Cristina.
—Perfecto. Ahora es el momento ¡Quiten los planes!
—¡Momento! —interrumpió la gobernadora, quien miraba la pantalla— ¡Algo está sucediendo!
Antes de llevar a cabo la orden, los globos aerostáticos de Mauricio Macri parecían haberse revelado: habían comenzado a disparar contra el mismo ejército del gobierno.
—¿¡Qué está pasando!? —exclamó Mauricio, confundido.
No obstante, la respuesta no había tardado mucho para el presidente de la nación, el cual no pudo seguir viendo el feroz enfrentamiento de plaza de mayo. La señal había sido interferida con el canal C5N.
—¡Tu plan no va a funcionar, Gorila! —rió con malicia un señor de traje que apareció en la pantalla.
—¿Roberto Navarro? —dijo Macri, con sorpresa—. ¿Qué estás haciendo en mi pantalla?
—Interferí en tus sistemas inalámbricos para cambiar las órdenes de tus globos ¡Ahora le pertenecen a Cristina Kirchner!
—¿Te creés muy pillo, imbécil? ¡Devolveme los globos!
—Eso no será posible, Mauricio —respondió el reportero, entre gruesas carcajadas—. Ahora los choripanes convertirán a toda tu milicia de globoludos en hombres para Cristina ¡Y no vos no podés hacer nada para detenerme!
Sin embargo, a pesar de que el presidente no podía hacer nada al respecto, un viejo aliado de él sí. Repentinamente, el canal de C5N fue perdiendo señal hasta recuperar la imagen con el enfrentamiento.
Los globos estaban redirigiendo su ataque nuevamente al enemigo.
—¡Mirá, Mauricio! —le dijo Eugenia Vidal—. ¡Recuperamos los globos!
—Pero... ¿Cómo es posible?
—Yo te voy a dezir cómo ez posible —se escuchó repentinamente desde el televisor.
Entonces, el canal había cambiado otra vez. En la pantalla apareció un hombre robusto y con anteojos.
—¡Jorgito Lanata! Qué bueno verte —exclamó el presidente.
—No te alegréz tanto, boludo —respondió el periodista, sobrio—. Ezcuchá, he bloqueado el eztudio del hijo de puta de Roberto para que puedan zeguir con zu ataque. Pero ezo ya no importa, algo máz grande ze viene.
—¿Algo más grande? —interrumpió Vidal— ¿Qué querés decir con que viene algo más grande?
Editado: 12.11.2018