Madre a destiempo | Edición completada.

Introducción

Siempre supe que era adoptada, a pesar de conocer que mis padres lo ocultaron hasta que tuviese la la edad adecuada para que pudiera asimilar las cosas, viendo la vida de otro modo y nada de eso me cambiara.

Sinceramente, recibir ese tipo de noticias no es fácil, tampoco es lo más bonito del mundo saber que fuiste elegida de entre tantos para obtener lo que otros no han logrado por más que deseen con locura la oportunidad.  

Muchas veces te cuestionas parte de eso a la hora de saber la verdad, aunque la mayor parte del tiempo terminas por ocultarlo para no hacerle daño a las personas a tu alrededor, menos a ti misma por el simple hecho de pensar. Y pensar de más.

No terminé mi crecimiento en un ambiente de ricos, pero  no era uno pobre, sino en el intermedio donde tienes lo necesario, además de luchar por lo que quieres en la vida.  

Eso es lo mismo que recibes desde el momento en que te eligen, mientras un juez dicta la orden para ser llevada en compañía de tu nueva familia, abandonando la otra donde comenzaste de verdad.  

Es ahí donde ya no existe la canasta bajo la lluvia que han dejado frente a un orfanato, con las gotas tocando tu paladar por el lloro. Ahora hay brazos abriéndose para poder mostrarte aquello que puedes tener a pesar de lo contradictorio de las circunstancias.

Entiendes que empleas una nueva oportunidad para seguir a paso pleno en la vida, pidiéndote a ti misma nunca cometer el mismo error que alguien más cometió contigo. El de abandonarte sin razón alguna al dejarte a la deriva.

He aprendido y he amado con el paso de los años, aún sintiendo la ausencia de una verdadera madre a la que no quería conocer, ni saber por qué hizo lo que hizo cuando se dio cuenta que crecía dentro de sí. Nunca la necesité, en la actualidad no sería el momento para hacerlo, porque si tenía una familia paterna, materna, hermanos, que tal vez no compartían sangre conmigo, pero sí sentimientos, entonces no me estaba haciendo falta su presencia.

O eso es lo que piensas mientras la amargura te va consumiendo desde adentro sin darte cuenta.




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