Madre Sustituta

Capítulo 4

Al salir del baño, me doy cuenta de que no hay rastros de Adamo, es más, ni siquiera hay personas transitando por este lugar. Miro hacia el cielo oscuro, lleno de estrellas y me quedo reflexionando por unos segundos mientras decido qué hacer.

Oh, Dios, ¡¿por qué es tan difícil?!

Realmente he estado pasándola bien, incluso, he interactuado con otras modelos desde mi llegada. Sin embargo, el nombre de aquel hombre misterioso que quiere conocerme no sale de mi mente.

Marco De Luca.

Leo el nombre repetidas veces en la tarjeta. Una parte de mí dice que llame al número plasmado en la tarjeta, mientras que la otra insiste en que quizá no sea una buena idea. Pero hoy es mi última noche en Milán y me gustaría arriesgarme a ver qué sucede.

Con la mano temblorosa y el corazón latiendo con fuerza, tomo el teléfono móvil y escribo el número en la pantalla.

Respiro profundamente, tratando de calmar los nervios, pulso el botón para hacer la llamada y espero unos segundos. La línea suena varias veces antes de que alguien atienda con una voz varonil.

—Buenas noches, habla Nina Brunner —me presento luego de controlarme un poco. Debo admitir que esta llamada me pone algo nerviosa—. Me han dicho que está interesado en conocerme.

—Hola Nina, un gusto escuchar tu voz por primera vez —contesta con ese tono grave que me hace imaginarlo en mi cabeza—. Estaba esperando tu llamada.

—¿En serio?

—No soy un hombre que anda con rodeos —dictamina con seriedad—. ¿Aún sigues en esa aburrida fiesta?

—Sí, sigo aquí.

—¿Te animas a ir a un sitio mucho más divertido? —su voz se vuelve más sugerente, como si cada palabra estuviese cargada de promesas—. Pero eso sí, solo si estás dispuesta a dejar que la noche nos sorprenda.

Mi corazón late más fuerte, la idea de cambiar la monotonía por algo impredecible y emocionante me atrae más de lo que esperaba.

—¿Y qué me propones? —pregunto, con una sonrisa en mi rostro.

—Lo sabrás cuando nos veamos, si te parece, enviaré a mi chofer a buscarte.

Un suspiro escapa de mis labios, sabiendo que esta noche podría ser mucho más que una simple llamada. La adrenalina corre por mis venas y con un audaz impulso, acepto.

—Estaré esperándolo en la salida.

—Nos vemos pronto —dice con una voz que ahora suena como un susurro seductor.

Cuelgo, sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda. La noche acaba de empezar y no tengo idea de lo que me espera, pero sé que será una historia que recordaré por siempre.

Salgo de la celebración tras despedirme de mis compañeras, luego me muevo hacia el estacionamiento. Desde la distancia, puedo ver a Adamo, así que me acerco con cautela a la camioneta, mis manos tiemblan de emoción y de incertidumbre.

El peliblanco abre la puerta trasera y yo me deslizo hacia dentro, sintiendo la suavidad del asiento junto al aroma distinguido del interior.

—Todo listo, señorita —musita una vez que se mete en el auto encendiendo el motor.

La camioneta empieza a moverse suavemente, atravesando las calles iluminadas por la noche. Miro por la ventana, intentando imaginar qué me espera a partir de ahora.

La tensión se mezcla con una extraña sensación de anticipación que ni siquiera las canciones pop en la emisora logran relajarme.

Tras unos minutos de silencio, el hombre anuncia:

—Estamos llegando al destino.

Respiro con lentitud cuando el auto se detiene. El chófer sale y abre la puerta del lado del pasajero, ofreciéndome su mano con cortesía. Soy guiada por un camino que lleva a un restaurante muy elegante. Las luces tenues y la fachada imponente me hacen detenerme por un momento, admirando el lugar antes de entrar.

Adentro, la atmósfera es sofisticada: mesas cubiertas con manteles de seda, cristalería brillante y un ambiente de exclusividad. En una de las mesas, sentado con gracia y una sonrisa que parece iluminar toda la habitación, está mi cita de esta noche.

Quedo paralizada por unos segundos, es mucho más hermoso de lo que había imaginado: su rostro perfectamente esculpido, la mirada profunda, cabello castaño, barba poblada y esa presencia que parece llenar todo el espacio.

Marco se levanta al verme llegar, extendiendo la mano con elegancia.

—Nina, qué gusto finalmente conocerte en persona.

Aún ensimismada, avanzo lentamente hacia él, aceptando su mano y sintiendo un estremecimiento recorrer mi cuerpo.

—El placer es mío... —susurro, sin poder apartar la vista de sus ojos color ámbar.

Sonríe en un gesto de aprobación y me invita a tomar asiento.

—Espero que te guste lo que he preparado para ti.

Asiento, todavía perdida en aquel rostro que parece salido de un sueño, la magia del momento me envuelve y en ese instante, sé que nada será igual a partir de ahora.​​​​​​​




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