Maduras son mejores. El catálogo del amor.

Prólogo.

¿Sabes cuánto vale una sonrisa en mi mundo? ¿Cuánto cuesta entreabrir los labios justo así, con esa promesa de calidez que no compromete nada pero lo sugiere todo? ¿Cuánto pesa en billetes arrugados el ángulo exacto de una mirada que dice "estoy disponible para ti" aunque mire a través de ti hacia algo que nunca alcanzaré?

Tengo veinte años, pero mis manos ya saben mentir como si hubieran vivido tres vidas, tres putas vidas llenas de roces que no curan nada, solo dejan marcas invisibles. Marcas que no se ven en la piel, sino más adentro, donde el músculo se encuentra con el hueso, donde las cosas que haces por necesidad se convierten en cosas que eres. Empujo la puerta del edificio con esa sonrisa que no me cuesta nada, porque la practiqué en el espejo hasta perfeccionarla.




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