El viernes había llegado por fin y Maedow terminó de arreglarse para su cita con el cantante. Se miró por décima vez al espejo para comprobar que estaba todo bien y bajó las escaleras a toda velocidad cuando llamaron al timbre.
La tenista adelantó a su madre que salía de la cocina, se serenó unos segundos y abrió la puerta con una gran sonrisa que se ensanchó aún más cuando vio a Seung ataviado con la mascarilla y la gorra, además de ir vestido de forma más casual.
Seena se asomó por un flanco de su hija para ver quién era y le dedicó una sonrisa a la pareja que se habían quedado mirando fijamente.
—¿A dónde vais? —preguntó la mujer con las manos en las caderas.
—Es una sorpresa —respondió el chico parpadeando para salir del hechizo de los ojos celestes de la muchacha.
—Tened cuidado.
El joven asintió con una leve reverencia de cabeza, le ofreció la mano a la chica y la guio hacia la furgoneta negra donde los guardaespaldas los esperaban para llevarlos al lugar donde se realizaría la cita.
La tenista no podía ver a dónde la llevaba porque las ventanas eran negras para que nadie pudiera reconocerlos y él tampoco la dejaba mirar el camino al que se dirigían.
El coche se detuvo delante de una gran verja de hierro, se apearon y uno de los guardaespaldas sacó un manojo de llaves del bolsillo de su pantalón.
La muchacha intentó ver más allá de la puerta, pero todo estaba oscuro y en silencio.
—¿Dónde estamos? —quiso saber la fémina mirando a su alrededor para poder ubicarse con algo que reconociera.
—Vamos —la agarró de la mano bajando la mascarilla para dejar ver su cálida sonrisa y la guio hacia la primera atracción—. He alquilado el parque de atracciones para esta noche.
—¿Me tomas el pelo? —le inquirió con los ojos abiertos de par en par por la sorpresa.
—Quería disfrutar contigo sin tener que esconderme, y esto fue lo que se me ocurrió. Tenemos el parque entero para nosotros solos —observó con atención la perplejidad de su rostro y pensó que había cometido un error—. No te parece bien.
—Me parece estupendo. No me esperaba que hicieras o, más bien, que pudieras hacer esto —lo atrajo hacia ella para rodear el brazo masculino con su mano y apoyó la cabeza en él.
—En ese caso, ¿dónde te gustaría montar primero?
—En el barco. Hace tiempo que no me subo y tengo ganas —le dijo ella caminando hacia la atracción con él.
El barco se puso en marcha cuando el guardaespaldas le dio al botón y comenzó a subir cada vez más alto. Cuanto más se elevaba, más frío tenía la chica.
Cuando bajaron de la atracción, Maedow se refregó las manos por los brazos descubiertos por la camiseta de mangas cortas que había decidido ponerse.
—¿Tienes frío? —le preguntó él al ver su gesto. Ella asintió y el chico se quitó su sudadera para que la joven la usara.
—Gracias. Me he olvidado de que las noches ya son más frías.
—No te preocupes. Te queda un poco grande, pero estarás calentita y, aún más, si yo hago esto —la abrazó por la espalda y caminó con ella hacia la siguiente atracción.
Cuando se cansaron de montarse en las atracciones y el estómago les rugió de hambre, caminaron hacia el único puesto de comida rápida que el cantante había decidido dejar abierto y pidieron la cena para comer sentados en un banco de hormigón mientras charlaban para conocerse mejor.
En ningún momento la chica se acordó del suceso con su ex entrenador y, aunque lo hubiera recordado, no hubiera contado nada. No quería que aquella noche se torciera y, mucho menos, por su culpa.
Caminaron cogidos de la mano mientras la comida se asentaba en sus estómagos y recorrieron todo el parque de atracciones descubriendo sitios que no habían visto nunca.
Estaban disfrutando como nunca de aquella cita, sin embargo, no sabían que alguien los vigilaba y no era para nada bueno.
La cámara del móvil del espectador inesperado estaba haciendo fotos por doquier para no dejar ningún cabo suelto en su plan. La pareja no sabía lo que les esperaba, aunque, estaba seguro de que la chica haría cualquier cosa para que esas imágenes no salieran a la luz antes de los Juegos Olímpicos.
***
Mientras Seung y Maedow disfrutaban de su cita, Eun-Ji y TaeYang aprovecharon para hacer el directo que prometieron para responder preguntas de sus relaciones, desde la habitación del hotel.
Los dos cantantes habían avisado a sus seguidoras por sus cuentas de Instacam la semana antes. Encendieron la cámara del ordenador y entraron en directo, saludando a sus admiradores con una sonrisa.
—Buenas noches —habló Eun-Ji con un movimiento de mano para darles la bienvenida a aquella charla que estaban a punto de comenzar—. Como prometimos hace casi un mes, hoy responderemos todas las preguntas que nos hagáis sobre nuestras relaciones.
—Exacto. Lo cierto es que yo tenía muchas ganas de hacer este directo para, públicamente, daros las gracias por todo vuestro apoyo hacia nosotros, nuestras relaciones y a nuestras novias. No teníamos ni idea de las seguidoras tan bellas de corazón que nos siguen y son felices viendo nuestra felicidad. Gracias de todo corazón —anunció TaeYang al poner su mano en el pecho y haciendo una leve reverencia con la cabeza.
—Tienes mucha razón. En nombre de todos los miembros de MS2, en especial de nosotros, muchísimas gracias. Nos vais a perdonar, pero no hemos tenido tiempo de cenar, por lo que comeremos algo mientras respondemos —el mayor enseñó la mesa redonda ataviada de un mantel blanco repleta de platos deliciosos y regresó su atención a las seguidoras—. Comencemos con las preguntas.
—Guau, hay muchas. Parece que nuestras seguidoras son muy curiosas. A ver… —TaeYang leyó varias a toda velocidad antes de que desaparecieran de la pantalla y se quedó con la primera—. Empezaremos por lo que más están queriendo saber. ¿Dónde están las chicas?