Maedow (melodía de Amor 3)

Capítulo 10

Seung y Maedow estaban tumbados en la cama, abrazados y dormidos tranquilamente cuando Faith y Hyacinth entraron en la habitación, sobresaltándolos. 

—¡Arriba, dormilones! Summer nos está esperando para su competencia —le dijo la mayor dando unas palmadas en la puerta para que se despertaran. 

—Vale. Ya vamos —contestó la tenista antes de que se lanzaran a la cama. 

Las dos hermanas salieron de la estancia con una leve sonrisa traviesa y la pareja se miró con los ojos adormilados. 

El cantante la pegó un poco más a él y le dejó un pequeño beso en los labios. No quería levantarse. Deseaba quedarse en la cama con ella hasta el lunes por la mañana que volverían a la rutina del trabajo y el estudio. 

—Será mejor que vayamos o volverán con refuerzos —le informó ella rozando la punta de su nariz con la de él. 

—¿Es necesario? 

—Si gana la competición será la campeona nacional. 

Los ojos del chico se abrieron sorprendidos, la miró durante unos segundos con fijeza, le dejó un nuevo beso en los labios y se levantó de la cama para entrar en el baño y prepararse. 

Ambos bajaron media hora después al salón de la casa para encontrarse con todos los miembros del grupo y las hermanas de la chica. Se subieron al minibús negro y pusieron rumbo hacia la pista de hielo. 

Los padres de ellas los esperaban reservando los asientos de la primera fila, se sentaron después de saludarlos y buscaron a la adolescente con la mirada. 

La encontraron sentada en el otro extremo de la pista con su entrenadora, moviendo la pierna de arriba abajo por los nervios. 

Aplaudieron a las patinadoras que salieron antes que la joven y se levantaron de los asientos cuando ésta patinó hacia el centro del hielo con una sonrisa en los labios. 

Se preparó para comenzar con su ejercicio y esperó a que la canción se escuchara por los altavoces. 

Los primeros acordes resonaron en la pista silenciosa y todos los integrantes del grupo abrieron sus bocas al reconocerla. Sus ojos se clavaron en el miembro más joven y le dedicaron una sonrisa cuando vieron sus lágrimas agolpadas, intentando retenerlas. 

La voz del chico inundó el polideportivo y la adolescente patinó por la pista con destreza y agilidad, sintiendo la letra de la canción Euphoria.

Los saltos, giros y la velocidad eran asombrosas y, para asombro de todos, incluida la patinadora, no cometió ningún error. Llevó su coreografía hasta el final y el público estalló en aplausos y vítores mientras ella se despedía para regresar a su sitio con la entrenadora. 

Seung, Eun-Ji y TaeYang se estaban dejando las palmas de las manos con el aplauso que le estaban dedicando a su cuñada pequeña, además de dejar salir las lágrimas que habían estado conteniendo durante todo el ejercicio por los nervios y la emoción de escuchar la canción de uno de ellos, por segunda vez. 

Alzaron la vista hacia el panel donde saldría la puntuación y no pudieron retener el grito de alegría que salieron de sus gargantas al ver que había ganado la competición en primer lugar. 

—¡Eres la mejor, renacuaja! —vociferaron los tres al unísono sin poder dejar de llorar. 

La adolescente salió de nuevo a la pista para acercarse al podio sin poder creer que lo hubiera conseguido y se echó a reír a carcajadas al escucharlos entre el jaleo del público a su alrededor. 

Recibió el ramo de flores y la medalla de oro y se encontró con toda su familia en el aparcamiento de la pista de hielo donde la estaban esperando para abrazarla y besarla con fuerza. 

—Elegir otra de vuestras canciones me ha dado suerte —dijo la adolescente rodeando la cintura de su tercer cuñado para achucharlo. 

—Ha sido un honor que escogieras la mía —contestó Seung dejando un beso en la cabeza de la chica. 

—Para la siguiente me tocará a mí, ¿no? —se quejó TaeYang con un poco de celos en la voz y en sus labios fruncidos. 

—Por supuesto. ¿Tienes alguna preferencia? —le preguntó la joven con una sonrisa tierna en los labios para que no se enfadara. 

—La que tú elijas estará bien. Has estado increíble, renacuaja. 

—Lo sé. Pensé que no me saldría la doble vuelta, pero lo he conseguido. Sabía que vosotros me estaríais viendo y he dado lo mejor de mí. 

—Y estamos muy orgullosos de lo que hayas conseguido —apuntó Eun-Ji abrazándola y dejando un beso en su frente. 

—¿Qué os parece si lo celebramos? —inquirió Horace captando la atención de todos. 

—Pues claro. Esa celebración es una tradición. 

Se montaron en los respectivos vehículos y se encaminaron hacia la casa de los padres de ellas para hacer la barbacoa en el jardín. 

***

El sol ya se ponía en el horizonte cuando los miembros del grupo salieron de la casa de Horace y Seena y se montaron en el minibús con las tres hermanas. Hyacinth y Maedow se quedarían aquella noche también con sus novios para aprovechar el día de mañana todo lo que pudieran. 

El conductor-guardaespaldas arrancó el motor y se dirigió hacia la pequeña montaña para subir hasta la casa dentro del bosque. 

Iba demasiado rápido para coger la curva que se avecinaba y pisó el freno para ralentizar la velocidad, sin embargo, el pedal no le hizo caso y continuaron a la misma velocidad con la que subían. 

El hombre abrió sus ojos rasgados de par en par apretando el pedal hasta el fondo, pero no funcionaba. Comenzaba a ponerse histérico y su compañero no ayudaba a mantener la calma. 

—¿Qué ocurre? —quiso saber Joon inclinando su cuerpo un poco hacia el lado derecho para poder ver los rostros pálidos de los hombres. 

—¡No van los frenos! —gritó el conductor agarrando el volante con demasiada fuerza. 

—¿Cómo no van a ir los frenos? ¿Le estás dando al pedal que es? 

—Pues claro. ¡No va! ¡Vamos a caer ladera abajo!




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