Maestras: feminización, desvalorización y bajos salarios

Aportes teóricos y/o prácticos del campo disciplinar

El proyecto contribuye fundamentalmente a obtener una mayor claridad de los motivos por los cuales la feminización de la profesión docente en CABA se ha convertido en un hecho. La mujer ha luchado intensamente a partir del siglo XIX para poder equiparar sus derechos civiles a los del hombre.

    Si se compara la sociedad de la segunda mitad del siglo XIX con la actual, se evidencian diferencias y similitudes. En primer lugar, en la sociedad patriarcal en la cual surgieron las primeras escuelas normales, la mujer ocupaba un lugar subalterno por debajo de su esposo en el seno familiar. El orden natural imperante basado en vínculos familiares y afectivos la colocaba en una posición de dependencia económica. Por otro lado, con los avances del feminismo, la mujer ha obtenido derechos civiles y laborales que la incorporan al mundo del trabajo y  adquirió así la posibilidad de tener independencia económica.

Sin embargo, pese a adquirir estos derechos y que las instituciones del Estado, a través de numerosas leyes, han reducido la brecha de género, en lo privado, aún hoy en día, la mujer tiene ciertas restricciones en su libertad. En el mundo laboral, suele ser superior el salario del hombre al de la mujer para un mismo puesto de trabajo y sigue naturalizada la idea de que a pesar de trabajar fuera del hogar, hay roles domésticos que le son asignados a las mujeres.

A finales del siglo XIX, la mujer tenía entre otras tareas asignadas el cuidado y la educación de los niños. Si bien, en la actualidad las madres trabajadoras delegan la educación de sus hijos a las instituciones educativas, son ellas las que principalmente continúan haciendo un acompañamiento en las tareas escolares y son las que principalmente acuden a las reuniones de padres, actos escolares, entre otros requerimientos de las instituciones educativas.

El rol de cuidadora y educadora desempeñado por las madres, ahora es en parte delegado a los docentes. La sociedad, que asignaba a las mujeres este rol por su condición femenina, sin considerar su capacidad intelectual, se lo asignó también a las docentes que pasaron a ser vistas por su naturaleza femenina como madres maestras. Mientras que la escuela empezó a considerarse como un segundo hogar o, más bien, como una extensión del mismo.

Se puede resignificar la teoría de la correspondencia de Bowles y Gintis, para explicar la feminización de la profesión docente. Si se compara la organización de la vida escolar con la familiar, se encuentra una innegable correspondencia entre ambas. Hay un correlato con la situación que ocupa la madre en la familia y la maestra en la escuela.

La maestra tiene en la escuela un rol de cuidadora y educadora, y transmite la cultura y la tradición a sus estudiantes. Esto se corresponde con el rol de la madre en el hogar. Los cargos directivos de la educación escolar, que antiguamente eran ocupados casi exclusivamente por hombres, hoy en día son ocupados por ambos géneros. Este rol de autoridad antes se creía que debía ser masculino, porque los hombres eran considerados más capaces para gestionar, dirigir y tomar decisiones, así como lo hacía el padre en los hogares, reproduciéndose en la escuela el mismo orden jerárquico que en la familia.

Otra similitud que se puede encontrar entre la escuela y el hogar se visibiliza en el currículum oculto, ya que los niños aprenden hábitos como el manejo del tiempo, obedecer órdenes y cumplir con obligaciones asignadas. En la escuela se genera un ámbito de socialización en donde los alumnos se introducen en una estructura normativa que se presenta naturalizada. Se le imponen conocimientos, saberes y prácticas culturales. 

Por otro lado, la enseñanza en la escuela se encubre en una ética del rendimiento, donde el estudiante tiene que progresar y hay una sustitución de un sistema de valores. Muchas veces se saca al estudiante de los valores que trae de su contexto y le imponen valores y significados de la clase dominante. Todo esto, como señala Michael Apple se relaciona con el currículum oculto y refuerza las normas básicas. El estudiante aprende tácitamente determinadas normas sociales que se encuentran en las tareas y dificultades cotidianas dentro del aula. Estas normas penetran en áreas posteriores de la vida, ajustando al individuo a un orden político, económico y social.

En la escuela, los niños no controlan los contenidos que van a aprender y por sus esfuerzos son premiados o castigados con buenas o malas calificaciones respectivamente. Mientras que en los hogares, deben acatar ciertas órdenes que limitan sus acciones y de no hacerlo, se los suele reprender.

Cabe destacar, que así como es clara la similitud entre la escuela y el hogar, también hay una relación entre la escuela, el hogar y el mundo del trabajo. Puesto que la institución educativa forma futuros trabajadores capaces de manejar los tiempos, seguir órdenes e instrucciones y aceptar un orden jerárquico, entre otras aptitudes.




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