Mafia

Capítulo 6

-¿Nunca?.

-¿Qué tiene éso de raro?.

-Bueno, es muy raro que no hayas comido nunca un helado de Giovanni's.

-¿Y cómo se supone que voy a comer uno de estos helados si ni siquiera he salido de casa?, además, aunque hubiera salido, no creo que hubiera llegado hasta aquí.

-¡Oh vamos Bella!. ¡Pero Giovanni's es una de las heladerías más famosas de Roma!. ¿Ni siquiera has oído hablar de ella?.

-Edward, solo es una heladería.

-Eso lo dices porque aún no has probado uno de estos helados… . -Se dirigió al hombre del otro lado del mostrador. -Hola buenos días, uno de chocolate y… . -Se giró hacia Bella. -¿De qué lo quieres?.

-De fresa.

-Una vez el hombre les dió sus helados y Edward los pagó, muy a pesar de Bella, los dos partieron hacia la ciudad. Él había decidido llevarla por la ruta turística, quería que ella no se quedara sin ver Roma, la Roma que todo el mundo veía. Ella también tenía que ver todo aquello. Había sido una difícil decisión ya que no le gustaba tener que pensar que cualquier persona podría estar viéndolos, y si era así, no tardarían en informar a Charlie y el plan de Bella se haría efectivo. Se suponía que esa idea tenia que hacerle feliz, él cumpliría su parte y además, utilizando el pretexto de que estaba con ella con el fin de matarla después de hacerla sufrir, subiría a la cima de la mafia, y podría estar a la altura de su hermano. Pero éso no era lo que él quería, ya se lo había dicho a la chica. Una de las razones por las que había aceptado, a parte de por lo deslumbrado que había quedado, era por el hecho de ser aceptado por su hermano y su familia.

Aceptación. Algo que todos buscan en los demás. Pero, ¿por qué, cuando llega el momento de ser aceptados, no sentimos esa sensación de bienestar que creíamos que nos provocaría?, ¿por qué nos sentimos vacíos?, no se trata de cambiar para que te acepten, se trata de que te acepten por ser quien eres. ¿Verdad?.

-Tenías razón. -Dijo ella sacándolo de su ensoñación. Él la miró con cara de confundido. -Sobre el helado, está muy bueno.

-Él no se había dado cuenta, pero hacía ya un rato que se había terminado su helado. A Bella aún le faltaba un poco, así que se quedó observándola. Le parecía realmente sexy la manera en la que ella se metía la pequeña cucharita de plástico transparente en la boca y como se la sacaba lentamente disfrutando el sabor del helado. Ella le miró y empezó a reír.

-¿Qué pasa?. -Preguntó confuso.

-Tienes un poco de helado. - Dijo llevando la mano hacia la parte superior del labio inferior del chico donde había quedado un poco del helado de chocolate. -Justo aquí.

-Ella le pasó el dedo por los labios para quitarle el helado restante. Él no pudo decir nada, ese roce le había dejado atontado. El tacto del dedo de Bella en sus labios había sido algo que había creado una reacción en su barriga. Ella bajó la mano lentamente, y volvió a comerse el helado. Sin que ella le viera, él se pasó los dedos por la parte del labio que ella le había tocado y sonrió.

-¿Cuántas monedas has dicho que son?.

-Si tiras una moneda significa que volverás a Roma, si tiras dos monedas encontrarás el amor y si tiras tres te divorciarás.

-Creo que es mejor que no tire ninguna… , ya sabes, no creo que pueda hacer ninguna de esas cosas. - Él asintió, y por alguna razón que en ese momento ignoraba, ese comentario le había dolido.

-Claro… , si quieres puedes tirarlas por mí.

-¿Me dejarías?.

-Sí, ya he tirado muchas al largo de mis diecisiete años de vida- él sonrió al ver la amplia sonrisa que se formaba en la cara de la chica.

-Vale, pero no mires, quiero que sea algo que sólo yo sepa.

-De acuerdo. - Dijo él con una sonrisa. Le gustaba cuando ella se portaba como una niña que pedía permiso para hacer las cosas. Bella era muy curiosa, y eso lo había aprendido en los últimos días que había pasado con ella.

Estaban en la Fontana de Trevi. Uno de los lugares más conocidos de Roma. Era muy bonita, y Bella estaba realmente maravillada con ella. Se sentía un poco triste, porque estos últimos días se había dado cuenta de todas las cosas que se había perdido por culpa de su padre y de su profesión. Se acercó a la fuente y se puso de espaldas, Edward le había explicado que para tirar las monedas debías ponerte de espaldas y tirarlas con la mano izquierda por encima del hombro derecho. Se sacó dos monedas del bolsillo. Sabía que era lo que quería para Edward. Él merecía ser feliz, y ése era su mayor deseo.

Una vez hubo lanzado las monedas se dirigió al sitio donde Edward estaba esperándola. Recorrieron un poco más el lugar, pero sin irse de esa zona. Edward se tensó de repente.

-¿Qué pasa?. -Preguntó ella-

-Bella… , ahora no puedo explicártelo, sólo corre, ¡vamos!.

-Y la tomó de la mano arrastrándola detrás suyo. Ella no entendía por qué estaban corriendo. ¿Acaso ése era uno de los juegos de Edward?. Se giró hacia atrás y lo vió, entre la multitud, un hombre con un traje negro y un escudo, el de los Swan. Estaban huyendo para que no les vieran juntos, para que no les descubrieran, pero, ¿por qué?, ¿acaso no era ése el objetivo principal?, ¿tanta era la obsesión de Edward en acabar con ella él mismo?. Esas preguntas acechaban su cabeza, pero ella seguía corriendo, la mano de su acompañante le proporcionaba seguridad y calor, además de ese sentimiento de electricidad por todo el cuerpo. Había sido un buen día para ponerse shorts, pensó para si misma.

Llegaron a una oscura calle y él la apoyó contra la pared, tratando de esconderla bajo su cuerpo. Sus respiraciones estaban entrecortadas, la carrera les había dejado casi sin aire, más a ella, que no estaba muy acostumbrada a correr. Estaban muy cerca del otro, tanto que podían sentir sus respectivos alientos, él tenía los brazos a los lados de la cabeza de Bella y ella simplemente le miraba a los ojos intentando buscar una respuesta a todas sus preguntas. Una respuesta que no encontraba.



#1975 en Fanfic

En el texto hay: amor

Editado: 24.10.2023

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