Un día más y un día menos. Qué paradoja tan cierta. Si bien iba a pasar un día más con Edward, tema que tenía confuso y sobre el que no podía dejar de pensar, también quedaba un día menos para su no deseada boda con Jacob. Otro vestido, de tiras y color azul colgaba de la percha colgada en la puerta del baño mientras se secaba el pelo y se lo peinaba. No sabía por qué, pero quería estar guapa delante de Edward, quería que Edward pensara que era guapa. Pero lo que ella no sabía es que no habían hecho falta vestidos caros ni bonitos, él ya lo pensaba.
Autoestima. Quererse a uno mismo. ¿Por qué para algunas personas es tan fácil y para otras tan difícil?. Ella nunca se había considerado guapa. No era fea, pero guapa… , era algo que quedaba demasiado lejos para ella. La autoestima no era algo con lo que ella hubiera nacido, pero al fin y al cabo, no le hubiera servido de mucho.
No había podido dormir, era algo que le pasaba demasiado últimamente, y como siguiera así, sus energias se verían resentidas, además de sus defensas. Ella era todo lo que ocupaba su mente. Había asimilado que le gustaba, que sentía algo por ella. Pero tenía miedo, un amor no correspondido es un amor sufrido, y él no quería sufrir.
Se encontraron a la misma hora de siempre delante de la casa de la chica. Hoy tampoco irían en moto, hoy tenía ganas de caminar.
-Vaya, buenos días señorita, hoy se la ve muy contenta. - Dijo Edward sonriendo en cuanto vio a una sonriente Bella salir por la puerta.
-Estoy muy contenta. -Dijo ella. -Cada vez las cosas van mejor con mi padre.
-¿Y Jacob?. -Preguntó él.
-A estas alturas ya debe ser adicto a los somníferos. - Dijo ella riendo, aunque el chico pudo ver un signo de amargura en su risa. -Y bien, ¿a qué lugar vamos a ir hoy mi querido guía?.
-Mmm, conque querido guía, ¿eh?. -Él puso su risa torcida y ella solo negaba con la cabeza mientras reía. -He pensado ir a dar una vuelta y luego llevarte a comer a uno de los mejores restaurantes de la ciudad.
-¡Qué casualidad!. ¿No llevan siendo los mejores restaurantes de la cuidad todos los que me has enseñado estos días?. -Dijo ella.
-Sí, pero éste es realmente el mejor.
-¿No me engañas?.
-No te engaño. -Ella lo miró interrogativa. -¡En serio!. te lo prometo.
-Está bien, si me lo prometes… . -Y rió.
Pasearon por Roma. Hoy no hacía realmente mucho sol y las primeras nubes estaban empezando a colarse por el cielo. Cuando llegó la hora de comer, se dirigieron hacia el restaurante. Entraron y les dieron la mesa que Edward había encargado. Una vez estuvieron sentados y pidieron Edward empezó a hablar.
-Bueno Bella, bienvenida a Pasta Placere, el mejor restaurante de pasta de Roma, ¿cómo te sientes?.
-¿Debería sentirme especial?.
-¡Claro!. ¡El mejor restaurante de pasta!, ¿a caso no te hace ilusión?. -Dijo él bromeando.
-Oh sí, es genial. -Dijo ella siguiéndole el juego.
-Entonces señorita Swan, podría dedicarnos unas palabras para que la gente sepa que tan bueno es este restaurante- hacía Edward imitando a uno de los presentadores más famosos de Italia usando el tenedor de micrófono.
-Aún no he comido nada, pero puedo decir que tiene un gran ambiente… .
-¿Cómo puede ser posible que a sus diecisete años de edad no haya visitado nunca este lugar?. -Preguntó. Y se arrepintió en el momento en el que pudo ver la tristeza asomándose en los ojos de la chica.
-¿Es una pregunta con trampa?. -Dijo ella riéndose para cambiar de tema.
-No, claro que no, si hace el favor de contestarme.
-Supongo que no sabía que exisitía este lugar... . -Él solo asintió.
-Bueno, y ahora, unas cuantas preguntas de nuestros espectadores… . -Ella sonreía. -¿Cuál es tu color favorito?.
-El verde, sin duda.
-¿Fecha de nacimiento?.
-13 de Septiembre.
-¿Libro favorito?.
-Probablemente Cumbres Borrascosas.
-¿Música clásica?.
-Claro de Luna de Debussy.
-Bien y para terminar… , ¿que hay sobre su vida personal?.
-¿A qué termino de personal se refiere?.
-Al de pareja por supuesto… .
-En ese caso no haré declaraciones.
-Ha sido un placer hablar con usted.
-Lo mismo digo.
-Y los dos se echaron a reír. Y la tristeza parecía no tener lugar en aquella mesa, parecía tener la entrada restringida porque ése iba a ser un día feliz. Tenía que serlo.
Reírse es olvidar.
Y en un segundo, él volvió a divisar un signo de tristeza en los ojos de la chica. Y se preguntó que era lo que le pasaba.
-¿Te pasa algo?.
-Voy a echar esto de menos, Roma, pasear, el sol… , a… . -Bella no sabía si acabar la frase. -A ti, todo.
-Bella… . -Pero antes de que pudiera terminar llegó el camarero con sus pedidos.
- Pero bueno, no hablemos sobre eso… . -Cortó ella. Y así dejó pasar el tema como pasaban las negras nubes por el azul del cielo.
Hablaron sobre muchas cosas, pero ninguno dijo lo que quería decir.
Los seres humanos nacemos con ese maravilloso don que se nos otorga desde nuestro nacimiento: La palabra. Dicen que ésta es vana e insulsa, yo pienso que no es así puesto que nos permite comunicarnos y si la utilizamos correctamente podemos trasmitir con ella todo lo que queramos, plasmar sentimientos vivos y latentes.
Cuando salieron del restaurante se dieron cuenta de que las nubes estaban negras, y justo en el momento en el que señalaron el cielo, empezó a llover. El chico frunció el ceño disgustado, no quería mojarse, y menos que Bella pasara frío, suerte que se encontraban debajo del toldo de la terraza del restaurante. La chica se percató de la expresión del chico.
-Sólo es lluvia. -Dijo ella sonriendo. -¡Vamos!. -Dijo tomándole de la mano y intentando empujarlo hacia la lluvia.
-No pienso mojarme. -Dijo él.
-Oh vamos, siempre he querido hacer ésto, poder estar bajo la lluvia, dejar que el agua me moje… .