Mafia King

capitulo 2

de nuevo en los titulares

no sabía en qué momento de la noche había vuelto a mi habitación pero aquí estaba, acostada en las suaves mantas rojas de mi habitación, después de los acontecimientos de anoche antes de irme a dormir, no podía evitar pensar en Silvius, que en como en unos meses sería su mujer, suya, tendría su imperio, o más bien, juntaríamos imperios.

—Buenos días, señorita Roxanne—entró la mucama una mujer de mediana edad que cuando mi madre era pequeña la cuidaba y ahora a nosotras, Paula, era una viejita regordeta, que olía a canela y galletas, sus ojos verde olivo eran brillantes usaba unos lentes en su cara, y un pequeño vestido de flores decoraba su cuerpo, su pelo que en un momento fue castaño ahora lo decoraba con pequeñas canas en sus manos traía una bandeja—¿durmió bien?

ella me sonrió mientras que en su frente aparecía pequeñas arrugas, se dirigió a mi cama para dejar mi desayuno a un lado y poder acomodar las almohadas para recargar mi espalda en el respaldo.

—un poco paula—dije mientras ponía el desayuno en una pequeña mesita sobre mi regazo para poder desayunar, cuando vi las fresas con crema y chocolate, una pequeña crepa con frutillas no pude evitar sonreír—¿nunca sueles hacer esto?

paula se sentó en el sofá elegantemente esperando a que terminara.

—tu padre me dio la orden de hacerles a ti y a tus hermanas un desayuno especial.

—creo que el trata de manipularnos—dije con una sonrisa—ya sabes para que lo perdonamos.

—y ya lo hiciste—preguntó paula—.

—no tengo derecho a juzgarlo, como dijo lexi—me limpie la boca con la servilleta de tela para quitar los residuos de notella—padre lo hizo para protegernos, ¿aun tengo duda si en realidad sabe amar o no?¿incluso si el deseaba tener hijos?

—tu padre hubo un tiempo, que no quería tener hijos, pero eso cambió cuando vio que perdía a tu madre, vio que ella se alejaba de él, él la deseaba de todas las maneras, te lo digo porque estuve allí, tu padre se dio cuenta en ese momento, que aquella mujer que había corrompido y manipulado para su beneficio, la quería dentro de su vida para siempre.

—la ama—me dije a mi misma—.

—aunque el no lo admita directamente, la ama con un amor que hasta se atrevió a recibir siete balas por ella para que regresara de vuelta con el.

—te preocupas mucho, por ellos Paula—dijo una voz tras la puerta—.

Levanté la vista de inmediato. Mi hermana Lexi entraba con paso firme, aunque sus ojos tenían ese leve cansancio que yo conocía bien. Llevaba una bata de seda color azul oscuro y el cabello recogido en una trenza algo suelta, algunos mechones de su cabello chino se encontraban sueltos alrededor de su cara, lo que significaba que también había dormido mal.

—Hola, Paula —le saludó con una sonrisa cariñosa—Hola, hermanita.

—Lexi—me moví un poco para hacerle espacio en la cama, y ella no tardó en sentarse a mi lado—.

—¿Y bien? ¿Sigue el desayuno de reconciliación? —bromeó, tomando una fresa del plato con descaro y mordiéndole sin pudor—.

—Lo llaman "manipulación emocional con crema" ahora —respondí, y ambas soltamos una risa suave—.

—Sea lo que sea, está delicioso —agregó Lexi—Aunque tengo la impresión de que no es solo papá el que quiere reconciliarse... También mamá dejó algo sobre la mesa del comedor para nosotras.

—¿Qué cosa? —pregunté, sorprendida.

—Cartas —dijo, y su tono cambió levemente—Una para cada una. Escritas a mano.

Me quedé en silencio unos segundos, sintiendo que algo se apretaba dentro de mí. Mamá no era de escribir cartas. Ella hablaba con los ojos, con la forma en que se sentaba a nuestro lado cuando sabíamos que algo iba mal, con la manera en que nos sujetaba la mano durante las tormentas.

—¿Ya la leíste?

Lexi negó con la cabeza.

—No. Quiero hacerlo cuando esté sola. Pero... creo que es su forma de decirnos que también está cansada.

Me quedé pensando en eso, mirando a través de la ventana que dejaba entrar la luz dorada de la mañana. Todo lo que había pasado la noche anterior seguía revoloteando en mi mente como mariposas negras: Silvius, el compromiso, la forma en que nuestros imperios se entrelazarán con el suyo como raíces retorcidas de árboles centenarios. A veces pensaba en él como una alianza. Otras, como una sentencia.

—¿Crees que me ama? —le pregunté de pronto a Lexi, sin pensar demasiado—.

Ella me miró, ladeando un poco la cabeza.

—¿Silvius?

Asentí.

—Sí. O al menos, lo intenta —dijo tras unos segundos—Pero no sé si te ama por quien eres... o por lo que representas.

Esa frase cayó como una piedra en el centro de mi pecho. Lexi siempre era brutalmente honesta, pero nunca con mala intención. Solo que a veces la verdad se sentía como un golpe sin aviso.

—Yo tampoco lo sé —susurré—.

—Y ahí está el problema, ¿no? —agregó con suavidad—. Papá puede amar a su manera, mamá puede aferrarse al silencio... pero tú mereces algo más que dudas.

Paula se levantó del sofá con una sonrisa tenue y se acercó para tomar la bandeja vacía.

—Piénsalo con calma, señorita —me dijo mientras se retiraba—Los imperios se pueden construir de muchas formas. Pero el amor... el amor no debería ser una estrategia.

Lexi y yo nos quedamos en silencio, mirando cómo la puerta se cerraba tras ella.

—¿Qué harás tú? —le pregunté al fin—.

Ella se encogió de hombros.

—Probablemente intentar que funcione mi matrimonio con aquel ruso—dijo con una sonrisa torcida—Pero al menos será a mi manera, y me quedo tranquila sabiendo que el me deja tomar mis propias decisiones.

La envidié, por un instante. Por su certeza en medio del caos.

—Tal vez... eso es lo que necesito. Hacer algo mío. Aunque sea solo una pequeña decisión —dije, inspirando hondo—.

Lexi me miró con aprobación.

—Empieza por abrir esa carta. Tal vez mamá te dejó justo las palabras que no sabías que necesitabas.




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