Capitulo 2

Han pasado dos semanas desde la última vez que Jackson y yo hablamos, es decir, no es que no hablemos, sino que él pasa la mayor parte de su tiempo con sus amigos; o al menos eso creo, no somos muy cercanos. El partido de basquetbol se canceló, ya que el instituto visitante tuvo problemas con algunos de los chicos que participarían; no supe mucho del tema, pues Adam fue quien me contó lo que Ani le dijo. Ellos sin duda se habían hecho cercanos en dos semanas.

Miraba por la ventana mientras el chofer conducía en dirección a la mansión Vannicelli; mi mansión. El camino fue corto; al llegar baje del auto y entre a la mansión siendo recibido por unos cuantos trabajadores.

—¡Buenas tardes, señor!- Hablaron todos al unísono.

—¿Mi madre está aquí?- Pregunté mientras miraba los alrededores.

—Sí, señor- Contestó mi asistente, Mara- Llegó hace unas horas; lo está esperando en su oficina.

—Bien- Comencé a subir las escaleras.

Al abrir la puerta, Christopher pudo notar la silueta de su madre, la cual se encontraba sentada con las piernas cruzadas mientras leía un libro.

—¡Hasta que por fin llegas!- Levanto la mirada hasta llegar a la altura del chico.

—Sabes muy bien que en días de semana debo asistir al instituto- Dije mientras caminaba hacia mi escritorio.

—Por favor, Christopher, no me hagas reír- lo miro con una sonrisa burlona- No necesitas ir a un instituto, ya eres inteligente y muy calculador; de eso se trata tu trabajo- Christopher la miró serio.

—Quizás sí, pero aún necesito ir- La mayor negó varias veces.

—No lo necesitas, Christopher- Lo miro.

—¿Qué intentas con esta conversación?- Dijo mientras observaba algunos papeles.

—¡No intento nada!- Christopher la miró sin expresión alguna- hablando ya de trabajo; hoy a una fiesta de máscaras, todos los grupos importantes asistirán- Se levantó del sofá y se dirigió al estante de libros para guardar el libro que anteriormente leía.

—¿Mmm y a mí en qué me afecta?- Respondió sin interés alguno.

—¿En qué te afecta?- camino hacia su escritorio- Te afecta porque perteneces a esos grupos, ¡representas a los Vannicelli!

—¡No me interesa!, que vaya mi padre- Arreglo los papeles y los guardo en una carpeta.

—¡Por Dios, Christopher!- Suspiro pesadamente- Se que no te gusta asistir a ese tipo de cosas, pero ya es hora de que comiences a asistir; las personas necesitan conocerte; para todos eres un fantasma.

—Me gustaría que todo siguiera así- La mayor negó.

—¡Qué terco eres!- Lo miró seria- Tú padre te espera allí- Dejó un sobre en el escritorio- Ve a esa dirección, allí estará- Tomó su bolso y comenzó a caminar hacia la puerta- ¡No lo hagas enojar y asiste!- Dijo para salir de la oficina.

Christopher tomó el sobre que su madre había dejado en el escritorio y lo abrió. Allí había una pequeña invitación, la cual pedía la asistencia de todos los grupos, como su madre ya le había dicho.

-En la noche-

Christopher arreglaba su corbata cuando recibió un mensaje de su padre. Tomo el teléfono sin prestarle atención; su mirada estaba perdida en el espejo.

"Ve por Samahara, como tu novia debe de asistir contigo"- Alfredo Vannicelli 21:34 pm.

—¿¡Está hablando en serio!?- Christopher tensó su mandíbula.

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Christopher tomó el perfume de la mesa levantándolo suavemente, lo roció en sus muñecas y detrás de sus orejas, los puntos donde el calor del cuerpo intensificaría la fragancia. Al terminar, arregló su traje, caminó a su cama y tomó con rapidez la máscara que estaba en esta. Luego salió de su habitación y se dirigió hacia la entrada de su mansión, donde lo esperaba el trabajador que se encargaba de su auto.

—¡Buenas noches, señor!- Lo recibió con una sonrisa.

—¡Llaves!- Exclamó sin expresión mientras extendía su brazo. Ya recibiéndolas, camino hacia el auto, abrió la puerta con un gesto rápido y se deslizó en el asiento, cerrando la puerta con un golpe seco. Con impaciencia, giró la llave, encendiendo el ruidoso motor y, al arrancar dejó solo el polvo de las llantas.

-En la reunión-

La gran sala resonaba con el suave murmullo de conversaciones y el tintineo de copas de cristal. Candelabros de araña proyectaban la luz sobre la multitud elegantemente vestida. Christopher hizo su entrada en la gran sala; su traje oscuro resaltaba su figura y su mirada era segura. Del brazo, llevaba a una mujer muy hermosa. Su vestido azul se deslizaba con cada paso, su cabello estaba perfectamente recogido y sus ojos café oscuro brillaban con la luz de los candelabros. Un murmullo recorrió la gran sala, como una ola, preguntándose ¿Quién era la mujer que acompañaba a Christopher? Habían miradas sorprendidas, como también miradas que envidiaban a la pareja.

—¡¿Que nunca han visto una pareja real?!- Susurró Samahara para Christopher.

—No somos una pareja real, así que ya cállate, ¿quieres?- Pronuncio Christopher sin expresión caminando en dirección a su padre quien los había estado observando; dejando a Samahara con la palabra en la boca.

—¡Hasta que por fin llegan!- Exclamó mirando su reloj con impaciencia.

—Podríamos haber estado aquí antes, si no fuera porque Samahara decidió retrasarnos - Soltó su brazo y le lanzó una mirada fría- Dale las gracias a ella- Samahara lo miró seria, con la mandíbula tensa.

—¡Lamento profundamente la tardanza, señor Vannicelli!- Unió sus manos- De verdad- Él mayor sonrió, negando con la cabeza.

—No te disculpes- Sonrió- Christopher, no la trates así; es tu novia y debes respetarla- Christopher soltó una risa irónica con los ojos llenos de desprecio.

—¿Mi novia?, ja- Dirigió su mirada a Samahara- No me hagas reír. Estoy con ella porque tú quieres, lo sabes bien.

—¡RESPETA!- Alzó la voz lo suficiente como para que todos escucharán- Escúchame, Christopher Vannicelli, comienza a tratarla de buena manera- Dijo con voz firme mientras lo apuntaba con su dedo- O si no te las verás conmigo- Amenazó serio. Un murmullo recorrió la sala.