Capítulo 2: El paso del tiempo y el niño que vivió.
Un mes, era el tiempo que faltaba para que Maggie Dumbledore se volviera una estudiante oficial del colegio Hogwarts de magia y hechicería, aunque aquella niña parecía no necesitarlo. Esto gracias a que tanto sus tíos, como su abuelo se habían encargado de mantenerla al tanto de todo tipo de conocimientos.
Aquella mañana había recibido una carta en donde su abuelo le citaba en su despacho, razón por la cual había comenzado a vestirse para que nadie la viese en pijama, si bien no había alumnos, le daba pena que alguno de sus tíos la encontrará tan desarreglada. Le parecía sumamente útil que la habitación que su abuelo hubiese designado como suya hace ya años se encontrará justo debajo de la dirección, de esa manera no tenía que subir o bajar escaleras, algo que a pesar del tiempo seguia odiando.
– Pistache – dijo como contraseña. En el momento que estuvo frente la puerta de madera entro sin siquiera tocar, al no estar acostumbrada a las formalidades al tratarse de su abuelo.
— Buenos días – saludó la pequela mientras tomaba un par de dulces de la "caja de felicidad" de su abuelo.
— Maggie, necesito tu ayuda para una pequeña misión – dijo sin siquiera molestarse en regresarle el saludo.
— ¿Una misión? – preguntó extrañada – Si lo que quieres es que haga enojar a tía Minnie sólo debes esperar que vea... – pero se quedo callada al ver que el seguia serio y viéndole fijamente.
— No, lo que quiero es que acompañes a Hagrid, le encomendé la tarea de recoger al señor Potter pero me temo que pueda ser un tanto... sorpresivo.
— Por sorpresivo te refieres a que puede asustar a los muggles – aseguro sonriendo. La verdad le parecia divertido ver sus reacciones ante Hagrid – Está bien abuelo.
— Entonces ve a desayunar, preparate y peinate – le miro ofendida – Recuerda que la primera siempre será la más importante.
Sin más que agregar ambos se despedieron y salieron en direcciones opuestas.
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Tan pronto terminó de comer corrió de vuelta a su habitación y preparó lo necesario para una emergencia, a pesar de que realmente no creia que existiera ningún inconveniente había aprendido que lo mejor era prevenir.
Al salir observó a Hagrid quien la estaba esperando, a su lado estaba su motocicleta la cual gracias a una travesura de la niña casi termina en el fondo del lago con ella a bordo, razón por la que desde hace dos años tenía prohibido acercarse.
— Deprisa Maggie que se nos hace tarde, creemos que Harry ni siquiera a podido leer su carta ¿puedes creerlo? – preguntó incrédulo.
La castaña no sabía que responder así que se limito a mover la cabeza y mientras subia al sidecar, penso en cómo últimamente se sentia extraña y fuera de lugar. «Deben ser los nervios por el inicio de las clases» se dijo a si misma en busca de autoconvencerse, pero muy en el fondo sabía que eso no era así.
Luego de un par de horas divisó a lo lejos, en lo que parecia una isla, una cabaña descuidada y que por lo menos a esa hora le parecía tetrica.
— ¿Ahí es donde está Harry?
— Parece ser que si Maggie, que bueno que traje el pastel conmigo. Ya debe ser media noche.
A pesar de su curiosidad prefiere no detenerse a preguntar que relación hay entre el pastel y la media noche.
Debido a que su aterrizaje provoco un movimiento súbito y violento recibió un golpe en la cabeza que resultaba evidentemente fuerte y que para ella solo fue a causa de distraerse pensando en cosas sin relevancia, o al menos sin relevancia para ella, en vez de concentrarse en lo que pasaba.
— ¿Estas bien Maggie? – le pregunta Hagrid preocupado.
— Claro, sólo dame unos minutos, adelantate.
Cuando vio que se acercaba a la puerta aprovecho para tomar de la motocicleta su pequeño bolso de emergencia, en el se encontraba una poción cortesía de su tío Sevy la última vez que ella había terminado lastimada, todos aquellos que la conocieran bien sabían sobre su inusual conexión con el piso. Después de que la tomara y esperara a que le hiciese efecto decidio que ya era tiempo de seguir la ruta que habia tomado Hagrid. Cuando estaba a un par de pasos escuchó un grito lleno de ira el cual le indico que era su momento de intervenir, una señal.
— ¿Que pasa aquí? – preguntó tranquila en cuanto entro.
— ¿Quien eres tu? – por un par de minutos se quedó inmóvil e incapaz de reaccionar observando a quien le había preguntado –acaso ¿es esto posible?, acaso ¿me está hablando un cerdito?– pensó entre divertida y asombrada.
— ¡Ah Maggie! me alegro de que intervengas porque no estoy seguro de poder controlarme – confesó el semigigante.
— Tranquilo, no puede ser tan malo...
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Desafortunadamente si pudo ser "tan malo". Resulto que los idiotas tíos de Harry (o así era como ella los llamaba) le habian ocultado la verdad sobre sus padres, sus poderes y el mundo mágico.
Editado: 06.11.2019