Capítulo 9: Dos perros en el castillo.
Por un momento ninguno de los cinco niños se movió, estaban sorprendidos y aterrados, no era común toparse con algo así en un colegio.
Harry fue el más rápido en reponerse y para Maggie no fue difícil llegar a la misma conclusión que él. Filch era mejor que morir.
No dejaron de correr hasta que
alcanzaron el retrato de la Dama Gorda en el séptimo piso.
- ¿Dónde se han metido? - les preguntó, mirando sus rostros sudorosos y rojos y sus batas desabrochadas, colgando de sus hombros.
- No importa... Hocico de cerdo,
hocico de cerdo - Repitió el chico desesperado, la castaña entró a la sala común, algo que sorprendió a sus acompañantes una vez que se calmaron.
- ¿Puedes entrar a la sala común? - Pregunto Hermione preocupada y algo molesta, no le agradaria romper las reglas de nuevo en una noche.
- ¡Claro! Pertenezco a todas las casas del colegio por lo cual se me permite entrar a la que quiera cuando quiera - aclaró - aunque no suelo hacerlo mucho. Cambiando de tema... ¿Que rayos acaba de pasar?
- ¿Qué pretenden, teniendo una cosa
así encerrada en el colegio? - dijo Ron, siguiendo el espacio de las dudas.
- ¿Es que no tienen ojos en la cara?
- dijo la joven Granger enfadada - ¿No vieron lo que había debajo de él?
Concentrada en las palabras de la niña rápidamente se forzó a recordar su encuentro con aquel animal, en tan sólo un par de segundos la imagen de lo que parecía una puerta bajo las patas de perro apareció en su cerebro.
- Claro... tiene sentido - susurro.
- Estaba encima de una trampilla. Es evidente que está vigilando algo.
- Hermione tienes razón, me gustaría seguir charlando pero debo irme de inmediato - sin más palabras y con la confusión de los leones salió a paso rápido pero decidido para finalmente salir de la sala.
- ¿Pero que rayos le pasa? - preguntó Hermione
- Ni idea - respondieron los dos chicos al unísono.
•°•°•°•°•
La joven Siv caminaba por los pasillos en dirección a las mazmorras, si bien nadie debería verla ella se mantenia serena y confiada pues con un poco de magia estaba muy bien tapada.
Tardó sólo un par de minutos y sin ánimos toco la puerta en la espera del pocionista.
- Esperaba que el calamar te llevará al fondo del lago - dijo Severus en forma de saludo a la recién llegada.
- Y yo que el humo de tus calderos te asfixiara... pero para mi mala suerte sigues respirando - respondió.
Ambos sonrieron, si bien no era la mejor de las maneras para saludarse así eran ellos y eso les parecía único. Eso era suyo y de nadie más.
El pelinegro se hizo a un lado para que ella pudiese entrar, ya llevaban un par de días con esa rutina y funcionaba por lo que había decidido no alterarla.
- ¿Que haremos hoy? - le preguntó la castaña.
- ¿Que opinas de saltar de la Torre de astronomía y librarme de tu compañía? - sugirió con sarcasmo.
- Se que al menos en el fondo de tu alma te agradó Severus.
- Piensa lo que quieras Sivda - dijo sin una emoción evidente.
- No me llames así, sabes lo mucho que lo odio.
- Pero ese es tu nombre Sivda, y si tu me molestas yo te diré como quiera.
- Espero que afrontes las consecuencias - pronunció lentamente mientras se acercaba a el - porque a diferencia de Maggie yo soy de cuidado.
- Como digas... Sivda - dijo con tono burlón.
Una hora después Albus se disponía a visitar al pocionista y a su acompañante cuando un gruñido a lo alto de las mazmorras llamo su atencion.
Justo sobre su cabeza se encontraba el amargado pocionista amarrado y calvo, eso sin agregar la colorida capa en tonos Gryffindor que llevaba.
- Severus, me parece que tu despacho está abierto - dijo tratando de disimular una pequeña risa.
- Yo se lo advertí - señaló Siv saliendo del despacho - pero es muy testarudo.
- ¿Puede bajarlo? - pidió el anciano para alegría del pocionista.
- Claro que puedo, pero la cuestión es que no quiero y no lo merece.
- Vamos Siv, debemos hablar y aunque no lo aceptes lo necesitamos - Severus gruño en respuesta.
- Silencio maldito perro grasoso - le gritó antes de dejarlo caer.
•°•°•°•°•
A la mañana siguiente los Gryffindor esperaron a Maggie para poder hablar de lo ocurrido la noche anterior sin embargo ella no apareció en el desayuno, ni en la comida y mucho menos en la cena. Un hecho del que no sólo ellos se percataron.
A la mañana siguiente tampoco apareció por lo que no tardaron en empezar los rumores y teorías sobre su repentina desaparición.
Si bien es cierto que no suele presentarse a clases al menos ronda constantemente los pasillos. Y el hecho de que el director no aclarara lo que pasa sólo ocasionó mayor revuelo entre los estudiantes.
- ¿Saben donde está su habitación? -pregubto Harry.
- Nadie lo sabe - le respondió Ron.
- Pero lo vamos a averiguarlo - dijeron los pelirrojos al unisono.
Editado: 06.11.2019