Felix miraba aburrido por la ventana del tren. Viendo pasar rápidamente los árboles y dejando atrás varias lomas altas. Se hundió en el sillón y siguió viendo hacia el exterior. Miró a su madre, quien le regresó una expresiva y reconfortante mirada.
Felix se dirigía a Valparaíso junto con su madre a estudiar magia avanzada con Johannes Delta, un mago reconocido, no solo por su gran experiencia en la espagiria sino por ser el hijo del mejor alquimista de la historia.
A Felix le hubiera gustado estudiar en la ciudad, donde había vivido toda su vida, no porque no le gustara Valparaíso o porque no le cayera bien su tío, simplemente no le gustaba la idea de estar tan lejos de casa por tres años. Le mortificaba la idea de nuevos compañeros, pero no había ninguna academia de magia especializada en la capital y Delta era en quien más confiaba su madre, así que no se podía quejar demasiado, no tenía muchas opciones.
Lo único bueno es que aún podía regresar a casa los fines de semana e incluso poder visitar a su padre como siempre lo hacía. Hace unos días había recibido una carta de su padre, decía que lo iba a visitar muy pronto por su cumpleaños, e incluso, esa vez podía quedarse más tiempo.
Veía como la velocidad aminoraba a medida que las cosas dejaban de pasar tan rápido junto al tren y veía la estación acercándose. Cuando finalmente el tren se detuvo sacándolo de sus pensamientos, se levantó de su asiento, tomó sus cosas y miró a través de la ventana por última vez. Recorrió el vagón del tren y se formó detrás de todos los que esperaban para bajar.
Descendió los escalones del tren y caminó por el andén. Cuando salió de la estación, observó a lo lejos el pueblo: Valparaíso, un pueblo costero algo pequeño, con edificaciones pintorescas hechas principalmente de madera y todas siguiendo una misma fachada común con ligeras variaciones con los colores y diseños exteriores. Sus calles estaban hechas de piedra, varios faroles altos descendían junto con los caminos y el cielo era de un azul brillante y claro y había pocas nubes en él. Valparaíso era tal y como lo recordaba Felix.
Caminaron libre y tranquilamente por las calles de piedra donde no pasaban autos, tal como habían hecho hace un tiempo.
El camino fue algo largo, de unos veinte minutos, y finalmente, la divisaron a lo lejos.
“Es esa” Le dijo su madre a Félix. Apuntó hacia el frente.
La academia de Delta era una sencilla casa de ladrillo de dos pisos con techo de tejas rojas con un enorme patio delantero lleno de flores y arbustos.
Delta prácticamente ya los estaba esperando desde el porche de madera, sentado en una silla de jardín mientras leía un libro. En cuanto los vio se levantó de su asiento y se dirigió a la reja de metal para dejarlos pasar.
—Es un honor para mi que estén aquí y el poder recibirte a ti como valioso estudiante — Dijo Delta haciendo una pequeña reverencia.
—Deja las formalidades de lado Delta — Dijo la madre de Felix riendo ligeramente - Somos familia —
—Podrán ser mi familia pero Felix es mi estudiante y no puedo dejar formalidades de lado — Dijo Delta con una sonrisa y movimientos de mano exagerados.
Mientras su madre hablaba con Delta, Felix solo se quedó parado sin saber qué hacer. Conocía la casa/academia de su tío pero tampoco quería entrar sin ser invitado.
Felix solo observaba el jardín y todas las plantas que Delta cultivaba. La mayoría no las reconocía, probablemente eran para hacer pociones y medicinas, algo en lo que se especializaba Delta.
Poco despues un auto negro se estacionó enfrente de la reja, llamando la atencion de todos. Se bajó un hombre de cabello oscuro vestido con un elegante traje y se dirigió a la cajuela. Del asiento del copiloto salió un chico de cabello azabache de mala manera. También se dirigió a la cajuela y ayudó a su padre.
—Ese debe ser Marshall — Comentó Delta mientras se acercaba para recibir a su estudiante.
Marshall era un chico de complexión robusta;su largo cabello estaba por todo su rostro y tenía cara de pocos amigos. Vestía un abrigo de tela gruesa, a pesar de que no hacía frío.
Marshall se acercó pesadamente con su gran maleta de cuero y un estuche de violín.
—Señor Evans — Saludó Delta al padre de Marshall estrechando firmemente su mano. — Es un honor para mi que su hijo aquí con nosotros —
Felix no logró distinguir lo que dijo el señor Evans pero tampoco es que le importase mucho. Solo miró como Marshall mostraba desinterés por la conversación.
—Creo que ya va siendo hora de que regrese. — Llamó la atención su madre — Recuerda, pórtate bien, haz amigos y aprende muchas cosas — Lo miró con ojos llorosos - Nos vemos el viernes —
Ambos se abrazaron, fue un abrazo largo y cálido. Cuando se separaron su madre lo vio a los ojos, apartó un poco de cabello de su rostro y sonrió.
—¿Pasa algo? — Preguntó Felix.
Su madre se rió.
—Nada… Es solo que me recuerdas mucho a tu padre. Eres igual a él — Musitó su madre.
Su madre le dio un último beso en la frente antes de acercarse a la reja para irse.
Felix vio como su madre se alejaba mientras se despedía de él.
Suspiró pesadamente, sin duda la extrañaría. Tal vez había veces donde no la veía hasta en la noche cuando salía del trabajo pero eso no le importaba, ella siempre estaba ahí para él, para recordarle lo amado que era.