Magia En Tus Ojos

Capítulo 1. Primer día.

Bien podría ser el inicio perfecto y típico de película, podría haber sido idóneo y pacífico, pero como esto no es una jodida película, la realidad me golpea como solo ella sabe hacerlo. El primer día de clases, mi último año. Y estoy llegando tarde.

Mierda.

Con rapidez corro al baño y me aseo, y si bien todo pudo haber sido más tolerable, es todo lo opuesto. No hay agua caliente y cuando estoy saliendo de la ducha casi caigo al suelo. Me cambio y bajo al comedor, mamá está terminando el desayuno cuando llego y papá está colocando la mesa.

—Buen día, mami, papi.

—Buen día, Mely. —Responden al unísono.

Me siento en mi lugar y mientras espero el desayuno repaso mentalmente si tengo todo para mis clases, dudo sobre haber guardado mi cuaderno de apuntes pero descarto la idea al recordar que papá la guardo por mí ayer. Ese cuaderno es “el” cuaderno, sin él no funciono correctamente. Necesito anotar todo lo que tengo que hacer, parciales, trabajos, eventos. Caso contrario, lo olvido y cuando lo recuerdo ya es demasiado tarde.

Ya cuando todos la comida esta en la mesa, mamá aplaude dos veces—: Bueno, familia. A desayunar.

—¡Provecho! —Dice papá.

Mi madre, única como ella sola, agita una de sus manos y destellos verdes caen sobre la comida dándole un sabor distinto, único como ella. Su magia le da dominio sobre la naturaleza, controlar, modificar o destruir todo lo que provenga de ella, aunque ella, por la naturaleza de su don se abstiene de destruir cualquier cosa que cree o se le relacione. Ella ama su don y por ende, no le viene muy en gracia hacerle algún daño.

Mi papá por el contrario, tiene un don que no es ni por asumo parecido al de mamá, sí, también es un Magic, pero a diferencia de ella su dominio es sobre tecnología. Su elemento y magia están en todo lo que a electrónica se refiere. Puede hacer y deshacer cualquier cosa, mientras en ella haya algo de tecnología. Bastante beneficioso pues es el técnico designado sin remuneración que tenemos en la casa, o bien arregla lo que se daña o crea algo nuevo acorde a la necesidad que se presente.

Es increíblemente remunerativo, muchas de las cosas que ha creado han sido un existo en la dimensión humana o bien, otras de las tantas dimensiones, por lo que, podría decirse que económicamente hablando somos estables.

Aunque más bien sería un plus, al pertenecer a la familia que pertenecemos ya nos brinda ciertas ventajas. Ventajas sociales, económicas y políticas.

Nuestra familia, los Hamilton, pertenece a la primera línea de sucesión de nuestra especie, o como bien somos conocidos: La primera familia Magic, lo que nos hace conocidos por ser la rama con más fuerza de lo que sería el árbol que es nuestra raza. A excepción de mí, por alguna extraña razón nunca desperté mi magia, por lo que soy casi como una humana.

La única en toda nuestra historia que no ha presentado ni un destello de poder, ni una pizca de magia. Y después de estudios, pruebas y análisis nada ni nadie ha podido explicar la carencia de magia en mí. Frustrante, sin embargo con el tiempo me he acostumbrado y actualmente no me quita el sueño saber que no los tengo, aprendí a sobrellevarlo y a vivir sin ellos. Nunca los tuve así que nunca los extrañé.

—Mely, hicimos panqueques hoy, para que tengas un buen inicio de año, princesa. —Dice mamá y sonríe.

—Gracias, mami, espero que mi último año no sea más que extraordinario. —Sonrío.

—Te irá excelente, cariño. Una persona extraordinaria siempre recibe una vida extraordinaria y tú, mi bebita, eres la más extraordinaria de todas. —Papá toma mi mano y la aprieta— Siempre confía en ti misma, Mely.

—Te queremos, princesa, siempre sé tú misma. —Sonrío emocionada, han hablado al mismo tiempo.

Me encanta cuando lo hacen, es sorprendente y un poco aterrador, pero no le quita la magia. Quizá es por su conexión, por ser parejas enlazadas, por lo general suelen desarrollar ciertas habilidades, pero eso ya depende de cada pareja.

Sacudo la cabeza y empiezo a comer, no puedo perder tiempo, estoy llegando tarde.

Mierda, lo había olvidado.

Después de algunos minutos de conducción por el centro de la ciudad, finalmente llegué al instituto, algunas personas comenzaron a mirarme cuando bajé del auto, y es que hoy tuve que venir en el mío porque Alice tiene licencia por maternidad. No es usual que llegue por mi cuenta, siempre es Alice quien me lleva y trae a todas partes, pero debido a sus hermosos bebitos, voy a estar unos cuantos días movilizándome por mi cuenta.

Con la cabeza en alto me dirijo a la entrada ignorando miradas y cuchicheos.

Un Hamilton no se inclina ante nadie.

—Mel, cariño, ¿cómo estás, qué tal tus vacaciones, Melita? —Cierro los ojos un segundo y suspiro, de todas las personas que me pude haber cruzado hoy, justo lo hago con ella.

—Tiffany, hola. Bien, fueron unas excelentes vacaciones. —Le sonrío lo más cortés que puedo— Sin duda tus vacaciones no fueron más que maravillosas, me gustaría hablar de ello pero justo ahora tengo que irme. —Me retiro y cuando estoy por entrar me giro— Me llamo Melody, no Mel o Melita, agradecería que no lo olvidaras.




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