“OH bella si pudiera verte de nuevo, llenaría mis ojos con lágrimas de felicidad
Espero que me recuerdes por siempre antes que mi vida se extinga
Deberé ser un recuerdo mortal
Espero que quede en tu mente como una ilusión grande, o al menos de provocarte un poco de felicidad“
Pequeña fracción del gran libro del Mago Santo Merlín antes de la cura.
Otra vez los guardias mágicos del consejo pasaban por fuera de la casa, de mi mejor amiga, Mar, la chica más bonita del curso, yo estaba aterrada, el pensar que aquellos guardias estaban tan cerca de nosotras solo me daba asco, y además miedo, ellos podían hacer lo que quisieran con todas nosotras, además yo estaba en casa de Mar, quedamos en hacer una pijama da con el resto de la clase. Cosa que estaba saliendo de maravilla, hasta que la alarma de la redada sonó, despejando toda cosa buena.
El consejo mágico ya había prohibido la música, los festivales y los actos de magia en las calles, y como último recurso para controlar las calles, el amor. Ahora las personas que presente cualquier síndrome de enamoramiento, tienen dos opciones, una: Recibir la “cura” una poción de alto nivel mágico, que puede desconcertar el cerebro y convertir a cualquier león rebelde en un perro faldero, y la segunda opción es: Ir a las barracas obligado a hacer trabajo pesado, pero muy pesado, tanto que si sobrevive a los trabajos, después es llevado a un centro de rehabilitación mágico, pues la fatiga y la falta de buenos alimentos deja a la gente, muerta o loca.
Mar se veía angustiada, los guardias podían entrar en la casa, en cualquier momento y sin encontraban algo que para ellos pareciera sospechoso, después nos llevarían a la comisaria, y nos detendrían en resto de la noche, hasta que nuestros padres fueran a rescatarnos, en el peor de los casos nos encontrarían dos días después pero en la cárcel. Me sentía nerviosa, tener a otras chicas aterradas también daba algo de qué preocuparse, yo me sentía tan nerviosa que no pude ver cuando los guardias pusieron la vista en la casa donde estábamos.
—Mar porque no mejor nos vamos al sótano y nos escondemos. —Hable, pensando en una solución rápida.
—No estás loca, si hacemos eso, nos llevaran, vístanse y después haremos todo lo que los guardias digan sí.
Las chicas afirmaron en voz unánime, yo me puse rápido mi falda y el abrigo, que me tapaba hasta más debajo de las rodillas, las cosas ahora se pondrían mejor. La incomodidad estaba más presente que nunca, yo miraba a las otras muchachas pensando que estarían más calmadas, pero fracase, estaban peor que yo. Así que encontré calma en la actitud fría de Mar.
—Esto es una redada salgan con las manos arriba— una voz se escuchó a lo largo de la casa, las chicas estaban preparadas y haciendo caso a la voz. salimos lentamente con las manos encima de la cabeza. Cuando salimos al patio de la casa, habían cuatro guardias con sus bastones de alto nivel, y soldados que parecían ser de la armada, yo conté solo de reojo diez, pero podían ser más hasta cien. Un guardia se acercó a mar quien iba delante de todas.
—Quédense quietas, si hacen caso no les pasara nada. Dijo uno de los guardias, aunque no supe bien quien era, después nos ordenaron que nos sentáramos en la grava con la cabeza boca abajo, y las rodillas separadas. Permaneciendo con las manos encima de la cabeza. Estábamos en medio del caos, yo era rebelde, y alce un poco la cabeza, para ver de reojo el resto de la calle, lo que veía no me gustaba para nada, el resto de las casas, estaban siendo saqueadas por militares y guardias, y encima vi a una casa, quemándose, seguro que habían encontrado algo.
Los guardias estaban en la casa de Mar, revisando todas las cosas, mientras que nosotras permanecíamos en el patio de rodillas con la cabeza mirando la grava, rodeadas por cuatro soldados armados con un fusil mágico. Nunca había visto uno antes, esas cosas eran demasiado nuevas, pero eran brillantes, como si fuera un bastón un poco más corto que los normales. Y podían usar magia, a pesar de que el usuario no tuviera Mana, según los rumores esos artefactos que el gobierno usaba como arma, y que ya había autorizado para ser usado con humanos normales, y con mages1, según los rumores eran tan potentes como para matar, de un solo hechizo.
Los guardias no se tardaron nada, sacaron cada cosa que les pareció sospechosa, pero nada como para llevarnos a la comisaria, después de un rato largo, como de quince minutos, ellos se fueron de la casa de Mar, uno de ellos, que al día de hoy no sé cuál de todos, pues no pudo distinguirlo por su amplia capa. Dijo que nos levantáramos y que volviéramos a la casa. Acto seguido, las muchachas cumplieron con lo dicho, y nos fuimos a tomar por patas a la casa, asustadas y en temor de lo que esa noche pudiera pasar.
Después de que los guardias se fueran de la casa, el silencio reino por un rato, las muchachas se volvían a poner las pijamas para dormir y el resto de la noche la pase con la almohada pegada a mi estómago, viendo por la ventana a la hermosa luna, que me daba consuelo en este infierno, ya había pasado más de diez años en los mismo desde que el gobierno, encontró la cura para el amor, la desgracia era una sola, esa maldita cura, y ese malito gobierno tirano, que me tenía en las fauces de la vida, donde mis amigas y yo no podían hacer nada, ni siquiera cantar una simple canción porque si no iba a ser expuesta, y enviadas a hacer trabajo pesado, eso para mí, es peor que la muerte.