Magic History "Ansias De Libertad"

Capitulo 4

Capítulo 4 Al rato le respondí —Si. Estoy bien. El chico estaba tocando mis piernas desnudas, hoy me había puesto una falta y podía sentir sus manos cálidas en el muslo. La falda era corta, muy corta diría yo, hasta llegue a regañarme por ser tan deshonesta e inmoral, en vez de estudiante parecía una bailarina de bar. Yo me le quede viendo a los ojos, los tenia de color rojo, pero se ponían como una piedra mágica, su piel era blanca, muy blanca parecía un albino, y sus labios eran jugosos y morados. Perfectamente parecía un modelo. No puedo decir que conocí al amor, aún seguía sin conocerlo, pero lo que ahora sentía en el corazón, esta mezcolanza entre, pena, vergüenza, dolor de panza y ganas de que me tragara la tierra, antes no la había sentido. Yo termine con aquella fantasía y me baje de sus manos. —Peso mucho, voy a bajarme, debes estar cansado. —trate de verme calmada y madura. —No pesas nada, eres liviana. —Ahí estaba esa voz, me volvía loca. —Disculpa que tuvieras que ayudarme, de que no me destartalara. —¡Ja! Esa palabra no la usa nadie. Además no es una molestia, ese es mi trabajo. —El chico que mostro una identificación de la biblioteca—. Llevas muchos libros, deberías haberlos dejado en el suelo mientras buscabas el otro. —Si pero quería uno, que estaba en el fondo. —No sabía porque le estaba contando mis cosas, era de la biblioteca. Pero tampoco le daba derecho a que se metiera en mis asuntos. —¿Cuál es? para buscártelo. —El pequeño —No sé por qué dije eso, pero me intente corregir, si él decía algo acerca de que estaba buscando un libro, en el que el titulo ponía. Que es el amor. Pues me delataría con los guardias. Trate de detenerlo pero ya sabía que era el pequeño. El con dos empujones saco el pequeño libro. Miro el libro y supongo que leyó el título. Sentí miedo y mi voz se quebró. —Puedo explicarlo—Dije tratando de encomendar la situación y que no me delatara. —Porque no me tienes que explicar, nada, te gusto este título y lo vas a leer. —No sé si la aptitud tan calmada del chico, me transporto a cuando no había tiranía, pero me reconfortaba me sentía segura. Yo me quede callada, tan callada que pensé que había arruinado la conversación y me fui al piso a recoger el resto de los libros. Metí los casi diez libros que llevaba En una cesta. Esperando que él se fuera a hacer el resto de su trabajo. Pero al contrario de reojo vi que caminaba en mi dirección, cosa que me puso muy incómoda. —Te gustan mucho los libros. Pero no creo que los leas todos. Son muchos. —No sé si bromeaba o me lo decía enserio —Tengo tarea, y los demás los leo cada noche. —Ohm, también te gusta la poesía. —Vio el poema, yo escondí el diccionario—. Merlín escribe muy bien. O también llevas a Luciano Carpinsor. —¿Lo conoces? —Esa pregunta se me salió de la boca, no la quería decir, pero creo que merecía una respuesta. A una pregunta que nunca hizo, sino que insinuó. —Sí, me gusta mucho, no sé si has leído las novelas prohibidas, aquí entre nos —El miro a cada parte de la estantería—. Eso es ilegal ahora, pero quedan algunas. No sabía si el chico estaba jugando conmigo, pero es que me gustaba mucho la idea que hubiera otras novelas de Carpinsor. Yo me corte un poco, la cosa es que no podía delatarme a mí misma, tal vez era un guardia encubierto o un soplón. Aunque no lo parecía. Yo musite tan bajito que no si escucho, la cosa era que no pude contener la idea de algunas novelar de Luciano. El mejor escritor de novelas que había tenido desde hacía algunos años. Hubo un momento en el que ese chico dejo de hablar, entonces pensé que era el momento de retirarme y llevarme toda esta colosal lista de libros a mi casa, para devorarlo. Las cosas no eran simples, el ese chico me atraía, pero podía ser peligroso además si nos comparaban con una pareja amorosa los guardias vendrían. Mi gran temor, que me descubriesen eso era peor que la muerte y me alejaría de la ciudad de la libertad. —¿Cómo te llamas? —Dijo el chico antes de que me pusiera de espaldas. No me pude resistir a su voz, otra vez volvía a ponerme loca. —Yo me llamo Lenya. No soy de aquí, soy de la zona residencial. —ojala lo volviera a ver, las cosas no son como las pintan en los cuentos, yo me iba y no volvería hasta dentro de quince días, era imposible que me volviera a ver, además para coincidir en tiempo y lugar otra vez, creo que se necesitaría un milagro. Decir mi nombre tal vez fue un pequeño consuelo para él, aunque me olvidaría rápido por las miles de chicas bonitas que entran en la biblioteca. —Yo soy Héctor. Trabajo aquí, puedes contar conmigo en cualquier cosa que respecte a la biblioteca. Yo me sonroje un poco, estaba nerviosa el chico era muy atractivo, era guapo y además muy decente por lo que llegaba a ver. Ahora tenía que irme, pero quería conocerlo más, aunque corriera peligro. Pero las cosas ahora me hacían decidir entre mi sueño de conocer la libertad y el. Y lamentablemente el enamoramiento no iba a poder con mi determinación. Decidí cortar todo ahí, despedirme y alejarme en dirección a la recepción a que sellaran mis libros, no sé si yo le gustaba, pero él se me quedo mirando cuando hice el recorrido. Tal vez debió esforzarse un poco más, y hubiera cedido. La bibliotecaria sello todos los libros con el sello de la biblioteca, me dio un lapso de tiempo de un mes para leerlo todo. Ahora estaba más relajada sin la presencia de Héctor. Tenía bonito nombre no se lo podía negar, además guapo e inteligente, seguro conseguiría una chica pronto, o tal vez ya la tenía, y solo me estaba haciendo imaginaciones. Salí de la biblioteca disparada, casi eran las siete de la noche, más lo que me tomaría llegar a casa, llegaría minutos antes del toque de queda. Busque mi Magicleta con gran fuerza y la monte, después puse rumbo a la zona residencial. Estaba feliz, la noche era agradable, el aire era fresco y la luna podía verse sin dificultad, un ambiente perfecto para una velada. Ahora estaba un poco más feliz que antes, llevaba un diccionario con el que iba a poder descifrar todo lo que el antiguo libro de las crónicas decía y por fin hallar la dirección de la cuidad de la libertad. Llegue al puente quince minutos después y los guardias volvieron a revisar la Magicleta y los papeles. Esta vez fueron más rápido y me dejaron pasar sin hacer tantas preguntas. Fui directo a la calle de mi vecindario, pase por el viejo farolillo junto a la esquina donde preparaban buenos churros, una manzana más adelante había una pequeña oscuridad. Como que los farolillos de la calle estaban fallando. El callejón estaba solo, la luna estaba en la punta del cielo estrellado, las casas en su mayoría con las ventanas cerradas y luces apagadas cumpliendo con las órdenes del gobierno. Y un frio escalofriante me empezó a subir por la espalda a los hombros y luego al resto del cuerpo. Pase lo más rápido por aquella calle, me daba miedo, estaba asustada por aquel prisionero que había escapado. Mire a un lado y no había nadie, las luces se apagaban detrás mío. Y delante había una gran oscuridad que me invadía hasta lo más profundo. Los ruidos de algo arañando a un metal llegaban a mis oídos, era comparable al ruido que hace un ratón al rasgar la madera. Yo trague saliva, empecé a ir más lento subida en la Magicleta. Estaba atenta a todo, la brisa en un momento se detuvo. El silencio invadió el lugar y un grito de mujer se escuchó. Yo Salí corriendo para ver qué pasaba, el grito había sido una calle más arriba. Estaba oscuro muy oscuro. Llegue hasta un farolillo, este no tenía nada de luz. Estaba oscuro como el resto, en la calle había un callejón que conducía a otro camino. Unos ruidos salían de ahí. Yo estaba temblorosa, mis piernas no se podían sostener, la verdad es que estaba muy asustada. Puse mis manos en mi pecho para tratar de calmarme. En menos de dos segundos volvía a recuperar el control de mi cuerpo. Recordé la clase de hechicería donde la maestra enseño a hacer un círculo de protección contra la maldad. Saque mi pluma con la que escribía en clases, ella tenía un poco de tinta en sus canales, entonces hice el sello perfectamente en mi pecho y recite un par de palabras como lo decía la profesora. Una luz brillo del sello y un calor empezó a propagarse por mi cuerpo. El sello me quemaba un poco donde lo había puesto, pero en segundos volví a estar normal. Los ruidos estaban en ese callejón, ahora podía entrar a ver que era, lo primero que escuche fue un forcejeo, pasos como de mujer. Había un contenedor que impedía el paso, me incline sobre ese contenedor para ver lo que estaba pasando. —Ayuda, Ayuda, Ayuda. —Una mujer estaba tirada en el suelo, pidiendo ayuda, también note que ella estaba en ropa interior, su falda había sido rasgada, y su camisa también. Su voz no era constante, ella cambiaba la tonalidad de la voz, en un momento parecía la de una chica y después la de un hombre, después la de un niño. De repente de la oscuridad sale un hombre, pero un poco más alto de lo común. Sus manos están brillosas y sus ojos están brillando con intensidad en el color rojo. Sus manos están haciendo círculos en el aire. Era un Mage. Seguro estaba por violar a la chica. Así que me baje rápidamente del contenedor y busque la forma de entrar al callejón. Estaba asustada era la primera vez que hacia algo así, una persecución como en las novelas, era bastante excitante, aunque no era momento para eso la chica estaba en peligro. Así que puse mis manos como si fuera a hacer un hechizo, y en teoría lo hice, pero no salió como yo quería, mi propósito era elevar el contenedor y dejarlo caer sobre el tipo malvado, pero solo conseguí moverlo un par de metros. Entre en escena, pase por una pequeña apertura que me daba el contenedor. El hombre ahora no estaba, lo que había era una especie de ángel, que le estaba metiendo la lengua en la boca a la chica. La extraña figura tenia alas negras, un aspecto deplorable, los ojos grandes y feos, no tenía dientes sino colmillos, era aún más grande y tenía una barriga que sobre salía, su piel era como gris, casi llegando al color negro. Era una criatura horrible. Quede petrificada cuando lo vi, mis piernas no se pudieron mover más. El sello no sabía si estaba funcionando, pero estaba segura que la próxima que caería desmayada del miedo iba a ser yo. La extraña creatura se volteo y me miro. Enseguida se fue encima de mí. Como queriendo morderme, pero el sello actuó y creo una barrera protectora de luz, la criatura choco contra la pared y termino rebotando a unos metros de distancia, mientas en el aire habían algunos que otros símbolos mágicos. Yo me tape la cara, en última instancia como reflejo para defenderme. Descubrí también que ese animal, no le gustaba la luz, porque en el hechizo reflejado emitía mucha luz y él se ocultaba de ella, usaba los callejones y sombras para esconderse. Gracias a la luz del hechizo pude darme cuenta de algo. La chica que estaba en el piso era mi amiga Mar. Entre en pánico, claro que cuando estaba en arrinconada en el contenedor de basura, pensé en un viejo hechizo que me enseño mi madre antes que partiera en los laboratorios, era un hechizo de protección. Pero demonios no me acordaba de los movimientos de las manos. Tenía palmas de las manos sudadas y estaba nerviosa, la especie de escudo protector se apagaba y los el monstro se preparaba para volver encima de mí. Poco a poco empecé a recordar los movimientos, al mismo tiempo que el escudo protector desvanecía en el aire. Las cosas estaban poniéndose más intensas. Ahora el extraño ser usaba sus alas, se lanzó de lleno a mí. Moví mis manos como pude, mis manos emitían luz, el hechizo estaba funcionado, o tan siquiera estaba iniciándolo. Más la cosa esa se me lanzo encima y yo lance el hechizo, o lo que fuera que hice. Al mismo tiempo en un segundo un rayo de color blanco emergió de mis manos. Y el rayo afecto a la criatura, como si lo cortara por el hombro hasta el abdomen. Yo estaba aterrada hasta que la criatura cayó calcinada al piso. Mis manos seguían iluminándose pero el rayo había desaparecido. Ahora mi corazón latía tan fuerte que lo podía escuchar en mis oídos, y los demás sonidos quedaban mudos. Me acerque con cuidado unos pasos más adelante para ver cómo estaba Mar. La criatura es extraña pero no se movía así, que aproveche para tomar a mar y sacarla de ahí. Tenía miedo, estaba cansada, pero como pude cargue su cuerpo casi desnudo a la Magicleta. Mis manos todavía brillaban, las sacudí para ver si ese brillo se quitaba pero no funciono. Una campanada justo cuando estaba en la Magicleta no me recordaba que el toque de queda estaba por empezar. Como pude puse mis manos, en el volante y bombee magia. Al acercar las manos al volante de la Magicleta salió disparada a una velocidad tan impresionante que no pude controlarla. Me agarre fuerte al volante para no caerme, mientras cuidaba que Mar no se cayera, las ruedas de la Magicleta giraban tan rápido que se calentaron, y hasta el volante lo hizo, así que solté el volante para no quemarme y la Magicleta se detuvo de golpe. Casi salgo disparada por encima de la misma. Cuando paro me ubique, mire a todas partes para ver donde estaba, por suerte solo me faltaban dos calles para llegar a la casa. Mis manos de un momento a otro dejaron de emitir aquella luz y se fueron apagando poco a poco. Yo mire para atrás pensando que alguien nos estaba viendo. Dejando de lado aquellos pensamientos inertes que no tenían significados, volví a tomar el volante. Esta vez la Magicleta volvió a la velocidad normal. Llegue rápidamente a mi casa, las cosas estaban normales como si nada hubiera pasado, las luces de la casa estaban apagadas, las ventanas cerradas y el patio en armonía. Me tranquilice al ver que no se trataba de una plaga de esas criaturas, puse la Magicleta en la cochera y entramos por la puerta de atrás, para que nadie viera a la chica con ropa rasgada y se causara el pánico. Los guardias en mi casa era lo último que necesitaba, Mar a pesar de ser bonita y bien delineada, pesaba un montón y cuando llegamos a la sala de la casa la deje caer de golpe en el sillón. Subí rápidamente a la recamara, y saque algo de ropa para la chica. Una falda vieja que casi no me ponía, y una franelilla pequeña que seguro no le taparía completamente, pero solo era por esa noche, baje rápidamente y puse la ropa a un lado de ella, mientras que fue a la cocina a preparar un vaso de leche para mí, para poder calmarme un poco. Pensé que lo ocurrido no era normal, las cosas no podían ser así, ¿qué hacia un monstro cerca de la zona residencial?, ¿qué estaba haciendo con mi amiga?, y encima ¿cuál era su propósito? Los guardias no sabían de él, porque lo hubiera intersectado. Era una completa locura. Después de algunos minutos vi como mar se levantaba, ella estaba confundida así que fui para calmarla. Mar estaba en pánico, y cuando me vio solo se levantó y se lanzó encima mío, dándome un abrazo. Y llorando descontroladamente, yo solo me quede en el suelo con ella, le acaricie el cabello para que se calmara y le di un poco de mi vaso de leche así ella se calmando poco a poco.



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En el texto hay: criaturas sobrenaturales, romance, magia

Editado: 05.06.2020

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