A
hora Mar estaba más calmada, se había bebido la leche y se cambió de ropa, la que traía estaba desgarrada. Ahora mis dudas crecían y yo no me contuve, empecé a preguntarle todo, por lo que veía ella estaba muy asustada así que deje que se calmara un poco más. Ambas estábamos sentadas en la alfombra, si teníamos muebles no sé porque hacíamos el papel de tontas.
—Mar cuando la cosa esa te secuestro, ¿Que estabas haciendo? —Ella me aparto la mirada, como si no quisiera responder.
—Nada —Me corto de toda explicación.
—No. Estabas haciendo algo a esas horas de la noche, además tú no sales en las tardes.
—Está bien te lo diré, eres mi amiga pero debes prometerme que vas a guardas el secreto. —los ojos de Mar estaban llorosos, me pareció que lo que estaba ocultando era grande.
—Vale prometo que lo voy a guardar como un secreto.
—Iba a una fiesta.
—¿Qué? — Una fiesta es que estaba loca, las fiestas habían sido prohibidas desde hace mucho.
—Si como lo escuchas una fiesta.
—Si no soy sorda, ¿pero cómo?
—Sabes que en las tiendas de libros, ahí un nuevo papel, que se llama papel mágico. —Yo le afirme con la cabeza, era el mismo papel de la carta que me llego de la corte.
—¿Pero que tiene que ver con la fiesta? —Pregunte con interés en el tema.
—fácil, por ahí convocaron a los demás.
—Pero solo el gobierno puede usarlos. No podía ser cierto, faltaban de lacrimas y muchas cosas para controlar y mandar mensajes por un papel mágico.
—Sabes en la biblioteca de la escuela, ahí una nueva cosa, que es muy potente, se llama PC.
Mi mente estaba al borde del colapso. De donde sabía tanto Mar, aquella chica que apenas hablaba ahora me estaba dando clases de rebeldía. Mar me siguió explicando sobre todo lo que había visto en el día. Lo que la llevo a ir a aquella fiesta.
—Lenya descubrí algo interesante, el otro mundo, no es igual a aquí, allá hay música pero no música aburrida como las que ponen aquí en los radios, una música que te hace sentir vivo. Además las imágenes y los documentos, todo es más libre, las cosas son mejores, y puedes ver películas. Los atardeceres son de color rojo y la gente va por las calles con felicidad, y hay fiestas en cualquier momento. Hay teléfonos y coches y de todo, es un lugar como un sueño.
Como Mar no para de hablar un segundo, tuve que ponerle la mano en la boca para poder callarla. Y dejarme hablar.
—¿Pero espera de que estas hablando?
—De lo que vi por la PC. Una ciudad de verdad. Una vida de verdad y no esto que tenemos aquí.
—¿Pero que es eso de PC? —No sabía nada de lo que ella hablaba.
—¿No te has enterado aun? —Yo negué con la cabeza a aquella pregunta tan ilógica que me estaba haciendo.
—Mira en la escuela, hay una bibliotecaria que no apoya al gobierno, y trajo una PC de un País más avanzados que aquí. Esa PC es un aparato que funciona con magia y algo que los humanos llaman electricidad, pero bla bla bla. Lo que quiero decir es que puedes buscar cosas, ver una película, o escuchar música. Pero música de verdad.
Un país más avanzado, era en lo que me enrede, tal vez fuera el país de la libertad. Y como Mar describía el ambiente seguramente era un artefacto traído de allá, aunque menciono tantas cosas que no pude memorizarlas todas. Pero me estaba acercando más, ahora tenía que localizar a esa bibliotecaria, me podría ayudar y con algo de suerte me rebelaría el sitio donde estaba.
—Mar escúcheme donde era la fiesta a la cual ibas a ir.
—A dos condados de aquí. En la costa de Portville.
—Qué pero es muy lejos, como ibas a llegar, y ¿cómo ibas a pasar el puente?
—Unos amigos me iban a ayudar.
Para pasar de un condado a otro debían pasar unos puentes elevadizos que subían y bajaban, las cosas eran terribles si un Mage cae al agua, los guardias lo sacarían de inmediato y lo meterían en la cárcel por intentar escapar. Para aclarar la isla de Portville estaba dos veces más lejos que la biblioteca a donde había ido hoy. Además que amigos la iban a ayudar a pasar de noche un puente elevadizo y la llevarían a una fiesta, de verdad no conocía a la chica que estaba sentada al frente mío.
—Pero no pudiste ir porque la criatura te detuvo. —Afirme.
—Sí, pero de verdad quería ir, Además se escucha música. También van chicos.—lo decía por añadidura pero me hacía desconfiar.
—Tú no eres así, porque de un momento a otro quieres romper las reglas e ir a fiestas que están prohibidas.
—La gente cambia Lenya. Además desde que vi esa película en la computadora de la bibliotecaria me propuse a sentirme libre. —Mar había quedado loca, yo era aquella que se la pasaba hablando de la libertad, no ella, además no creo que yo la hiciera cambiar de opinión.
—No te entiendo. —Busque justificarme.
—No busco que me entiendas, déjame ser como quiero.
Pero tenía razón en ciertas partes, no podía quitarle que estuviera cambiando, era algo normal. Además estábamos en la adolescencia.
—Sabes te desconozco, fiesta, escape de casa, ese aparato llamado PC. Pensé que la rebelde era yo.
—Pues para que veas que las cosas a veces no son como parecen. —Lo dijo en un tono bromista. Me tranquilice cuando supe que estaba volviendo a la normalidad.