Sin previo aviso mis piernas fallaron y volví a desmayarme mis ojos se cerraron y lo último que vi fue a mi amiga Mar. Más tarde estaba en una sala de observación. Las cosas se habían complicado. Mire a los lados, Mar estaba en un sillón, cuando me vio despierta ella se lanzó encima de mí, diciendo palabras que no podía escuchar, en realidad no escuchaba nada, solo un fuerte pitido en mi oído.
Veía como mi amiga saltaba de la alegría por haberme despertado y yo hasta solté una sonrisa, pero no tenía tantas fuerzas. Mire bien alrededor de la camilla. Un lugar completamente aseado, lo único que había era la camilla un sillón y la puerta. Tenía tubos mágicos por todas partes. Mi cuerpo estaba completamente inmóvil. Mis piernas y brazos vendados y un dolor en mi entrepierna que era posterior. Encima de mí tenía un par de colchonetas para el dolor en mi rostro. Ya estaba tratada completamente y por lo que podía ver la mayoría de mis heridas externas, quien sabe si encontrarían heridas internas. Después intente mover las manos, pero no pude estaban muy pesadas, como si cada una de ellas fuera una tonelada. Me gano el cansancio quería dormir otra vez. Creo que fue la última vez que dormí por ese día.
Cuando volví a despertar los doctores estaban en la sala, uno de ellos alto y con el cabello rojo. Inmediatamente fue a ver como estaba. El me trato con delicadeza y me quito los tubos mágicos con los que pasaban oxígeno.
—¿Estas mejor? —Pregunto él. Yo afirme con la cabeza. Aunque ya podía hablar.
—Lenya tengo que decirte algo. —El doctor uso un tono de voz algo serio— sé que va a ser duro para ti, pero tienes que ser fuerte en la vida. Después del incidente que paso, ya no vas a poder quedar embarazada. Ni tener relaciones sexuales. Ni caminar por un tiempo.
La voz del doctor percutió en mi cabeza, que estaba pasando, era broma de verdad, solo era una broma de mal gusto que hacen los doctores como si no tuvieran nada que hacer. No podía ser cierto el guardia solo me golpeo en la cabeza después de eso no recuerdo nada.
—No puede ser. —Dije con mi voz más quebradiza.
—Entiendo cómo te sientes pero creo que ahora debes estar sola para que descanses más y puedas pensar las cosas con calma.
Enseguida cuando dijo esas palabras se levantó de la silla que estaba a un lado mío y salió de la habitación con las enfermeras. Mi mente entro en un colapso mental. No pudo procesar más información, lo único que podía hacer era en pensar en el color negro, por momentos se me venían a la mente los ojos de aquel guardia, me parecían el infierno, además me hacía sentir insegura.
Dos días después del incidente estaba lista para ir a casa, mar fue a verme los dos días seguidos, cosa que no esperaba, me llevaba almuerzo cosas que hacia ella que era mucho mejor que la comida que daban en el hospital. Las cosas se había puesto un poco mejor, pude pensar con más claridad y podía ponerme en las misma condiciones que antes. Pero con una amargo recuerdo, mar cuando vio que podía caminar con algo de esfuerzo se alegró mucho, aunque después de hacerlo me quedaban dolores intensos de piernas. Según el diagnóstico del médico y los escáneres mágicos con lacrimas, el guardia había abusado de mí, pero cuando lo hizo también segrego algo de su contenido en mí, como no había tenido una primera vez, mi cuerpo sangraba y como él lo había hecho de aquella manera tan brusca rompió una parte de mí. El doctor también explico que las piernas eran producto de una caída, y haciendo memoria después de que el me dio el golpe en la cabeza sentía que caí por las escaleras.
Mar por suerte no le había pasado nada, para ella fue solo otra redada normal pero para mí, había sido el peor momento de mi vida. Cuando me dieron de alta del hospital, mar con una sonrisa me llevo hasta la casa en una silla de ruedas, con la que iba a pasar los próximos meses. Tan siquiera cuatro como había indicado el doctor. los últimos cuatro meses en este infierno, consideraba que las cosas no podían seguir así. E iba a salir de esta dictadura así me costara la vida, al salir del hospital estaba decidida, ya mi cuerpo estaba convencido, era la libertad o la muerte.
Mar me llevo a la casa sin retrasos, ella había ordenado toda la casa, estaba limpia cosa que debía agradecerle más. Ahora ella había pasado la barrera de amiga, se había convertido en la hermana que nunca tuve. Me pregunto si a mis padres les habrán informado que estuve ingresada en el hospital. Pero seguramente con el trabajo no tuvieron tiempo para venir. Este gobierno me había quitado todo, mi pureza felicidad y mi familia. Hasta cierto punto me quede convencida de que el sol que salía por las montañas, estaba siempre colmado de malos presagios y pesares, hasta que llegaba la luna que me daba tranquilidad, o eso creo yo, después de todo comprobé que las cosas siempre van mal, y que pueden pasar a peor buscando la libertad, que al día de hoy no tengo.
Mis ojos estaban cansados de ver aquel escenario tan infame e hipócrita, ni siquiera la magia me había ayudado a defenderme así que no contaba con nada que pudiera mantenerme a salvo, por fin probé a lo que los humanos llaman, pánico. Mar enseguida fue a prepárame comida, cosa que no me molestaba aunque llegue a pensar que me estaba cebando. La puerta de la casa estaba igual que la última vez, el piso rechinaba y los muebles estaban desempolvados. La casa estaba perfecta. Yo intente pararme de la silla para ver si daba dos pasos con mis piernas, Me costó demasiado mantener el equilibrio y me dolía mucho el mantenerme firme.
Mar me vio levantándome y casi pego un grito. Se fue rápidamente a sentarme de nuevo en la silla.
—Que haces estás loca. El doctor dijo que todavía no.
—Solo quería caminar
—Pues vas a tener que esperar es por tu bien.
—Mar quiero irme de aquí.
—¿A dónde quieres ir?
—A la libertad
—Eso donde queda.
—En cualquier lugar que no sea este. Vámonos.
—No podemos Lenya todo esta acá. Nuestras familias, nuestras vidas todo.
—Pero comencemos una nueva vida afuera de las fronteras de la confederación.
—No podemos Lenya entiéndelo. Solo estas estresada por lo del incidente después de eso se te va a pasar te lo aseguro.
La chica me hablo con tanta sinceridad que me deje convencer, pero más tarde bajaría a el sótano a buscar la dirección de la cuidad de la libertad, no quería estar en esa tierra ni un segundo más, me parecía repugnante. Hasta las hojas de los árboles plantados en esa tierra me parecían repugnantes. El pensar que respiraba el mismo aire que esos guardias, me daba un dolor en el estómago que no podía describir, pero mi meta aún no estaba muerta, ahora más que nunca quería ver con mis propios ojos a la ciudad de la libertas que tanto mencionaba Merlín en sus crónicas.